Miembros de organizaciones estudiantiles y laboratorios científicos narran sus experiencias
Por: Andrea K. Luna Pedraza y Christian A. Carmona
Cuando la estudiante de Geografía Solange Otero Rivera se despierta en la mañana, lo primero que siente es preocupación. El sonido de las notificaciones del celular, que muestran noticias negativas sobre el clima, se convierte en su alarma, y el contenido de esos anuncios, en un factor de estrés.
“Estoy preocupada por cuán limitada estoy de colaborar, y que otras personas se afecten por los efectos de este cambio climático”, expresa Otero Rivera mientras maneja un sistema de información geográfica. “Me he dado la tarea de conocer los retos para ayudarles. Mi motivación son las comunidades”, añade.
Solange Otero Rivera manejando el sistema de “mapeo geográfico” (Christian A. Carmona)
Otero Rivera, desde enero de este año, colabora en el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Río Piedras, dirigido por el profesor de Geografía Amílcar Vélez Flores. Como parte de sus tareas, Otero Rivera se encarga de buscar y analizar información relacionada con el tema de estudio, hacer lectura de publicaciones y verificar la credibilidad de los datos obtenidos. Su director considera su participación como crucial para la propagación de iniciativas que se encarguen de velar por la conservación del medio ambiente.
“Es vital, y es algo que debería haber en cada ámbito de la ciencia. Estos estudiantes tienen la oportunidad de transmitir estos conocimientos a individuos de escuela elemental, intermedia, superior y otros centros educativos”, opina Vélez Flores mientras organiza dos maletines negros que contienen los drones utilizados para el “mapeo geográfico«.
La iniciativa de incluir a jóvenes en espacios de instrucción ambiental se extiende a colectivos universitarios como la RCE-UPRRP, Sociedad Eco-Ambiental (SEA) y el Capítulo Estudiantil de la Sociedad Ambiente Marino (Cesam), todas organizaciones estudiantiles de la Facultad de Ciencias Naturales de la UPR en Río Piedras, y a la Organización Estudiantil de Biología Marina Costanera (OEBMC) de la UPR en Humacao.
Como una de sus respectivas misiones, estas organizaciones intentan engrandecer sus matrículas con jóvenes universitarios dispuestos a educar a la comunidad sobre la importancia de conservar el medio ambiente.
El copresidente del Cesam, Julio A. Campis Díaz, quien cursa su quinto año universitario y es estudiante del bachillerato de Biología, considera que, por la localización geográfica de Puerto Rico, la participación juvenil en los espacios de lucha contra el cambio climático es de crucial importancia.
“Puerto Rico es una isla tropical, en el Caribe, muy pequeña, y que constantemente está siendo expuesta a fuerzas naturales que no están en nuestro control”, explica. “Nosotros, más que cualquier otro país, deberíamos preocuparnos por el medio ambiente porque nos da la vuelta por todo Puerto Rico”, opina.
Cesam es una organización estudiantil fundada por la Sociedad Ambiente Marino (SAM). Su misión es concientizar a la ciudadanía puertorriqueña sobre la importancia de los ecosistemas marinos a través de investigaciones científicas, trabajos educativos en las escuelas, voluntariados y proyectos de desarrollo profesional para los estudiantes.
“Uno de los trabajos más importantes que hacemos es que los estudiantes se certifican como buzos y tienen la oportunidad de trabajar en Culebra con la Sociedad Ambiente Marino”, detalla el copresidente.
Campis Díaz también explica que el voluntariado que hacen con la SAM conlleva hacer trabajo de mantenimiento en fincas de corales, realizar sus propias investigaciones a través de un mentor asignado de la SAM y formar parte de múltiples proyectos creados por la organización.
“Nosotros fuimos la primera organización marina en Puerto Rico que empezó a tomar datos sobre la pérdida de playa y el aumento en el nivel del mar en Puerto Rico”, cuenta el estudiante. Campis Díaz también explicó que los alumnos, además de hacer trabajo científico, dan charlas en escuelas a través del año sobre la biología marina, organizan limpiezas de playas, bucean recreativamente, cazan peces leones y llevan a los integrantes de la organización estudiantil a instituciones académicas de biología marina.
“[Las] organizaciones ambientales brillan por la participación de los jóvenes”, opina. “Ellos son los que van a ser los profesionales del futuro, y los que van a hacer y ver el cambio. De aquí a 40 años, tal vez las personas mayores no van a estar, pero tenemos a los jóvenes que, si van a sufrir esos cambios y que, por ende, son responsables de ese futuro”, añade.
En tanto, la presidenta y fundadora de la RCE-UPRRP, Julibeth Padilla Martínez, comenta que ha visto un incremento en la matrícula del círculo estudiantil al que pertenece. «Los jóvenes queremos aportar algo», comenta.
“Al principio, en el 2023, éramos 10 miembros en la RCE-UPRRP. Ahora, en el 2024, somos 42 los estudiantes que militan en la organización”, detalla Padilla Martínez, quien es estudiante de tercer año de Ciencias Ambientales en la Facultad de Ciencias Naturales de la UPR en Río Piedras. “Esa alza se debe a la divulgación que se hizo en el Centro Universitario, durante la Feria de Organizaciones Estudiantiles. La gente se interesa porque no solo discutimos el factor ambiental, sino que también el social y económico”, añade.
