El cabello rizo, especialmente el cabello afro, es visto con malos ojos a la hora de buscar trabajo. El pelo se considera parte de la presentación de los candidatos, al igual que su ropa. ¿Por qué, entonces, tendrían algunas personas que recoger sus rizos o estirarlos para competir por un puesto si estos no demuestran falta de profesionalismo?
Al fijarse en este fenómeno, lo primero que se puede pensar es que es tan solo otra razón que buscan «los pelús» para protestar. Sin embargo, no se toma en cuenta el racismo que todavía se experimenta en Puerto Rico.
«El pelo malo», «el pelo pasú», y otras frases y adjetivos se utilizan para describir el cabello afro en nuestro archipiélago. Es necesaria la distinción: se utilizan para describir el pelo afro, no el rizo. Porque, en muchos casos, el pelo afro se encuentra en cuerpos negros.
«En Puerto Rico no hay racismo. Todos somos negros. Somos una mezcla del indio taíno, del español y del negro africano». Esa es la respuesta que brindan muchas personas cuando se menciona la palabra «racismo» y se habla sobre ella en el contexto de Puerto Rico.
El discurso de que «todos somos negros» remite al «colorblindness» de algunas personas blancas en Estados Unidos. Este término, que significa «daltonismo» en español, se refiere a un fenómeno en el que las personas se rehúsan a brindarle importancia al color de piel de otros individuos para tratarlas a todas »por igual».
En teoría, el daltonismo puede sonar como un buen concepto, pero en la práctica, no funciona. Las minorías en Estados Unidos, especialmente los negros, necesitan que se les trate distinto que a los blancos, e incluso a los latinos, por ejemplo. Las cicatrices emocionales (y físicas) que tiene esta comunidad tras más de 400 años de opresión, entre la esclavitud y la segregación, significa que se debe trabajar para respetar la dignidad de estas personas; tratarlos mejor.
Tratarlos mejor no significa tratarlos como si fuesen personas blancas. Significa tomar su historia y el sufrimiento al que todavía se enfrentan en su diario vivir, y partir de la premisa de que ellos tienen heridas que necesitan sanar.
Así que, sí, necesitan que se les trate diferente. Por eso existe el movimiento «Black Lives Matter» en vez de «All Lives Matter». Todas las vidas importan, pero las vidas negras son las que se están arrebatando de sus familiares y seres queridos.
Relacionando este fenómeno al caso puertorriqueño, es necesario tomar en cuenta que no todas las personas con cabello afro son negras o afrodescendientes. Sin embargo, todas las personas con cabello afro, negras o no, se enfrentan tanto al prejuicio como al daltonismo en Puerto Rico.
Se enfrentan a estos fenómenos porque a los niños con pelo afro hay que recortarlos antes de que empiecen la escuela, y porque las niñas con esta misma textura de cabello crecen odiando su melena. Porque niños y niñas tienen que escuchar la pregunta, «¿puedo tocar tu pelo?» y no molestarse, y consentir a que se les trate como a un animal exótico en el zoológico.
Cuando llegan a la adultez, muchos de estos niños se han maltratado sus cueros cabelludos con químicos, y se han quitado «el problema» de encima. Otros, han pasado por el proceso de alisarlo y estirarlo, pero deciden que quieren tener sus rizos de nuevo, así que se lo cortan y dejan crecer en su patrón natural.
Unos pocos nunca se han dañado los rizos.
Los que, a la adultez, tienen su cabello afro, se enfrentan a más factores que significan limitaciones a la hora de conseguir empleo. Su cabello se considera «poco profesional». ¿A qué realmente se refieren al decir eso?
¿Por qué el cabello afro les resta inteligencia o credibilidad? ¿Por qué los hace menos aptos para trabajar? ¿Qué diferencia tiene el pelo afro del pelo lacio u ondulado, que no sea estética?