Por: Eunice M. Ortiz
Durante las últimas semanas, hemos experimentado una serie de eventos con nuestra niñez y juventud que están estrechamente ligados al deterioro de nuestras condiciones sociales, políticas y económicas. Niños y niñas que han sido secuestrados, otros perdieron la vida esperando atención médica y, en el peor de los casos, siendo asesinados.
Los sucesos mencionados tienen su raíz en la macroestructura y el hogar como microestructura que aprende, reproduce y normaliza conductas violentas. La violencia intrafamiliar se denomina el tipo de violencia que ocurre entre miembros de una familia, y que puede tener lugar en el entorno doméstico o fuera de él. Surge como respuesta o manifestación de las desigualdades sociales y políticas que históricamente han afectado nuestra isla.
Rita Córdova en su libro Madres que Torturan y Padres que asesinan, Intervención Psicosocial con Familias Puertorriqueñas Maltratantes, menciona que, en este tipo de familias, existe un paralelismo entre las relaciones de poder de dominación y subordinación que se dan entre Puerto Rico y Estados Unidos, similares a relaciones de poder de dominio y subordinación que es idiosincrática de nuestras familias violentas.
La violencia intrafamiliar es una consecuencia del poco o ningún acceso a servicio de apoyo y acompañamiento para el desarrollo de nuevas formas de convivencia saludables que aspiren a la cohesión familiar.
Los y las Trabajadores/as Sociales están directamente inmersos/as en estas situaciones, pero no son ellos y ellas quienes les fallan, sino el sistema burocrático e incompetente que tenemos. Estos profesionales, día tras día, se esfuerzan en dar el mejor servicio a miles de familias y niños/as, pero los recursos que se les brindan muchas veces no les da para cubrir la necesidad.
Como futura trabajadora social, reconozco que necesitamos una reestructuración del sistema que aspire a la prevención y no al castigo. Al acompañamiento y no al señalamiento, pero, sobre todo, a la vida y mejores condiciones sociales para el desarrollo de nuestra niñez y juventud.
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.