Por: Randiel J. Negrón Torres
Los titulares de los principales medios de comunicación locales e internacionales se han basado en la pasada semana sobre la efectividad, creatividad y lo multitudinario de las manifestaciones de Puerto Rico, en la calle Fortaleza y en todos los rincones del país, que lograron cumplir con su objetivo principal: la renuncia a la gobernación de Ricardo Rosselló Nevares. En 12 días (algunos hablan de más de dos semanas), miles de puertorriqueños y puertorriqueñas se unieron, sin descansar, para sacar a Rosselló de la Fortaleza. Fueron 12 días de manifestaciones, de todo tipo, en las que podemos destacar la Marcha a Fortaleza del miércoles, 17 de julio, y el Paro Nacional del lunes, 22 de julio. Durante esos días, vimos corridas de motoras, cabalgatas y bicicleteadas, entre otras manifestaciones, y todas con una participación enorme como si de un evento nacional y tradicional se tratara. Entre tantas actividades, se dieron también confrontaciones entre manifestantes y la Policía de Puerto Rico que el gobernador, Ricardo Rosselló, funcionarios públicos y algunos medios de comunicación definieron como violentos. Ahora, al culminar esas jornadas de lucha que desembocaron en el éxito de remover a Ricardo Rosselló del poder, se intenta demostrar al mundo cuáles fueron las manifestaciones exitosas y cuáles no. A partir de este momento, intentaremos explicar que, aunque se puedan fraccionar por días o en orden cronológico todas las manifestaciones, el éxito y la victoria de la gente de Puerto Rico es producto de todo lo que sucedió, incluyendo las manifestaciones “violentas” que ahora se intentan ocultar.
La definición de violencia, que proviene del latín violentia, cualidad de violentus, y viene de vis que significa “fuerza” y olentus, que significa “abundancia”. Se trata de un concepto ambiguo que, según Heelas (1982), no es útil en el estudio social y que no puede usarse una definición fuera del contexto cultural en que se origina. Por su parte, Garriga y Noel (2010) hablan de la inflación del concepto de violencia, refiriéndose a que la violencia pierde poder explicativo y lo que se ha buscado con el tiempo es que sea aplicado a tantos fenómenos distintos que pueden ir desde un insulto hasta un ataque terrorista. Por último, Bourdieu y Passeron (1988) mencionan la “violencia simbólica”, que se refiere a la violencia no ejercida por la violencia física. Se trata de la imposición de los sujetos dominantes versus los sujetos dominados. La violencia simbólica aplica al dominio de un gobierno versus sus gobernados. Es simbólica porque existe la voluntad de los gobernados a la obediencia de cara a la autoridad del gobierno. La contradicción está en que la Constitución de Puerto Rico (1952) establece que “el Gobierno y sus poderes estarán subordinados a la soberanía del pueblo de Puerto Rico”.
Martin Luther King, Jr (1958) define que “la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión; es la presencia de la justicia”. Mahatma Gandhi decía que el no violento no puede tratar con neutralidad a las partes de un conflicto violento: el agresor es el enemigo y el agredido es el amigo, aunque responda con violencia. No olvidemos que, según la Biblia, aquel que dijo lo de dar la otra mejilla fue el mismo que, con violencia, expulsó a mercaderes de un templo de oración.
Comencemos por el final. El martes, 23 de julio, el comisionado de la Policía, Henry Escalera, aceptó que la Policía de Puerto Rico provocó un incendio a un vehículo de un manifestante estacionado en las calles del Viejo San Juan, pidió disculpas y aseguró que la Policía de Puerto Rico cubrirá todos los gastos. Las agencias de gobierno, incluyendo la Policía de Puerto Rico, operan con dinero de los contribuyentes y ciudadanos comunes; en conclusión, los gastos a ese ciudadano serán cubiertos con las mismas contribuciones de ese mismo puertorriqueño. ¿Por qué comenzar con ese incidente? Porque cuenta con grandes elementos que se reproducen a lo largo de los 12 días de manifestaciones. El gas que provocó el incendio fue el mismo que, una semana antes, Henry Escalera aseguró que fueron lanzados por manifestantes, quienes lo consiguieron en el mercado negro. El Negociado de la Policía ofreció una imagen, en su cuenta de Twitter, donde se observan los supuestos gases que lanzaron los manifestantes. Gracias a esa imagen, se encontró la página web del fabricante donde se aprecia la información de que ese gas, en específico, solo se le vende a la Policía y a los gobiernos estatales. Partimos de ese evento porque fue grabado y documentado por manifestantes que captaron justo el momento en que entra e incendia el vehículo. Por otra parte, existe otro video de una transmisión en vivo de un medio de televisión local que capta exactamente el momento en que se aprecia que es un miembro de la Policía quien dispara el gas. El mismo medio había enviado una notificación a sus usuarios de la aplicación de teléfono inteligente, minutos antes, informando que se trataba de un incendio provocado por manifestantes. A partir de ahí, podemos poner en duda cualquier acto que se pueda considerar “violento”, sin que medie evidencia.
