Por: Karla G. Sanabria Véaz
Foto: Adrián Rivera Ferrán /Pulso Estudiantil
Para mi proyecto de tesina del Programa de Estudios de Honor, consulté un artículo del Prof. Vélez que citaba al Shaman Aymara Don Carlos haciendo la siguiente pregunta: ¿Cómo puedes conocer algo si no lo puedes sentir? Desde que Occidente nos enseñó que las emociones y la razón son asuntos separados, la educación que hemos recibido ha sido carente de la imaginación y las destrezas necesarias para transformar nuestra realidad. Pareciera ser que es más importante conocer la democracia que sentirla en nuestra comunidad; conocer la justicia que sentirla haciéndose realidad; conocer la crisis fiscal del país que la tristeza, el coraje y la indignación que provoca su venta y nuestra estadía imposible en él. Ojalá algún día Don Carlos pueda conocer el espíritu, carácter y ahínco de todas aquellas que somos parte de la lucha estudiantil por la educación pública. Le puedo asegurar que este archipiélago no había sentido algo tan potente, grande y genuino que la huelga de país que hemos emprendido las estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.
En medio de una crisis social sin precedentes, en la cual se nos impone una Junta de Saqueo Fiscal e Imperial con su deforma laboral, cierre de escuelas, venta de Playuela, feminicidios y huída de 160 personas diariamente; las estudiantes somos una llama implacable de esperanza y emoción que clama ¡Basta Ya y Que paguen los culpables! Aún con la indiferencia e irreverencia de los Profesores de blanco que han condenado este “suicidio político”, sin inmutarse tan siquiera a defender el blanqueamiento “inevitable” que la Administración le hará a su retiro y seguro médico, nosotras hemos aplicado los saberes Universitarios a nuestras prácticas organizativas y acciones políticas. En vez de leer sobre la democracia, la vivimos mediante la democracia participativa de reuniones de base, la coordinadora central y plenos estudiantiles de los cuales la toma de decisiones se hizo colectivamente. En vez de estudiar modelos educativos emergentes, tuvimos un sinnúmero de charlas, conversatorios y talleres sobre contenido social, artístico y científico que eran de interés colectivo y de gran pertinencia para el país, a diferencia de lo que nos enseñan los peritos de la UPR. En vez dejar en mero observatorio la violencia, estudiar la justicia y dejarla a merced de los Tribunales como el caso de O’neill, los estudiantes iniciamos una auditoría estudiantil denunciando el esquema de corrupción de Banco Santander. Creamos literatura accesible para el país e impactamos sobre 500 personas en sucursales emplazando a Carlos García y José Ramón González. En vez de dejar en discurso la restructuración de nuestra Universidad, los estudiantes junto a miembros de la comunidad retomamos la Mesa de Trabajo Reforma Universitaria haciendo un análisis riguroso de la gobernanza, administración y currículo. En vez de dejar la agricultura y el trabajo social en ideas fútiles para vincular más la Universidad con el país, el Huerto Semilla colaboró con el Comité Central de Comida para alimentarnos los pasados 71 días y el Comité de Activismo hizo que nos vinculásemos con las comunidades aledañas al Recinto para conocer sus historias y sensibilizarnos contra la frialdad disciplinaria que nos impuso la Universidad “abierta”. En vez de analizar los movimientos sociales, nosotros movilizamos sobre 150,000 personas el 1ro de mayo y nos reunimos con los 7 intocables. Intocables que pasaron a ser tan tangibles como su pillería de cuello blanco que no tiene la más mínima idea de cómo “salvar” el país, aunque les demos 33 millones a cambio.
Dicen que quienes tengan intereses individuales, jamás entenderán una lucha colectiva. Aquellos que casi desmayan y se les hirvió la sangre por ver la Universidad “cerrada” es porque su normalidad se entorpeció. De repente su poder omnipotente como Profesor o Administrador se desvanece, su privilegio de representante estudiantil que confunde la “intimidación” con la fiscalización y la protesta, se evidencia y su poca legitimidad como Primer Ejecutivo que vive de plebitrucos y plagios académicos, se destapa. Ante la indiferencia clasista de creer que 500 grafitis contestatarios son más costosos que la violencia innegable de recortar 500 millones de razones a nuestro patrimonio, la huelga estudiantil provoca indudablemente un despertar para la sociedad en general. ¡Es hora ya! Llevamos enajenadas de nuestra propia violencia cotidiana por más de 500 años. Tenemos que paralizar el poder que nos oprime, escuchar nuestras cadenas y romperlas. Mientras exista el capital, el patriarcado y la colonia, tendremos siempre estudiantes, un 31 de agosto de la Jornada y un 8 de marzo de la Colectiva Feminista en Construcción para recordarnos que vale la pena luchar. Instamos a la Hermandad, la APPU, PARES, la UTIER, la Federación de Maestros, Educamos y todos los sectores organizados a desempolvar sus votos de huelga y ejercer su poder desde la acción. Si sentimos la indignación y el coraje suficiente cuando nos despedimos de nuestras familias los diciembres y los veranos en el aeropuerto, cuando vemos a nuestros abuelos decidiendo entre comida y medicinas porque su retiro no da o lloramos cuando perdemos un ser querido a causa del suicido, (re)conozcamos que sí podemos revolucionar el país. La lucha por nuestra reivindicación seguirá renovándose y aprendiendo de las críticas. No será fácil. Sin embargo, un médico Caborrojeño de antaño me dijo que el enemigo es tan grande como el miedo que le tengamos. Los estudiantes no tenemos miedo. Quien falta eres tú.
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.