Cuando Nadja N. Fuster Pérez inauguró, junto a su esposo, el negocio Kamakura en Río Piedras, a principios de enero de 2020, recibió un apoyo significativo de la comunidad estudiantil hasta el punto de que no cabían las personas dentro del restaurante.
“La fila salía del portón. […] Fue un caos bueno. Eso nos permitió crecer el staff, que la mayor parte eran estudiantes también. En enero, febrero y marzo estábamos creciendo como espuma”, aseguró la propietaria del restaurante.
Sin embargo, el presidente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Jorge Haddock Acevedo, decretó el 13 de marzo de 2020, en un comunicado de prensa, la cancelación de cursos presenciales tras el surgimiento de casos sospechosos por COVID-19 en el país.
La medida para prevenir el contagio del coronavirus afectó considerablemente a los comerciantes de Río Piedras ante la ausencia del estudiantado, una de sus principales clientelas.
Fuster Pérez explicó que, cuando las clases universitarias cambiaron a la modalidad en línea, tuvo pérdidas de hasta un 87 por ciento de ingresos, en comparación a las ventas previas del negocio desde su apertura el 8 de enero.
“Había días que se vendían $16, $30 a $40, cuando lo normal era que pasáramos los $1,000 en un día”, resaltó la también profesora del Recinto de Río Piedras.
A pesar de que los restaurantes estaban abiertos porque la orden ejecutiva de la exgobernadora Wanda Vázquez Garced disponía una excepción a los comercios de ventas de alimentos, Fuster Pérez reafirmó que había un miedo generalizado entre las personas para asistir a los establecimientos de comida.
“Esto provocó que tuviéramos que poner en pausa todos los colaboradores, porque no sosteníamos la nómina. Eso, por supuesto, afectó a varias personas porque teníamos a estudiantes, pero también teníamos padres de familias”, abundó al decir que fue un momento difícil.
La también profesora de la Facultad de Estudios Generales añadió que las ayudas económicas gubernamentales fueron limitadas para ciertos negociantes.
“La mayoría de las ayudas que han salido piden de requisito que el comercio lleve un año operando. Y nosotros ahora es que cumplimos el año. Entonces, la mayor parte de las ayudas del año pasado no las pudimos aprovechar”, puntualizó.
Por su parte, Héctor Núñez Guilpe aseveró que su negocio Panismo, una panadería local en Río Piedras, también sufrió las consecuencias de la cuarentena restrictiva.
“Nuestra producción, en lo que es la compra de productos (de venta), se minimizó a un nivel impactante”, enfatizó el profesional, natal de Ponce, tras explicar que el comercio solo tuvo un 25 por ciento de ganancias al inicio del encierro.
Sin embargo, aclaró que el negocio se inauguró dos semanas antes de la orden ejecutiva. En sus primeros días, Núñez Guilpe describió el apoyo de la comunidad universitaria como fructífero, en comparación a las semanas subsiguientes.
“Esas dos semanas fueron hermosas. […] Los estudiantes se enteraron que nosotros estábamos aquí y creamos una conexión hermosa con muchos estudiantes de la UPR. Muchos de los residentes de aquí del área de Santa Rita también fueron excelentes personas”, garantizó.
Para Núñez Guilpe, tras el decreto universitario, la ausencia de los y las alumnas en la comunidad fue “espeluznante”.
“Río Piedras se convirtió en una ciudad fantasma para nosotros, donde no se veía nadie en la calle”, detalló, al mostrarse agradecido de los pocos universitarios que permanecieron en el área y se convirtieron en clientes fieles.
Al igual que Fuster Pérez, el joven empresario reconoció la dificultad de ser elegible para recibir ayudas económicas gubernamentales para comercios.
“Al principio fue bien difícil el tratar de conseguir las ayudas. Honestamente, tuvimos la (fortuna) de que sí conseguimos ayudas para poder mantenernos abiertos, a pesar de que no estuvimos un año (operando antes de la pandemia)”, especificó Núñez Guilpe.
El comerciante destacó que, hace dos semanas, le ofrecieron unas ayudas para negocios pequeños que fueron afectados por los huracanes Irma y María, no para comercios afectados por la pandemia del COVID-19. Por lo tanto, no pudo solicitar el incentivo.
Las ayudas económicas son insuficientes
La consultora de negocios Lucy Carrasquillo Ríos aseguró que, antes de la pandemia, existían pocas ayudas económicas para las microempresas. Durante la crisis sanitaria, la situación continuó sin atenderse.
“Ahora en la pandemia seguimos igual, no hay muchas ayudas para eso. En ese sentido, es muy cuesta arriba a nivel que nuestros empresarios consigan capital semilla a través de incentivos que el gobierno tenga. Es muy precario lo que hay”, sostuvo la consultora, en entrevista con Pulso Estudiantil.
Agregó que el gobierno debe de ser un agente facilitador para los negocios, en el asesoramiento de los comerciantes, ante la incertidumbre que enfrentan con la pandemia.
A pesar de la situación, Carrasquillo Ríos consideró que hay una nueva mentalidad entre las y los puertorriqueños.
“Nosotros como país hemos tenido unas lecciones muy duras, pero de esas lecciones hemos aprendido. Con María, que fue bien duro y los negocios se vieron afectados grandemente, la solidaridad fue la que sacó a flote al país, […] también con los terremotos y ahora con la pandemia”, señaló.
La reinvención como clave del éxito
Fuster Pérez y Núñez Guilpe coincidieron, como empresarios, en que adaptarse a la pandemia fue imprescindible para continuar la reapertura de los negocios.
“Yo diría que la perseverancia fue lo que nos permitió continuar y reinventarnos”, aseguró Fuster Pérez.
La propietaria de Kamakura explicó que la oferta gastronómica del restaurante cambió según las necesidades de la clientela, pues los residentes ríopiedrenses se convirtieron en su mercado principal.
“Nosotros estamos siempre en constante estudio y reflexión de qué necesidades tiene la gente, de qué busca la gente, de qué quiere la gente y nosotros buscamos, de alguna manera, satisfacerlo”, especificó.
También destacó que el voto de confianza de los consumidores fue esencial para que Kamakura permaneciera abierto.
En el caso de Núñez Guilpe, aprender a adaptarse a la situación como empresario fue fundamental. El menú de Panismo también evolucionó y hasta se implantó un servicio de entregas domiciliarias, según el comerciante.
Asimismo, encontró en su negocio, que comparte con dos socios, un espacio de crecimiento.
“Tener una visión bien fija y bien clara en tu mente, te permite a ti lograr un montón de cosas en un momento difícil en la vida. Este es mi primer proyecto, mi primera aventura como comerciante […], pero con el deseo de sobrevivir a lo que está sucediendo, las ganas de echar para adelante salen de todos lados”, concluyó el joven emprendedor.