Las expresiones vertidas en el siguiente escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.
Por: Francisco A. Santiago Cintrón
Foto: Nahmyr Zayas / Pulso Estudiantil
A 51 días del proceso de paralización, mucho se ha discutido sobre el porvenir del sistema universitario, el país y los mejores métodos para adelantar la defensa de nuestro patrimonio educativo nacional. En ese proceso, el estudiantado de la Universidad de Puerto Rico (UPR) le ha mostrado al país, en un profundo acto de voluntad democrática, la disposición de crear alternativas a la austeridad que la Junta de Control Fiscal (JCF) y el gobierno de turno nos quiere imponer. El pasado 21 de marzo, en asamblea, el estudiantado del recinto de Río Piedras aprobó un voto de huelga y fue el único que decidió acatarse totalmente a nuestra histórica Asamblea Nacional Estudiantil —asamblea en la que se aprobó un voto de huelga en ocho de los once recintos del sistema, con una asistencia de, aproximadamente, 10,700 estudiantes. Al día siguiente, se sumó Mayagüez, que ratificó su voto huelgario mediante voto secreto, con una participación histórica de, aproximadamente, 7,000 estudiantes.
Sin dar para más, el pasado miércoles, 10 de mayo, la Asamblea General del recinto de riopedrense —por tercera vez y con un mayor apoyo que en las pasadas dos asambleas— ratificó la huelga estudiantil.
Ahora bien, ¿por qué traer a colación la participación amplia estudiantil que se ha observado en los pasados días en pro de la defensa de la universidad pública del país? Precisamente para dar frente a las acusaciones que, en el presente, un puñado de profesores vestidos de blanco le hacen al Movimiento Estudiantil, a la vez que pretenden imponer su punto de vista ante un mandato decidido, reiteradamente, en asamblea. Con un llamado a continuar, llegan a los portones todos los lunes y miércoles en busca de romper línea de piquete y forzar la entrada al recinto, a expensa de su defensa real. En el caso del pasado miércoles, 17 de mayo, varios portavoces del profesorado expusieron sus argumentos que son la razón de ser de este escrito.
Entre los argumentos esbozados por este sector antihuelga están: que la lucha en defensa de la universidad se debe dar con portones abiertos, que la universidad debe estar “abierta” cueste lo que cueste y que el estudiantado brilla por su intransigencia. Atenderé cada argumento en orden para exponer la falacia detrás de cada posicionamiento.
El primer argumento, y quizás el más enajenado de la realidad, es que el Movimiento Estudiantil solo ha aspirado a luchar por la paralización como fin, y que nunca ha tomado la defensa de la universidad dentro del marco de una universidad abierta. Nada más lejos de la realidad. Si existe una constante dentro del Movimiento Estudiantil es su compromiso en el trabajo en defensa de la universidad, tanto con los portones abiertos como cerrados. Cualquier persona que se haya acercado al Movimiento sabe que el estudiantado trabaja, continuamente, con portones abiertos en la creación de propuestas y protestas en defensa de la universidad. Por el contrario, entre el 2011 y el 2017, hay 6 años de trabajos en donde no hubo paralizaciones indefinidas y donde se mantuvo todo un proceso organizativo que desembocó en el proceso huelgario que tenemos hoy. Durante este periodo, las propuestas articuladas en numerosas asambleas cayeron en gavetas empolvadas, muchas de ellas, precisamente, en las oficinas de profesores que ayer vestían de blanco. Este sector del profesorado que, tan arduamente, insiste en abrir los portones brilló por su ausencia mientras a la Universidad de Puerto Rico le recortaron alrededor de $300 millones en su presupuesto.
La pregunta que debemos formular es: ¿dónde estuvo este profesorado vestido de blanco cuando se observaron 300 millones de recortes al presupuesto universitario entre los años 2011 y 2014? Igualmente, debemos cuestionar: ¿dónde estuvieron las personas que hoy defienden los portones abiertos cuando se desarrollaban propuestas mientras transcurría el semestre?
Cuando, el año pasado, el Comité de Acción de Estudiantes en Lucha presentó una moción de huelga que fue, abrumadamente, derrotada, amparado en la consigna de “Lucha sí, huelga no». ¿Dónde estaban los que hoy se visten de blanco bajo esa misma consigna? ¿Acaso será que estas propuestas salen, meramente, desde la comodidad? ¿Será que tienen unas gríngolas que no les permiten ver más allá de su individualismo? Al final del día, fue el propio Movimiento Estudiantil el que se acató al mandato de asamblea y continuó dando la lucha con los “portones abiertos”, mientras quienes argüían por tales acciones brillaron por su ausencia.
