El paso del huracán María y los terremotos de 2020 causaron daños en las zonas costeras que aumentan la vulnerabilidad de comunidades aledañas, validó la investigación Hallazgos del estado de las playas de Puerto Rico post-huracán María presentada por la oceanógrafa geológica Maritza Barreto Orta.
El estudio que se concentró en los pueblos de Mayagüez, Isabela, Quebradillas, Camuy, Hatillo, Vega Baja, Vega Alta, Dorado, Cataño, Guaynabo, Fajardo, Yabucoa y Guayanilla reveló la erosión y acreción de sedimentos en algunas playas, así como el movimiento de la línea de agua en las costas que migró o se movió tierra adentro.
Esta situación presenta una inseguridad para las comunidades aledañas a la zona ante marejadas, huracanes y otros eventos naturales.
“La línea de costa se movió tierra adentro. Eso no significa que siempre se va a quedar ahí, pero levanta bandera. Hay que estar atentos y observar qué pasa, porque hay implicaciones. El alcance de las inundaciones y el impacto a la infraestructura serán mayores”, mencionó Barreto Orta.
La también directora del Instituto de Investigación y Planificación Costera de Puerto Rico, mencionó que, por ejemplo, el problema de erosión dejado por el huracán María, en las costas de Guayanilla, se agudizó con la serie de terremotos que afectaron el municipio hace un año, dejando inundaciones que, en algunos casos, son irreparables.
“Recientemente, podemos ver la zona del Faro (en Guayanilla), que ya estaba afectada por erosión costera, pero a partir de la secuencia sísmica del oeste, hemos visto que definitivamente, el impacto de vulnerabilidad ha aumentado”, explicó la profesora de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Barreto Orta añadió que, en las observaciones y análisis de datos del estudio, se presenta una migración de la línea de agua (orilla del mar), importante de 24.4 metros tierra adentro en algunos sectores de la costa del municipio, a seis meses del huracán, que empeoró con el hundimiento de siete pulgadas que hubo tras los terremotos.
El mayor problema de erosión post María de estos 14 municipios lo tienen Mayagüez, Isabela, Dorado, Hatillo y Yabucoa con pérdidas de sedimento costero que fluctúan entre 40 y 50 metros, destacó la profesora, quien también mencionó que estos números pueden cambiar dependiendo del plan de acción que se tome al respecto.
De igual forma, detalló que algunos de los pueblos, inmediatamente después del huracán ganaron sedimento en sus playas, pero seis meses después perdieron gran parte de este. Así sucedió con Quebradillas y Fajardo.
La investigadora señaló que, contrario a otros municipios, Camuy y Vega Alta presentaron ganancia en sus costas, pero mantiene una vigilancia especial por Hatillo, que continúa con pérdidas aceleradas.
Necesidad de respuesta gubernamental
Para solucionar esta problemática la profesora puntualizó la necesidad de una planificación adecuada, enfocada en todos los escenarios como los eventos extremos y el cambio climático.
“Para buscar las soluciones adecuadas y no continuar teniendo pérdidas de vida ni de propiedad; tenemos que hacernos resilientes”, expresó la docente.
Asimismo, insistió en la necesidad de que se legisle para evitar construcciones cerca de las áreas vulnerables.
“Falta una ley de costas que, definitivamente, hay que trabajarla ya. Es una solicitud que se ha hecho por muchos, muchos años, pero hasta el día de hoy no la tenemos. Hemos tenido proyectos que se han presentado o han llegado a la primera fase, pero no han llegado al pleno de lo que es la Cámara de Representantes y el Senado de Puerto Rico”, manifestó la investigadora.
Entre los próximos pasos de la investigación, se encuentra identificar daños en otros municipios costeros, sus causas y presentar posibles soluciones.
La investigación fue ejecutada junto a investigadores de la Escuela Graduada de Planificación, el Departamento de Historia y el Departamento de Ciencias Ambientales, del Recinto de Río Piedras de la UPR, y la Universidad Central de la Florida.
La Oficina Central de Recuperación y Reconstrucción (CORE3) de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (Fema, por sus siglas en inglés) otorgó los fondos para este estudio.