Por: Luis A. Quintana Ortiz
La Universidad de Puerto Rico (UPR) está entre operar recintos o recibir un recorte presupuestario de $71 millones, adicionales a los ya reducidos desde el 2017. En los últimos años, se ha observado cómo la administración universitaria trata de operar, cada vez más torpe, el sistema universitario cada año con menos dinero. Algo que debemos cuestionarnos: ¿seguro que, con el presupuesto actual, podemos manejar los recintos que componen la UPR? Pues, no.
La UPR está en una crisis en todo el sentido de la palabra. Las estructuras universitarias, en el caso de Río Piedras, están en estado grave. Incluso, si uno decide caminar desde el Complejo Deportivo hasta la Escuela de Arquitectura, podrá ver que todos los edificios o tienen asbestos o están abandonados, por lo menos, parecerlo. No olvidar añadir a ResiCampus, la última residencia estudiantil pública, en su caminata, como un edificio en sus últimos años de operación. Ahora nos movemos a la Asistencia Económica. En las últimas semanas, hemos observado, a través de la prensa, un reclamo por parte de los estudiantes graduados sobre sus horas laboradas sin paga, y la inutilidad de sus ayudantías económicas, según la Certificación 4 (2019-2020) de la Junta de Gobierno. En dicha certificación, se establece las nuevas políticas sobre las ayudas económicas, exenciones no exenciones, para los estudiantes de la UPR. Por último, tenemos el aumento escalonado del crédito que sube una matrícula con 15 créditos, de $1,800 a $2,000 por semestre. Este aumento al crédito no implica, en lo mínimo, a recibir mejor equipo, aumento de profesores o mayor variedad de cursos. Incluso, las recaudaciones adicionales que recibe la UPR, por concepto de matrícula, no cubre ni el 30% de los recortes presupuestarios adjuntos en el Plan Fiscal de la UPR. O sea, ¿se está pagando más para la desmantelación del sistema educativo público? Sí.
Concluyendo, la tercera semana de octubre será recordada como el gran lamento de Haddock cuando aprendió que no puede operar una universidad del Estado sin contribuciones estatales. ¿Se lo dijeron cuando empezó su incumbencia como presidente de la UPR? Sí, los empleados no docentes, los docentes, los estudiantes, los expertos, los no expertos, los vecinos y hasta, probablemente, su sentido común. No obstante, siguió con el discurso de “los recortes se pueden manejar”, sustentado que estaría recibiendo todos los fondos con el alza de matrícula y los fondos federales. Llegó el 2019, aumentaron el crédito, redujeron los derechos estudiantiles a la exención de matrícula, no les pagan a estudiantes graduados, y ahora se dice inmanejable los recortes presupuestarios impuestos por la Junta de Supervisión Fiscal y acogidas, con mucho amor, por la Junta de Gobierno de la Universidad de Puerto Rico. Se debe denunciar la negligencia administrativa del equipo de rectores, y el doctor Haddock. Incluso, señalar a este grupo de funcionarios públicos en posiblemente conspirar en la desmantelación de la UPR y la educación pública superior de Puerto Rico.
¿Qué vamos a hacer?
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.
MPFM