El mes de julio del año 2019 ocasionó un cambio en la cultura de un archipiélago que dependía de victorias individuales recaídas en artistas, deportistas y académicos. El escándalo político del Telegram Gate durante aquel verano tocó las fibras más profundas de un país con heridas abiertas. Sin importar el partido político, para los ciudadanos significó reclamar la renuncia de la figura que convertiría a Puerto Rico en el estado 51: Ricardo Rosselló Nevares.
A parte de la estadidad que representaba el exgobernador, y a exactamente 69 años desde el establecimiento del Estado Libre Asociado, muchos puertorriqueños, dentro y fuera del archipiélago, tratan de contestar en qué ha quedado nuestro estatus político.
Puerto Rico se encuentra en una grave dualidad entre el coloniaje y el sueño de ser un país independiente o, finalmente, un estado estadounidense.
“El mundo ha cambiado en los últimos años con la globalización. Los estadistas buscan definir el estatus para que Puerto Rico se pueda adentrar en unos mercados más competitivos globalmente que, ahora mismo, no lo podemos hacer”, afirmó el historiador José Lee Borges, quien cree que este conflicto entre la independencia y la estadidad continuará hasta que los puertorriqueños no le exijan a Estados Unidos una definición de estatus.
La búsqueda de la definición de qué somos, si colonia, estado o país independiente, se viene orquestando desde el siglo XX. Luego de la invasión estadounidense, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Foraker, estatuto que regularía oficialmente las relaciones entre Puerto Rico y la nación estadounidense. Además de la adopción del gobierno de Estados Unidos, a los habitantes del archipiélago se les concedió elegir un comisionado residente como un representante del país ante el gobierno federal con “voz”, pero sin voto.
“Hace 40 o 50 años atrás, estar vinculado a los Estados Unidos, era ‘chévere’, porque teníamos muchos privilegios. Pero, hoy día con la globalización y con nuestro estatus político, tenemos muchas limitaciones. Por ejemplo, hacer tratados con otros países”, añadió Lee Borges.
Ricky Rosselló, el PNP y la ideología de la estadidad
El Partido Nuevo Progresista (PNP) postula, hasta hoy día, la meta de la integración absoluta al gobierno estadounidense, lo que convertiría a Puerto Rico en el estado 51 con representación política en el Congreso de Estados Unidos. Entonces, ¿cómo entra la figura de Rosselló Nevares en este proceso de anexión?
“Ricardo Rosselló y su administración laceraron la meta de la estadidad, ya que muchas de sus políticas públicas como, por ejemplo, ir a cabildear en contra de la Reforma Contributiva del 2017, son incompatibles. La figura en sí, lo que hizo a nivel estatal, afecta la imagen de Puerto Rico a nivel federal”, afirmó Yavier Caraballo Rivera, estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Puerto Rico.
Para muchos, lograr la salida de un gobernante pacíficamente significó una transformación exponencial en la cultura política de la isla. Todo con el deseo de derribar el bipartidismo en las elecciones del 2020, y, aunque los partidos mayoritarios sobresalieron con un 33 y 31 por ciento en el pasado mes de noviembre, la gran pregunta de la estadidad “sí o no”, quedó triunfante en la papeleta electoral. Sin embargo, la incógnita que todos se cuestionan es: la estadidad, ¿llegará?
Para Caraballo Rivera, la respuesta a la gran pregunta “debe estar condicionada a lo que se haga en Puerto Rico y cómo se administra el territorio”.
“Mientras no se resuelvan los problemas de la isla; y los que la isla pueda resolver por sí, esa causa de la estadidad se va a atrasar. Si el gobierno de Puerto Rico mejora su forma de administrar y mostrar una mejor carta de representación ante Washington, pues ahí, la estadidad o la independencia podrían estar llegando en cualquiera de sus variables”, agregó Caraballo Rivera.
Aunque para cientos de puertorriqueños, Rosselló Nevares ocasionó un retraso en la agenda estadista, hay quienes aún lo ven como un gran impulsor de masas. A dos años de su renuncia como gobernador, entre la densidad de toda la niebla en la que recae el estatus de la isla, el estado de reposo del pueblo que solo despierta cada cuatro años en relación a qué rayos somos, es todo lo que importa aquí.
“Cuando le preguntan al presidente de los Estados Unidos: ¿qué va a pasar con Puerto Rico? La respuesta es bien sencilla: cuando el pueblo decida. ¿La mayoría del pueblo está pensando en el estatus? Para la mayoría de la gente, ¿eso es un problema grande? Cada cuatro años, quizás, la gente lo menciona; pero, ahora mismo, no”, sentenció Lee Borges.