Julibeth Padilla Martínez, además de presidir la RCE-UPRRP y realizar un bachillerato en Ciencias Ambientales, también completa un grado menor en estudios de Energía Renovable (Christian A. Carmona)
Padilla Martínez también opina que la participación de los jóvenes en estos foros, es crucial porque considera que esta comunidad está encargada de ejercer una acción activa ante lo que ocurre en el planeta.
“Los jóvenes somos el futuro del país y aunque no estudiemos el ambiente, debemos considerarlo porque [el descuido] nos afecta directamente a todos”, detalla la presidenta de RCE-UPRRP, organización dedicada a instruir a miembros de la comunidad en temas relacionados con la sostenibilidad en Puerto Rico.
Atraer a los jóvenes a grupos ambientales, sin embargo, puede representar un reto, pues supone una carga adicional para los estudiantes, reconoce la coordinadora de actividades de la SEA, Igneri Rodríguez Carrillo. Pero opina que, con la creación de actividades con las que los estudiantes se puedan relacionar la dinámica será distinta.
Igneri Rodríguez Carrillo explica el proceso de organización del thrift shop que organiza junto a la SEA (Andrea K. Luna Pedraza)
“Al menos una vez al mes, hacemos lo que llamamos un intercambio ecológico. Traemos un thrift shop de parte de la SEA, y las personas participan. He notado más conciencia, en los jóvenes, de la ropa y de los daños que puede causar al medio ambiente», explica Rodríguez Carrillo. Luego, [los estudiantes] vienen a donde nosotros y nos preguntan cuándo ocurrirá el próximo intercambio. También, he visto aumentar la participación de estudiantes de otras facultades en nuestras actividades», añade.
La vicepresidenta de la OEBMC, Paola Peñalver Sánchez, quien cursa su tercer año en el bachillerato de Biología Marina Costanera en la UPR en Humacao, considera que conservar el medio ambiente es responsable.
«He visto de primera mano cómo los jóvenes están tomando el interés mayor [por conservar el medio ambiente]. Tenemos organizaciones como Clear Waters y CRES, que recogen muchas libras de basura, y la mayoría son jóvenes participando», detalla.
Paola Peñalver Sánchez explica que participa en iniciativas relacionadas con la conservación del medio ambiente porque siente que es su responsabilidad (Christian A. Carmona)
La OEBMC es una organización estudiantil que pertenece al conjunto de grupos extracurriculares de la UPR en Humacao. También, la integran estudiantes del bachillerato en Biología Marina Costanera, el único programa subgraduado de esta índole en el sistema de la UPR. Actualmente, la asociación cuenta con la participación de 79 estudiantes.
«Participamos mucho de la limpieza de playas. Todos los años se trata de hacer una o dos. También, y para integrarlo con nuestros estudios, convocamos muchos talleres que tengan que ver con internados y escuelas graduadas, para buscar opciones de estudios graduados y proyectos que tengan que ver con la conservación del ambiente, como el de la producción de carrucho», explica.
Una de las jóvenes que también se interesa por el futuro del medio ambiente es Deborah Rivera Ortega, quien es estudiante de Ciencias Ambientales y maneja la creación de contenido digital del Cesam. Además de preocuparse por el medio ambiente, la razón por la que la joven se interesa por estas causas es porque es un tema que a ella simplemente le gusta. “A mí me ha encantado el agua desde que yo tengo memoria”, comenta Rivera Ortega.
Al igual que Campis Díaz, la estudiante sostiene que es importante que los jóvenes estén presentes en los espacios de lucha por la conservación del medio ambiente. También, Rivera Ortega comenta que ha brindado charlas a los niños y explica el interés que tienen.
“A ellos les interesa. Son temas que se ven sencillitos, pero que no todo el mundo los [habla], y que despiertan interés”, comenta. “Se ve la diferencia de cuando tú entraste al salón, y les dijiste algo, a cuando tú te vas”, añade.
Aunque lee información y noticias negativas sobre la crisis ambiental, vinculadas con el calentamiento global, las inundaciones y otras situaciones atmosféricas, se mantiene motivada y decidida a provocar un cambio. “Yo sigo motivada, honestamente, porque sé que hay mucha gente que tiene mucha desinformación, mucha gente que es simplemente ignorante y a mí me encanta el debate”, cuenta entre risas.
“Mi motivación surge de que es algo que yo disfruto, y que me gustaría que otra gente también disfrutara”, añade mientras cuenta, con emoción, la satisfacción que tuvo cuando vio erizos durante un evento de conteo del Cesam, porque sintió que aportó su granito de arena.
Deborah Rivera Ortega mientras explica cómo fue su experiencia enseñándole a niños sobre la importancia de la conservación del medio ambiente (Andrea K. Luna Pedraza)
“Es gracias a organizaciones como estas que los estudiantes tienen la oportunidad de, además de hacer cosas nuevas, aprender durante el proceso. Por Cesam, yo conseguí el internado de tortugas marinas y también saqué mi certificación de buceo”, comenta Rivera Ortega. “No todo el mundo puede decir que trabajó con tinglares”, concluye sonriente.