«Antonia, tu nombre es una historia de un pueblo que se busca y se ha encontrado en ti. Antonia, tu nombre es como un alba los pájaros desatan la luz del porvenir. Antonia, los pueblos no perdonan un día esa ley se ha de cumplir.”
– Canción “Antonia” de Antonio Cabán Vale (El Topo)
Ella quería ser maestra de español. Tal vez, por lo mismo que planteaba aquella canción de El Topo: para que su pueblo se encontrara.
Antonia “Toñita” Martínez Lagares, la estudiante de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras, que fue asesinada el 4 de marzo de 1970 tras un disparo por un agente de la Policía, soñaba con enseñar y reforzar el español de los puertorriqueños que vivían en Nueva Jersey.
Martínez Lagares nació el 22 de abril de 1949 en el pueblo de Arecibo, donde vivió durante sus primeros tres años. Como consecuencia de los problemas económicos que ocasionó el fin de la Segunda Guerra Mundial en Puerto Rico, el padre de la estudiante de la Facultad de Educación decidió mudarse a Estados Unidos en busca del progreso social. Tiempo después, como solía ocurrir con muchos núcleos familiares puertorriqueños, toda la familia Martínez Lagares se estableció en Newark, Nueva Jersey.
Como familia independentista, los lazos con el archipiélago eran fuertes, así que Toñita y sus hermanos viajaban con su madre a Puerto Rico una o dos veces al año. En ocasiones, esas visitas duraban dos meses. Sin embargo, debido a una situación desagradable con un vecino, la madre concluyó enviar a las niñas a vivir con su tío en Arecibo. El 26 de febrero de 1960, Toñita regresó a Puerto Rico, donde vivió y estudió hasta el día de su asesinato.
Si no era “Toñita”, no respondía
Aunque su nombre de pila ha sido honrado en canciones, festivales, escritos y lugares, en el pasado, si no la llamaban por su apodo “Toñita”, no respondía. Sus amistades solían molestarla llamándola “Antonia”, pero en ocasiones reiteró que no le gustaba su nombre.
A diferencia de los jóvenes independentistas de la época, el licenciado y amigo cercano de Toñita, Hiram Sánchez Martínez, la describió como una joven “tranquila, afable, cariñosa” y como “uno de esos seres humanos excepcionales”.
Se caracterizó por ser una estudiante responsable, respetuosa y aplicada, lo que la llevó a estudiar Pedagogía en el recinto riopedrense. Llegó a plantearse la idea de que, si no conseguía trabajo como maestra en Puerto Rico al graduarse, regresaría a Estados Unidos. Así fue como Toñita desarrolló unas ganas especiales por enseñar español fuera del país y, seguramente, por incentivar la cultura e identidad puertorriqueña en la diáspora.
El día de su muerte
Para comienzos de los setenta, ya Toñita se encontraba en su último semestre universitario. Ese mismo año, el campus de Río Piedras fue protagonista de constantes manifestaciones que aglomeraban las luchas contra el servicio militar obligatorio, la Guerra de Vietnam y la salida de la presencia militar en el Reserve Officers’ Training Corps.
En la tarde del 4 de marzo de 1970, la fuerza de choque entró a la Universidad a intervenir con las protestas. Como muchos de los estudiantes, Toñita y sus amistades fueron a indagar lo que estaba ocurriendo. No obstante, tuvieron que refugiarse, junto a otros compañeros, dentro de un hospedaje que quedaba arriba de la librería Norberto González.
En ese espacio, mientras Toñita y sus compañeros gritaban a la Policía que eran “asesinos” y “abusadores” por golpear a un joven, un agente disparó hacia el balcón donde se encontraba Martínez Lagares.
Ese disparo no solo lo recibió la joven que casi terminó su bachillerato, sino que fue una herida para todo Puerto Rico.
Aunque el caso de Toñita todavía no se ha esclarecido, en mayo del año pasado, la UPR acordó otorgarle un grado póstumo, conmemorando su labor como estudiante. Su nombre es una historia que refleja la lucha de un Puerto Rico que continúa buscándose.
Nota del editor: Esta semblanza se redactó consultando el libro “Antonia, tu nombre es una historia” del autor Hiram Sánchez Martínez, entre otras fuentes.