Por: Gloried M. Rodríguez Amador
Con bomba, plena, baile y regocijo, decenas de personas realizaron una vigilia en el antiguo Cantón de Loíza para recordar a todas las personas fallecidas en Estados Unidos y Puerto Rico debido a la violencia racista.
A pesar del duelo palpable en la atmósfera, los presentes aplaudieron, rieron, gozaron y disfrutaron de las presentaciones artísticas que se realizaron aledañas a las orillas del río Grande de Loíza.
A la actividad, organizada por el equipo de la Revista Étnica y el Colectivo Ilé, llegaron decenas de personas usando camisas con mensajes celebratorios de la negritud como: “Not lucky, blessed [to be black]” (no soy suertuda, sino bendecida, [de ser negra]), “afrodescendiente” y “Bieké o muerte”.
El evento se organizó para respaldar el movimiento Black Lives Matter (“Las Vidas Negras Importan”, en español), que ha movilizado a diversos grupos en ciudades estadounidenses reconocidas como: la Ciudad de Nueva York, Houston, Texas, y Los Ángeles, y California.
Personas declamaron poemas; cantaron bomba; tocaron plena; montaron un altar y espacios para la expresión escrita; y mencionaron los nombres de algunas personas fallecidas como consecuencia de la violencia racial en Estados Unidos. Varias de esas presentaciones, como una plena y un poema, giraron en torno a las últimas palabras de Floyd antes de morir: “No puedo respirar”. La falta de aire se convirtió en un símbolo para representar el sentimiento de las personas afrodescendientes en Puerto Rico.
De igual manera, contaron la historia del antiguo Cantón de Loíza y sobre una familia que, en la década del 1980, transportaba personas por el río Grande de Loíza cuando no existía un puente para conectar ambos lados.
Mientras más personas se presentaban al Cantón, más flores, fotos y mensajes se añadían al altar. Más velas. Más buenos deseos. Más luto.
Pero, a la vez, más gozo en la bomba, más sentimiento en el baile, y más mensajes positivos en los tablones de expresión. Más orgullo de ser afrodescendientes, de tener pelo rizo y de las tradiciones heredadas de los negros africanos esclavizados.
Las matices de la violencia racista
Asimismo, personas llevaron banderas y pancartas que denuncian la violencia racista y que también representan otras comunidades. Marielle de León Toledo llevó la bandera que representa a la comunidad trans, la cual tiene cinco rayas: dos azules, dos rosas y una blanca en medio. De León Toledo la cargó sobre su espalda y el viento la ondeó.
“Tengo la bandera trans aquí para reconocer que muchas mujeres trans, negras también, han sido asesinadas, en parte por transfobia, pero también por racismo”, explicó De León Toledo, mostrando la complejidad de la violencia racial y la brutalidad policiaca.
En Puerto Rico, Neulisa “Alexa” Luciano Ortiz, Serena Velázquez Ramos y Layla Pérez Sánchez son tres de las mujeres trans asesinadas en Puerto Rico en lo que va del 2020. En Tallahassee, Florida, Estados Unidos, asesinaron el 27 de mayo a Tony McDade, un hombre trans.
También, Marta Villanueva, hermana de Adolfina Villanueva, relató la historia del fallecimiento de su hermana a manos de un agente de la Policía. Adolfina Villanueva murió en 1970 en medio de un proceso de desahucio, y Marta Villanueva, con su “face shield” y un micrófono en la mano, explicó que la muerte de Floyd en Estados Unidos la llevó a revivir la muerte de su hermana.
Además, puntualizó el sufrimiento de las personas afrodescendientes en Puerto Rico cuando se invisibiliza la violencia racial que se da en el archipiélago.
“El racismo es transparente aquí [en Puerto Rico]. Invisible. Nos hacen creer que somos una mezcla para suavizar el racismo. [El discurso sobre la mezcla de razas] es una expresión para maquillar el racismo”, enfatizó Marta Villanueva.
EGMN