Todo comenzó con el reportaje investigativo “de las 889 páginas de Telegram entre Rosselló y sus allegados”, difundido por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) en su página web el sábado, 13 de julio del año pasado, los comentarios despectivos hechos por los funcionarios públicos del país en el chat privado provocaron la indignación de los ciudadanos en Puerto Rico.
La información filtrada en el chat, se sumó al malestar colectivo que ya acumulaba problemas que enfrentaba la isla, desde la corrupción, la deuda que ha suscitado recortes a servicios públicos, hasta los estragos y las huellas que dejó el huracán María en el 2017; razón que motivó a los puertorriqueños a expresar su desacuerdo en diferentes protestas. Entre ellas, cacerolazos programados, marchas, el uso de “hashtags” tales como #RickyRenuncia, #RickyTeBoté, #RickyLeaks y #TelegramGate con el propósito de convocar más protestas por las redes sociales.
Los puertorriqueños encontraron formas creativas de expresar sus reclamos, desde realizar acrobacias o yoga, buceo, corridas motociclistas y cabalgatas, producción de música, hasta las concentraciones de miles de personas en la calle Fortaleza y en el expreso Las Américas, y el “perreo combativo” frente a la Catedral Metropolitana Basílica en el municipio de San Juan, lo que convirtió las protestas en el archipiélago en un asunto controvertido a nivel internacional.
Entre los recuerdos sumergidos de una mente con ganas de revivir los días de las multitudinarias manifestaciones, en las que los puertorriqueños exigían la renuncia de Ricardo Rosselló, se halla la imagen del Viejo San Juan y sus calles arropadas de un mar inquieto por haber desenmascarado la fachada de lo que no funcionaba.
“Somos más y no tenemos miedo”, gritó una manifestante a mis espaldas cubierta de pies a cabeza, con un pañuelo negro tapando su rostro y una camiseta que ilustraba “si los de abajo se mueven, los de arriba se caen”.
Posiblemente, preparada para cualquier enfrentamiento y con ánimos de lucha, como todos los participantes de la protesta del 24 de julio de 2019, emanando el anhelo de que se reconociera que la isla cuenta con los recursos necesarios para desprenderse del círculo del ”shock” colonial en que se ha encontrado por años, así como la dependencia en las deficientes ayudas gubernamentales.
El despertar del país en ese verano combativo, puso en evidencia lo que sí funcionaba: la unión ciudadana. Entre la multitud, la bandera puertorriqueña ondeando en el cielo caribeño, la energía, gozo y aplausos por los presentes se contagió la isla entera del sentimiento y la historia que aquel movimiento revolucionario había ocasionado.
Un nuevo Puerto Rico se había levantado y salido a la calle con consignas como “lucha sí, entrega no”, “Ricky renuncia y llévate a la junta”, “que llueva, que llueva y Ricky va pa’ fuera” y “el gobierno quiere bronca, bronca, bronca es”, que rodeaban lugares de San Juan.
Asimismo, le acompañaban en sus cánticos “¿dónde está Ricky?, Ricky no está aquí, Ricky está vendiendo lo que queda del país”, con referencia a las privatizaciones, cierre de escuelas y la quiebra que ha presentado Puerto Rico en los últimos años.
El himno revolucionario por Lola Rodríguez de Tió, periodista, poeta y revolucionaria puertorriqueña, evocó el deseo de apostar a una nueva realidad, pues el sistema político se había menoscabado por sí mismo y, junto a ello,las expectativas que el pueblo tenía.
Entre “el que no brinque es Rosselló” cantado al unísono y el movimiento casi coreografiado de las personas dando saltos en dos o un solo pie, en la protesta, cayó la noche a la que le hizo compañía el momento de la renuncia. Podría decirse que prácticamente todos esperaban impacientes la salida del desamparado exmandatario.
Luego de 15 días de protestas masivas, Rosselló Nevares entregó su cargo como gobernador de Puerto Rico, y los puertorriqueños lo presenciaron desde sus hogares por televisión o a través de sus celulares. Mientras que otros, que se encontraban protestando, vivieron en primera fila el acontecimiento histórico que la isla experimentó ese verano.
Muchos salieron ese día en son de lucha, pero, súbitamente se convirtió en motivo de celebración por la alegría de haber ganado la batalla.
Aunque podría decirse que todo comienza con discursos por parte del poder que hacen al individuo, o más bien al pueblo boricua, creerse que una situación no es tan desoladora como aparenta, por alguna razón, dicha alocución se ve desmentida junto con las falsas promesas que brindan un poco de aliento y esperanza a las personas en los momentos difíciles.
Puerto Rico encontró el modo de hacer notar su disensión y, por impetuosos zanjones, cientos de miles reclamaron la renuncia inmediata del exgobernador Ricardo Rosselló Nevares un 24 de julio de 2019 y lo lograron.