Nota de la editora: esta es la segunda parte de un reportaje especial sobre el aborto en Puerto Rico
Al igual que la escasez de clínicas proveedoras de aborto, otra de las limitaciones para las terminaciones de embarazo es que no existe una educación sexual integral con perspectiva de género en las escuelas de Puerto Rico.
Casi todas las muertes y discapacidades por aborto podrían prevenirse mediante la educación en sexualidad, el uso de métodos anticonceptivos eficaces, la provisión de abortos inducidos legales y seguros y la atención oportuna de las complicaciones, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La educación con perspectiva de género es una herramienta que se usa como vehículo de equidad enfrentándose a los discursos patriarcales que, muchas veces, reproducen grupos desde sus ideologías religiosas.
“La religión como la sexualidad es un asunto individual, así que lo que una persona haga con su cuerpo no me debe afectar a mí, al igual que lo que yo haga con mi religión no le debe afectar a otra persona”, expresó la directora de comunicaciones de Taller Salud, Alexandra-Marie Figueroa Miranda.
El fundamentalismo
Por un lado, el movimiento feminista lucha por el bienestar emocional y físico de las personas gestantes y su derecho a la autodeterminación de sus cuerpos, visibilizan la falta de acceso a servicios de aborto y desmienten la idea de que el aborto es un asunto moral. Es un asunto de salud esencial y acceso; es un derecho humano.
Por otro lado, el movimiento fundamentalista ha conseguido fomentar sus ideas y discursos patriarcales en la sociedad. El grupo comparte mitos relacionados a la moralidad del aborto, un servicio que es de salud pública.
“El sector fundamentalista es uno que maneja mucho los medios, es un sector sumamente organizado y creo que no hemos tenido la capacidad para poder contrarrestar el daño que han hecho. Han mitificado y han dañado la perspectiva de género”, aseguró Pedraza Izquierdo.
La directora de la clínica sin fines de lucro IELLA, Mayra Díaz Torres, añadió que en Puerto Rico existen grupos religiosos y conservadores que se ubican frente a las clínicas de aborto e intervienen con las mujeres que acuden a las clínicas a ejercer su derecho para desalentarlas a entrar.
“Ellos se paran frente a las clínicas de aborto, y en vez de defender a las mujeres, la dignidad y la confidencialidad de las mujeres, ellos deciden defender la acera y hostigar a las personas”, dijo Díaz Torres.
Próximamente, según la también integrante de Aborto Libre Puerto Rico, la campaña estará adiestrando escoltas, personas que cuiden a las personas gestantes que buscan un servicio de aborto.
Uno de los mitos más concurridos por el grupo fundamentalista es que hay un síndrome postaborto. Sin embargo, la realidad es que no existe evidencia científica de que esto sea cierto.
“No hay evidencia científica de que haya un síndrome postaborto. Sí hay unos sentimientos de culpa y de tristeza que se pueden manifestar, pero todos esos sentimientos están vinculados al estigma social que carga el aborto”, indicó la activista feminista integrante de la campaña Aborto Libre Puerto Rico Grisaly Pedraza Izquierdo.
Según un estudio de la Universidad de California San Francisco (UCSF), a cinco años de abortar, el 95% de las personas afirmaron sentir paz con su decisión.
La falta de acceso a la salud reproductiva es violencia
Según la OMS, la violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia, o es muy probable que tenga como consecuencia, un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.
Es decir, quitarle la capacidad a una persona de estar en su mejor estado físico y emocional es violencia.
La también estudiante de Derecho, Figueroa Miranda aseguró que “es violencia no llevar a una persona enferma a un hospital, así que es violencia que una persona no esté bien informada sobre las decisiones que toma sobre su cuerpo y sobre las opciones que tiene para con su cuerpo”.
Las personas que son atravesadas por varias opresiones que convergen son más vulnerables y afectadas, reiteró Díaz Torres.
“Es como un bizcocho. Yo pienso así en las interseccionalidades. Si yo soy pobre, es un piso del bizcocho y se monta otro piso cuando soy inmigrante, o cuando soy negra, o cuando soy queer, cuando soy madre soltera. Y todo eso hace que el acceso a condiciones dignas sea menos”, explicó la también doula de aborto certificada por el Boston Doula Project.
Por su parte, la Colectiva Feminista en Construcción lideró, en repudio al alza de los casos de violencia de género en Puerto Rico, la marcha “¡Vivas nos queremos!”este pasado lunes, 28 de septiembre.
A más de un año desde que la gobernadora, Wanda Vázquez Garcéd, declarara un estado de alerta, las feministas caminaron desde el Cementerio Santa María Magdalena de Pazzi (La Perla) en el Viejo San Juan hasta la Fortaleza para reclamar la declaración de un Estado de Emergencia contra la violencia de género, los feminicidios, las desapariciones de niñas y mujeres en la isla, y el derecho a la salud accesible.
Siendo también el Día Internacional de la Despenalización del Aborto, las feministas caminaron las calles de San Juan con sus pañuelos verdes en solidaridad con la lucha al aborto libre.