“La primera experiencia de racismo es con la familia”, puntualizó Lumarhi Rivera Lozada, estudiante de periodismo en la Universidad del Sagrado Corazón.
El racismo es una práctica de poder, dominio y exclusión social que se ejerce contra personas que han sido racializadas por su color de piel, textura de pelo, forma de ojos, labios u otros rasgos físicos, étnicos, culturales o religiosos inferiorizados. Mientras, que el racismo intrafamiliar señala, excluye o margina a miembros de la familia porque tienen características o rasgos que han sido racializados.
Este tipo de racismo le ocurre a personas visiblemente negras. Son percibidas como diferentes al resto de la familia.
Se manifiesta mediante comentarios basados en que ciertos rasgos se califican como no deseados o inferiores. Se burlan de la persona, a veces inconscientemente, aunque creen estimarla.
Rivera Lozada explicó que “una de las maneras más fáciles de perpetuar el racismo es a través de chistes.”
Las expresiones naturalizadas pueden provocar que la persona marginalizada desarrolle autoestigma, un proceso sociocultural que se caracteriza por sentimientos negativos sobre uno mismo.
“Uno crece con estas inseguridades porque se ha naturalizado la violencia intrafamiliar racista dentro lo que es el desarrollo del niño”, recalcó Héctor Ramos, moderador del diálogo de Pulso Estudiantil acerca del racismo intrafamiliar.
Las personas afrodescendientes sufren discrimen y prejuicio racial por los rasgos físicos que les identifican como personas negras. Por ejemplo, el pelo rizo es considerado ‘pelo malo’ y poco profesional.
De igual forma, la exposición constante al racismo intrafamiliar provoca que una persona asuma como cierto los insultos que recibe sobre cómo es y cómo se ve.
“Era el punto de burla en mis reuniones familiares. Crecí sintiéndome menos, sintiéndome fea, sintiendo que no podía llegar a muchas cosas o tener visibilidad por mi raza”, añadió Rivera Lozada.
Por su parte, el profesor y organizador comunitario en Taller Salud, Welmo Romero Joseph, sostuvo que se enteró que era negro porque se lo dijeron.“ Me pusieron esa etiqueta. El nombrar construye unas realidades”, comentó.
Romero Joseph, quien también es rapero, comunicador y activista, abundó que algunas familias recurren a ponerte el “pinche en la nariz para que sea más perfilada” o “pasarte la plancha caliente en el pelo” porque creen que te están protegiendo.
No obstante, imagínese estar en una relación amorosa y tener a familiares haciendo comentarios como “no tengas un novio/a negro/a”.
“En las familias, se busca alejarse de la negritud y acercarse más a lo blanco”, argumentó Joniel Pacheco Muñoz, estudiante interno en la preparación y organización de la Cumbre Afro.
A este fenómeno que explico Pacheco Muñoz se le denomina como colorismo. «El término, acuñado por la escritora afroestadounidense Alice Walker, se refiere a un tipo de discriminación que privilegia a las personas de piel más clara dentro de un mismo grupo étnico. En la escala de valor racista el color más claro, por estar más cerca del grupo dominante, (blanco) adquiere mayor valor, y por ende mayor privilegio», así lo define el glosario antirracista de la Cumbre Afro 2022 del Programa Afrodescendencia y Racialidad de la UPR.
Los estudiantes explicaron que el racismo intrafamiliar ocurre porque el sistema es racista, no las personas. Consecuentemente, la familia aprende de ese sistema.
“Yo quisiera que no existiera el racismo ni las razas. Pero, ¿cómo puedo dejar de ser negro en un sistema que me hace negro y me sigue perpetuando la negritud?”, cuestionó Pacheco Muñoz.
Se trata de un sistema de dominio estructural e institucional que genera prácticas negativas, afectando a una porción de la sociedad y privilegiando a otro grupo.
“La cultura más el lenguaje antagoniza, criminaliza y cosifica a las personas negras. Estos son los discursos sociales que se internalizan y entran a las familias”, expuso el estudiante de Psicología en la Universidad de Puerto Rico.
Según Rivera Lozada, el racismo intrafamiliar se invisibiliza porque eliminarlo implicaría tener conversaciones fuertes que atiendan traumas generacionales. Por lo tanto, no es suficiente reconocer que el problema existe.
Este problema estructural e institucional se puede combatir cuando el esfuerzo proviene de una sociedad que busca ser antirracista.
“Por más amor y cariño, hay que trabajarlo y sensibilizarlo. Son familias construidas dentro del terror y la violencia. Hay que ver cómo ese amor se reconstruye y se resignifica para poder educar”, aseguró Romero Joseph.
La estudiante sagradeña convocó a las personas a autoeducarse para así educar a otros y lograr romper estos ciclos.
“Hay que cuestionar todo. No hay que tolerar el amor de la familia que hiere”, concluyó Rivera Lozada.