El segundo argumento presentado por los portavoces plantea la necesidad de mantener la universidad abierta “cueste lo que cueste”, ignorando el trastoque a la misión de la universidad pública y su capacidad para cumplirla.
Nadie duda que, físicamente, pueda mantenerse en pie la institución, mas lo que está en juego es mucho peor: el desmantelamiento de la misión de la UPR de brindar una educación pública, accesible y de calidad al pueblo puertorriqueño.
Claro, un detalle que se nos escapa al momento de observar a este profesorado aclamar por la apertura violenta de los portones es la posición de privilegio de la que parten. El mero hecho de tener una plaza docente estática y estable, cuyo promedio anual salarial es de 81,000 dólares en un país cuya media salarial familiar de 25,000 dólares —con un 60% de las familias bajo el nivel de pobreza—muestra la profunda enajenación de este grupo vestido de blanco con la realidad.
Resulta inconcebible que estas personas, muchos con doctorados, se vean incapaces de articular propuestas de país en vías de solucionar el conflicto mientras reciben su paga estable. Dentro del mismo lapso de tiempo, el Movimiento Estudiantil ha producido un Paquete Legislativo con cinco medidas legislativas que, actualmente, son proyectos de ley. Sin paga, sin dinero, mediando represión y todas las dificultades del manejo huelgario. Quizás la gran diferencia entre el sector que está dentro de los portones y los vestidos de blanco es —precisamente— la voluntad, el coraje y la valentía de defender la misión pública de la institución.
Por último, dentro de los sucesos ocurridos el miércoles, se le acusó al Movimiento de ser intransigente —ya que, al momento de ellos exigir la entrada, no habían negociadores presentes. A esos efectos, y considerando que este sector del profesorado en ningún momento anterior a su intento de romper piquete habían solicitado una reunión con el Comité Negociador, se convocó a dos compañeros del Comité, quienes llegaron antes de que se acabaran los 15 minutos de ultimatum que dieron para su llegada. Resulta increíble que, tan pronto llegaron los miembros del Comité para entablar conversaciones con este sector, se atrevieron a prácticamente huir del espacio ante los ojos de la prensa. Estos lobos vestidos de ovejas, estos profesores que hoy acusan al Movimiento Estudiantil de intransigentes son los mismos que en su asamblea claustral, burdamente, le negaron el voto a sus compañeros y compañeras docentes a contrato. Son los mismos que se negaron a participar de un Congreso Universitario Multisectorial, porque tendrían que caminar para llegar a las áreas designadas. Estas personas son las mismas que hoy insisten en eliminar la Política de Sana Convivencia, en la búsqueda de sangre dentro del marco universitario. Quizás se le acabaron las ideas en los muchos seminarios y observatorios de violencia que hoy manejan.
En fin, es preciso enfatizar que, dentro de este proceso, sí hay docentes dispuestos a defender la misión pública de la universidad, tanto desde las similitudes como desde las diferencias. A la APPU, PaRES y al resto de la docencia que ha colaborado en la creación de propuestas y en el diálogo: todo mi respeto, pues la sensatez siempre está en el lado correcto de la historia. La creación de propuestas en defensa de la UPR no está sujeta a los portones abiertos o cerrados. Para trabajar en pro de la universidad solo hace falta voluntad, pues el Movimiento Estudiantil ha dicho presente en ambas situaciones. Pretender brindar esa excusa para justificar la inacción es dar por muerta la universidad a nombre de la comodidad de la que goza este sector del profesorado. Nuestro llamado es, precisamente, al diálogo, a lo que hemos pedido desde antes de comenzar las paralizaciones. Es ahora el momento de unir los esfuerzos para defender la universidad tal cual, profundizando su fin público, y no intentar abrir salones vacíos y faltos de inversión. Es en esa dirección se mueve el Movimiento Estudiantil. Les invitamos a que se unan, bien sea desde la diferencia o desde la similitud, a estos esfuerzos.
Francisco A. Santiago Cintrón es miembro de la Juventud Hostosiana y estudiante de la Escuela de Derecho de la UPR de Río Piedras.