El reloj marcaba las 4:24 de la madrugada del 7 de enero cuando un sismo de magnitud 6.4 en la escala Richter interrumpió el sueño de Brittany Velázquez Irizarry, quien se encontraba en su apartamento, ubicado en el segundo piso de Montemar Apartments del sector El Tuque en Ponce.
Luego del temblor, y en medio de la oscuridad debido a la falta de luz eléctrica, Velázquez Irizarry y sus vecinos decidieron retirarse de sus hogares debido a que viven en una zona de tsunami, y las alarmas no fueron activadas, relató.
Desde esa noche, la estudiante de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Ponce duerme en su carro en un estacionamiento del complejo de vivienda Punto Oro, en este municipio, debido a que su residencia recibió daños estructurales.
“No nos podemos quedar allí debido a que las escaleras están a un hilo, o un terremoto básicamente de magnitud 5 o más, para caerse”, recordó la estudiante de quinto año.
Desde el 7 de enero, Velázquez Irizarry no ha podido trasladarse a su apartamento en el Tuque, y, mediante la unión de esfuerzos de los miembros de su comunidad, han podido subsistir.
La también representante estudiantil comentó lo difícil que ha sido perder su hogar, y cómo su trabajo le ha servido como mecanismo para despejarse. No obstante, a Velázquez Irrizarry, le preocupa cómo la administración de la UPR de Ponce no ha tomado en cuenta la salud mental de los estudiantes ante el inicio de clases.
“Yo me atrevo apostar que más del 50% del estudiantado de la UPR en Ponce, actualmente, su salud emocional está completamente deteriorada, y no ha sido algo que han evaluado”, indicó Velázquez Irizarry.
En cambio, para Andrea Cedeño Rodríguez, el terremoto que ha mantenido a 8,000 refugiados en el área suroeste de la Isla no causó daños estructurales en su hogar, pero ha provocado síntomas de ansiedad en miembros de su familia.
“Mi mamá no se controla, se pone bien nerviosa, y, por cada ruidito que ella escucha, brinca”, relató.
Rodríguez Cedeño reside en Yauco, y su casa ha servido de refugio para cinco de sus familiares que han recibido daños y no se sienten seguros en sus hogares.
Además, Cedeño Rodríguez señaló que le da miedo ir a la universidad debido a los constantes movimientos telúricos en el área.
“En la UPR de Ponce hay un montón de estudiantes que son de Guánica, Yauco, Peñuelas, Guayanilla, y no están pensando en esos estudiantes”, enfatizó la estudiante de segundo año.
Sin embargo, la también estudiante de Psicología y Salud Mental se ha obligado a acostumbrarse a las constantes réplicas por los efectos negativos que se producen en su cuerpo.
“Con tanto temblor, sobre todo por las madrugadas, yo tengo que empezar a manejar esto porque, si no, no duermo, no como”, señaló la alumna de segundo año.
La Universidad de Puerto Rico en Ponce iniciará sus labores académicas el martes, 21 de enero, después de que ingenieros estructúrales certificaran como “seguras” las instalaciones de la institución. Debido a esto, la representante estudiantil Velázquez Irizarry, indicó que le “parece completamente injusto e irracional que comiencen las clases cuando aún la situación no se ha manejado de la mejor manera, y no se han estabilizado”.
GCP