En la escuela, seguramente tuvimos maestros que unánimemente consignaron que pasábamos más tiempo en la institución educativa que en nuestros propios hogares; a nivel universitario, posiblemente, no hay avances. Consiguientemente, la época festiva es un periodo agridulce y es una realidad que enfrentan muchísimos estudiantes universitarios.
En ocasiones, la Navidad equivale a un proceso de duelo por lo que una vez conocíamos o considerábamos íntegro en nuestras vidas. No necesariamente compartimos con nuestros padres, hermanos o mascotas con frecuencia o al menos, como antes de abandonar el hogar. Asimismo, nuestras amistades pasan a un tercer plano.
Considerablemente, factores como la distancia, los altos costos de vida y el trabajo añaden barreras adicionales a la hora de visitar nuestros hogares.
Por igual, independientemente de que nos hospedemos o permanezcamos en casa, el factor de la carga académica nos puede alejar de nuestros familiares, mascotas y amigos ausentándonos de momentos claves, como reuniones, celebraciones, logros, entre otras actividades.
Además, en los recesos académicos y administrativos, los universitarios podrían sentirse excluidos o intrusos en las dinámicas familiares, puesto que no son circunstancias habituales. En ocasiones, para los estudiantes, el ambiente no refleja las interacciones en sus hogares antes de partir a la universidad.
Naturalmente, al ver la relación de sus padres juntos e incluso con sus hijos, un estudiante universitario sentiría que no es extrañado, que no hace falta, que ya no forma parte de su vida. Incluso, la “nueva realidad” en sus casas puede promulgar reacciones adversas como los celos y el resentimiento hacia familiares o amigos.
Prosiguiendo el efecto dominó, la incertidumbre del estudiante universitario que regresa a casa impacta a tal magnitud que podría cohibirse de compartir sus experiencias, logros, metas, inquietudes y procurar el apoyo que tanto su familia pudiese proveer.
Sin embargo, al regresar a casa, los universitarios pueden sentirse ansiosos puesto que familiares cercanos o extendidos al igual que conocidos podrían confrontarlos y criticar que no están del todo presentes.
Ahora, la celebración navideña de vuelta en casa no es del todo negativa.
La época festiva se presta para que los estudiantes y los familiares o amigos recuperen el tiempo perdido.
La Navidad es sí es un tiempo para expresar los sentires más profundos del alma, por lo que es válida la vulnerabilidad; no solo le brinda paz para el estudiante universitario, sino que apuesta fortalecer las relaciones parentales e interpersonales de los alumnos.
Consecuentemente, aprovechando e invirtiendo cada momento para crear nuevas memorias, los universitarios redefinirán su realidad o normalidad mientras desarrollan nuevas tradiciones y formas u espacios de confraternización.