Por: Carlos Carreras (él)
No es nuevo decir que las redes sociales son perjudiciales para la salud mental de las personas. Existen un sinnúmero de estudios que lo comprueban. Durante los últimos años, he notado el surgimiento de un reconocimiento colectivo sobre la necesidad de tener un manejo saludable de las redes sociales. Sin embargo, también se ha creado una nueva moda de publicaciones que romantizan la tristeza y empeoran los estados mentales de las personas. Me refiero específicamente a publicaciones que algunes denominan “wellness posts”. Muchas veces, estas publicaciones presentan una mirada simplificada sobre nuestras experiencias y procesos emocionales.
Recientemente dejé de seguir una cuenta en Instagram llamada SisterCody porque la mayoría de sus mensajes están anclados a un optimismo tóxico, que aconseja a su audiencia a simplemente ser “feliz” y “positivo”. Para ser justo, este usuario también reconoce la importancia de permitirnos sentir todas las emociones para poder soltarlas. Sin embargo, la manera en que comunica los mensajes proyecta un optimismo universal fundamentado en la filosofía de “Don’t worry, be happy”, que simplemente no atiende las complejidades y circunstancias particulares de cada persona.
Esta mirada no considera factores externos, que perjudican la salud mental de las personas y que solo se solucionan con acciones sociopolíticas como mejorar las condiciones laborales, expandir la cobertura de salud mental y fomentar una sociedad cuyo propósito principal sea lograr la felicidad colectiva y no la constante producción para los intereses privados. Tampoco considera los traumas que cada persona experimenta, especialmente aquellas personas con heridas profundas que requieren un tiempo indefinido para sanar.
A estas experiencias particulares, le sumamos circunstancias que determinarán nuestra habilidad de sanar adecuadamente. Por ejemplo, la mayoría de las personas se ven obligadas a trabajar extensas horas fingiendo alegría, al costo del tiempo necesario para trabajar en sus estados mentales y sanar. Sería inconsiderado decirle a una persona con severas necesidades socioeconómicas (y que simultáneamente esté lidiando con estados de depresión y/o traumas) que “simplemente suelte sus preocupaciones y sea feliz”.
Por el otro lado, existen otros tipos de publicaciones que denomino “reflejos relativos”, pues capturan emociones con las que cualquier persona se puede relacionar y proyectar sus circunstancias particulares. Estas publicaciones pueden ser dibujos de muñequitos tristes con un texto que dice “sad boy hours”, memes de Bart Simpson en un estado de soledad, o simplemente citas diciendo “me siento perdido sin ti”.
Aunque considero importante relacionarnos entre sí sobre nuestras experiencias, pienso que estas publicaciones solo refuerzan la tristeza y los bajos estados de ánimo. Estos espejos de los problemas no ofrecen soluciones ni alternativas que nos permitan salir de la miseria, y a su vez, se profundiza la melancolía perpetua.
En fin, reconozco la necesidad de una política pública que mitigue la crisis de salud mental en el país. Sin embargo, la vida es demasiada compleja para ser encasillada en un meme con textos cortos. Necesitamos comenzar a experimentar la vida por nuestra cuenta y formar propias conclusiones sobre lo que funciona, y lo que no, para la salud mental de cada persona.