Por: Manzana
Durante mucho tiempo, los problemas en Puerto Rico han sido una odisea de nunca acabar. Entre las diferencias en ideología y forma de gobernar, algo que sigue en su apogeo es el problema de calidad de vida en las diversas comunidades a través de la isla.
Ahora las redes sociales han reflejado lo que antes aparentaba ser invisible. La calidad de vida ha sido algo que se ha visto atropellada desde el principio de la historia colonial, pero decir que Puerto Rico no tuvo desarrollo económico falta a la verdad.
El pueblo de Puerto Rico ha invertido desde el principio en su educación, carreteras, servicios básicos y hasta en nuestra querida Universidad de Puerto Rico. El problema no ha sido la inversión, sino que la estabilidad de estas instituciones, cuyo propósito es servir al pueblo, han sido obstaculizadas por el juego de la política.
Sí, muchos podrán decir que el estatus de la Isla es el problema, pero la realidad es que no importa qué estatus obtengamos, la corrupción, la dejadez y la burocracia innecesaria puede existir en todas ellas. Una posible solución es que el pueblo tenga más control en sus instituciones y que exijamos compromiso, cooperación y dedicación a las necesidades de todos los que vivimos en la Isla.
Debemos poder ver nuestra calidad de vida en nuestros alrededores, y por lo visto, mucha de ella ha sido abandonada. Vivimos en una isla que recibe millones de dólares y tiene un presupuesto mayor, en comparación con otros países latinoamericanos. Entonces, ¿por qué estamos tan chava’os? Es una cuestión que todo el mundo se atreve a preguntar, pero no muchos tienen las agallas de contestar.
La falta de instituciones que fiscalicen a la Isla contribuye a crear una clase política altamente corrupta. Es una realidad: nuestro gobierno tiene mucha corrupción y ha sido un mal que llevamos arrastrando por décadas. Muchos dirán: “los sucesos de ese verano del 2019 destapó la olla a los políticos”, pero realmente no fue así.
Lo que destapó la olla fue la respuesta gubernamental a los huracanes Irma y María, el manejo durante los temblores y ahora la pandemia. Los desastres y tiempos malos son los que ponen a prueba a las instituciones gubernamentales. La inversión del pueblo está siendo castigada por las decisiones de ciertas personas y la consecuencia es que todos estamos pagando por esto.
La falta de atención a las comunidades ha contribuido a que organizaciones sin fines de lucro hagan el trabajo que le corresponde al gobierno. Si la Isla sigue como va, pronto veremos anuncios de UNICEF, con los niños de Puerto Rico, pidiendo que donen 25 centavitos para ayudarlos. Claro, lo anterior es una exageración, pero estamos destinados a vivirlo si no exigimos al gobierno que use el dinero de los contribuyentes de forma responsable. Nuestros ciudadanos son el motor del país, sin ellos no hay gobierno y sin pueblo no hay Puerto Rico.
Es increíble ver como muchos predican que el comunismo es el destructor mayor de la democracia en Puerto Rico, cuando los políticos establecidos son los que se comen el futuro de nuestros jóvenes. También es increíble ver a políticos derrotados convertirse en comentaristas para criticar situaciones sociales provocadas por leyes que aprobaron y no benefician a la Isla. Choca observar cómo la administración actual quiere que el cuatrienio pasado no se mencione, cuando todavía los males de esa administración siguen dando candela.
Puerto Rico tiene que despertar y tiene que exigir despolitización de sus instituciones y que se investigue la deuda para evitar que otros buitres se roben la comida de nuestro pueblo. Muy honrados nos fajamos para tener el pan de cada día y muy poco nos quieren dar de vuelta.
Las expresiones vertidas en esta columna de opinión no representan el sentir de Pulso Estudiantil