Por: William Felix, MD CAQSM / MPFM
Ha quedado evidenciada claramente la veracidad de esa parábola bíblica que tanto escuché de niño: “de la abundancia del corazón, habla la boca”.
Acá entre nos, señor gobernador, what were you thinking?! Honestamente, no me extrañaría su silencio ante esta interrogante. Para su desgracia, las expresiones que usted plasmó a conciencia y en pleno uso de sus facultades no se las llevará el viento. Tendrá que pagar por su indiscreción.
En un principio admiré su gesta proactiva y conjunta con el movimiento “Diasporican”. Se dio cuenta que nuestra creciente presencia en los Estados Unidos ha transformado el mapa geopolítico de este país. Cada vez somos más; día a día, se fortalece la Borincana en tierras lejanas. Nuestro voto en territorio americano irá siempre dirigido a quienes representen los mejores intereses de nuestra isla. Usted lo sabe, sus viajes y reuniones recurrentes con líderes locales en la Florida Central lo evidencian.
Fuimos los primeros en ir puerta por puerta rogando la contribución y ayuda de nuestros vecinos después que María partiera en dos la isla. Caucásicos, afroamericanos, hispanos y asiáticos se desbordaron en amor y dádivas por Puerto Rico. No le sacamos el puño de la cara a nuestros gobernantes para que, ante cualquiera, defendieran lo justo. Hicimos ruido y dimos el alma. Lo hicimos porque sí o sí Ricky, sin esperar nada a cambio. Era y seguirá siendo nuestro deber velar por el bienestar de nuestra cuna.
¿Qué pretendo con este recuento? Validar la inevitable importancia de la diáspora boricua en los menesteres diarios de nuestra isla, te guste o no. Tenemos el mismo derecho a reclamar y ser correspondidos. Por ello, nos unimos al llamado de la gran mayoría de nuestro pueblo: ¡renuncia, Ricky! La vergüenza mundial que has creado no tiene precedentes; nos serviste en bandeja de plata a quienes necesitaban poco para justificar el trato desigual. Diste un golpe bajo y bastante contundente a nuestros esfuerzos de establecernos como mayoría entre las minorías y así tener el respeto y poder que beneficia nuestra comunidad Boricua aquí y allá. Perpetuaste el estereotipo. Fracasaste de la peor manera en cumplir con el compromiso que pedíamos: cuidar de los nuestros.
Nos costará tiempo recuperarnos de tu berrinche escrito y negligencia. Nuevamente, nos levantaremos. Esta vez, sin ti en el panorama, quedarás relegado a un mal recuerdo. Es hora de que la isla comience a sanar: ¡renuncia ya!