Por: Valeria Alicea Guzmán
La repentina adaptación a la modalidad de educación a distancia representa un reto para los estudiantes universitarios. El escenario de Naysha Z. Padró Marrero es más complicado por tener la obligación de estudiar y trabajar durante la pandemia.
Padró Marrero explicó lo difícil que ha sido “trasladar la rutina diaria a casa”, trabajar y cumplir con la carga académica.
“Siento que tengo muchos roles. Tengo compromiso con mi trabajo, con mis estudios, y compromiso con las asociaciones estudiantiles”, puntualizó la estudiante, quien labora como cajera en un colmado hace un año.
Para la estudiante de la Escuela de Comunicación las tareas durante jornada laboral, que mayormente comienza a las 8:00 a. m., no se limitan a cobrar el dinero por los artículos que compran los clientes. Según la universitaria, al ser la única persona que trabaja en el turno tiene que “dar abastos” para cobrar, atender a las personas y mantener limpio el establecimiento.
“A veces trabajo tres días o cuatro. Somos cuatro empleados y mi jefe trata de distribuir el horario. No me imagino la gente que tiene dos trabajos y estudia”, sostuvo Padró Marrero, quien labora en turnos de cinco horas.
Además, reconoció que, aunque los horarios de trabajo no coinciden con el de los cursos, cuando tiene clase a las 1:00 p. m. y no ha llegado a la casa, se conecta desde el teléfono mientras conduce para cumplir con la asistencia.
“Los profesores no cayeron en cuenta de que esto cambió, que nuestro ambiente cambió. Hay profesores que no se acoplaron al sistema en línea y están dando trabajos como para terminar el bachillerato”,
añadió la estudiante de Periodismo de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras.
A pesar de que intenta organizar su rutina para adelantar las tareas académicas, la alumna expresó que “los profesores han confundido la cuarentena con tiempo libre” y le preocupa que otros estudiantes no tienen los recursos para acceder a las clases en línea y realizar los trabajos asignados.
La riopredrense reveló que desde antes de la cuarentena padecía de ataques de ansiedad. Para poder manejar sus emociones durante el distanciamiento social hace ejercicios, y también reconoció que ser empática con las personas “puede ayudar a liberarnos y sentir paz”.
Otra inquietud que manifestó Padró Marrero es que al trabajar en contacto directo con el público corre el riesgo de infectarse y contagiar a su familia por el coronavirus.
“No Mi mayor temor es que la gente siga pensando que es mentira. Me preocupa que la gente no tome consciencia y esto se siga alargando. Yo puedo aguantar bastante el encierro, pero hay personas que no van a poder seguir aguantando”, confesó.
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