Ya en la noche del lunes, 22 de julio, se podía apreciar a miles de personas equipadas con protección física: mascarillas para la respiración, protección para los ojos, cascos en la cabeza y vestimenta que les cubría la mayor parte del cuerpo. Protegerse físicamente era la norma ascendente mientras más pasaban los días, las manifestaciones y, con ellas, las confrontaciones entre civiles y la policía. Se podía apreciar a más civiles cubriéndose el rostro con pañuelos o mascarillas; algunos, para evitar los gases y otros, confesaron que temían por represalias en sus respectivos talleres de trabajo. Eran tantas y tantas personas con el rostro cubierto cantando, bailando y consignando en contra del gobernador, Ricardo Rosselló, que llegaba un punto en que se asumía con naturaleza la presencia de las “capuchas”. Del mismo modo, los miembros de la Policía tenían el rostro cubierto con máscaras para gases lacrimógenos. En varios estados de los Estados Unidos, se define como defensa propia un acto considerado violento y que va en contra de la naturaleza, como lo es el asesinato, siempre y cuando una persona entrase a una propiedad sin el consentimiento del dueño o dueña. A ninguno de los manifestantes arrestados se les incautó ningún objeto o bien que no sirviera como defensa de la misma persona. El martes, 16 de julio, el comisionado de la Policía declaraba, a la prensa, que la confrontación de la noche anterior (lunes, 15 de julio) había dejado un saldo de 21 policías heridos, pero, horas antes, alegaba tener información final de 11 policías heridos. Nunca se ofreció información del total de civiles heridos en las manifestaciones, aunque las redes sociales son testigos de los cientos de usuarios que publicaron fotos y videos de heridas causadas por los disparos de bala, que penetraban la piel de los manifestantes y de los gases lacrimógenos, cuyos efectos son nocivos para el sistema respiratorio. No contamos ni con imágenes ni información de quiénes son los oficiales heridos. El miércoles, 17 de julio, la Policía informó que los manifestantes utilizaron pirotecnia para atacar a la uniformada, pero, un video de un oficial colocando fuegos artificiales en el mismo centro de la formación de los destacados, pone en duda esta información. Más dudas genera aún que se asegura que la Policía fue atacada con bombas “molotov”, mas no se reportó ni un solo oficial herido. Esa misma noche, un joven publicaba una foto con tres heridas de bala en la frente, causadas por armamento de la Policía de Puerto Rico.
Decenas de medios internacionales reportaban el posible abuso de poder, por parte de la uniformada, en contra del ciudadano que ejercía su derecho a expresarse. Los medios locales tradicionales resaltaban que las manifestaciones multitudinarias acababan siempre en confrontación con la Policía. No fue hasta el lunes, 22 de julio, después de la manifestación política con mayor participación en la historia de Puerto Rico que culminó, aproximadamente, a las 4:00 p. m. y acompañada por la continuidad de los reclamos en la calle Fortaleza en horas de la noche, que los medios de comunicación locales se hicieron eco de la información evidente de que la Policía se dispersaba toda la manifestación a las 11:00 p. m., alegando que se convertía en una manifestación ilegal (concepto que no se concibe en el Código Penal de Puerto Rico). El martes, 23 de julio a las 11:00 p. m., un día después del incidente del vehículo incendiado, se leyó la Constitución de Puerto Rico. La Policía no volvió a dispersar ninguna otra manifestación. En la historia moderna de Puerto Rico, nunca se había visto tanta confrontación consecutiva en el Viejo San Juan.
El objetivo común era remover a Ricardo Rosselló de la gobernación, y se logró. La ausencia de conflicto solo es posible ante la ausencia de interacción entre dos o más personas, y en una sociedad nunca existe ausencia de interacción entre sujetos. Es preocupante que los mismos medios que reseñaban las confrontaciones, por encima de otros tipos de lucha y expresión, ahora intenten convencer al mundo exterior que el éxito fue alcanzado, únicamente, con lo que se entiende por “pacífico”. Todo lo que sucedió entre el jueves, 11 de julio y el miércoles, 24 de julio, fue un ejemplo de cómo hacer valer la voluntad de un pueblo. No ocultemos nada al mundo de lo sucedido en julio del 2019. No fue violento ni pacífico. Fue efectivo, fue democrático, fue participativo, fue exitoso; pero, sobre todo, fue y será porque no se puede ocultar la historia ni tapar el cielo con la mano. Si la violencia es abundancia de fuerza según su definición, un Estado es violento con el poder que su población le otorga al elegirlo. No es violencia que esa misma población haga valer su soberanía al expresar su deseo de removerle ese poder a quien se le otorgó. Eso es acabar con los violentos. No lo ocultemos.
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.
Editado por: Melanie Paola Franco Marrero