Desde pequeña, a Sandrimar Maldonado le había gustado comprar ropa y estar a la moda. Al crecer, comenzó a preguntarse cómo podía innovar sus piezas para que las personas no pensaran que estaba repitiendo accesorios. En el 2018, tuvo la oportunidad de fundar Bastidor, su tienda de segunda mano.
En el caso de Leandra Santiago Acosta, el comienzo de su tienda, NÄTÜRÄ Thrift Shop, surgió en abril de 2021. Desde pequeña, le implementaron la cultura de segunda mano y el uso de antigüedades.
Sin embargo, la compra de piezas previamente adueñadas se percibe como un tabú en la isla, tema criticado por ambas gestoras de la moda sostenible.
Adentrarse a un comercio poco apoyado en la isla solo se logra con mucho esfuerzo. En el 2016, Maldonado renunció a su trabajo en un bufete de abogados y, mientras trabajaba como bartender, le dio vida a las ideas en su libreta de diseños.
Luego del huracán María en el 2017, el proyecto Matria realizó una convocatoria para madres solteras que desearan fundar un negocio. Aunque no es mamá, Maldonado decidió solicitar y la escogieron. Con esa oportunidad, pudo desarrollar su plan de negocio y fundar Bastidor en el 2018.
Resaltó que es un proyecto que ha ido gestando durante tres años. Ahora que tiene más tiempo, busca finalizar el proceso. No obstante, confesó que ha sido difícil debido a que, como emprendedora, no ha recibido una mentoría adecuada.
“El Departamento de Marcas y Registros de Comerciantes es horroroso”, declaró la fundadora de Bastidor.
El concepto no es una idea nueva en Puerto Rico y, según Maldonado, en la isla existe el pensamiento de que la ropa de segunda mano “es una porquería” (rota, sucia, manchada, etc).
La fundadora de Bastidor recalcó que la vergüenza de comprar ropa utilizada recae en la desinformación. Añadió que muchos desconocen sobre los proyectos que se dedican a curar piezas de segunda mano para hacerlas apreciar como nuevas.
“Hay que aprender sobre el tema. No hay nada malo en usar ropa de segunda mano”, afirmó Maldonado.
La gestora comenzó su proyecto solo vendiendo ropa; ahora, está experimentado rediseñarla.
Y si de rediseñar se trata, Santiago Acosta, por su parte, se encarga de garantizar que la ropa esté en buenas condiciones y la restaura de ser necesario. Su mayor enfoque es ropa para adultos y se asegura de ofrecer precios accesibles.
“Yo me encargo de ponerlo lindo para ustedes”, mencionó la dueña de NÄTÜRÄ.
El nombre de la tienda (NÄTÜRÄ) nació de su amor por lo natural, intenta que todo sea ecoamigable. Recibe todo tipo de donaciones, y cualquier artículo que no vaya a vender en la tienda, lo dona.
“Lo más importante es no botar nada”, afirmó Santiago Acosta.
Iniciativas en la cultura de moda sostenible
Ambas gestoras han implementado vías alternativas y creativas para atraer a los clientes.
Desde el primer año de Bastidor, Maldonado se propuso realizar uno o dos swap parties, fiestas de intercambio de ropa, anualmente.
Las reglas del evento, para cada participante, son escoger cinco piezas del clóset que estén en buenas condiciones, llevarlas lavadas, sin manchas ni rotos e intercambiarlas por otros cinco accesorios.
“Hay mucha ropa que ves en internet y no te convence, pero la ves físicamente en el swap y te gusta”, aseguró Maldonado.
Los swap parties son una manera de actualizar el clóset y se trata de una economía circular; nada va a la basura.
De igual forma, hace unas semanas y debido al comienzo de clases, Santiago Acosta inició el proyecto “Mochila Universitaria” que consiste en escoger siete piezas, entre pantalones, blusas, trajes y zapatos, por solo 20 dólares.
“Creas tu propio estilo porque la ropa es única. Yo fui estudiante. Sé el dolor de pagar dos piezas de ropa y gastar 40 o 50 dólares”, resaltó la creadora de la iniciativa.
La oferta estará disponible durante todo el semestre en su tienda en línea. Solo aplica para universitarios quienes deben presentar ID estudiantil.
“Siéntete afortunado de colaborar con tu bolsillo y el medio ambiente. Siéntete cómodo al comprar de segunda mano”, añadió Santiago Acosta.
La fundadora de NÄTÜRÄ Thrift Shop expresó que hay una gran cantidad de personas que realmente gustan de la cultura de ropa de segunda mano.
“Esto ayuda al ambiente realmente. Estos detalles hacen al mundo más grande. Hay que implementarlo y expandir nuestros horizontes”, sostuvo Santiago Acosta.
En contra del fast fashion
En sus respectivas entrevistas con Pulso Estudiantil, las líderes de las tiendas en línea coincidieron en que reutilizar la ropa previene la devastación ambiental, contrario a lo que logra el fast fashion.
El concepto se refiere a los grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda, en función de las tendencias, lo que fomenta el consumismo en el comprador.
De acuerdo con la fundadora de Bastidor, el fast fashion representa una lucha de clases que afecta al sector trabajador debido a que la mano de obra es barata, no tiene beneficios y vive en pobreza extrema.
Según las gestoras, el fast fashion provoca explotación de tierra debido a que se practica el monocultivo, además de utilizar telas confeccionadas en laboratorios que producen químicos cuando van al vertedero.
“Las compañías explotan a sus trabajadores a costa de que tú te sientas falsamente empoderada con una camisa de cinco dólares”, mencionó Maldonado.
Santiago Acosta agregó que “es realmente doloroso ver a las personas comprar ropa nueva todas las semanas”.
Asimismo, Maldonado compartió los beneficios de crear un estilo de vida basado en la ropa de segunda mano como: no comprar por comprar, aprovechar los artículos del clóset al máximo, revitalizar piezas de ropa en desuso y crear comunidad con personas que desean cambiar el mundo.
“Comienza tu transición al mundo de la ropa de segunda mano creando ángulos nuevos con la ropa que tienes, haz swap parties entre amistades y familiares e identifica tiendas que trabajen tu estilo”, recomendó la fundadora de Bastidor.
La moda sostenible lleva años trabajándose alrededor del mundo. Su propósito es reducir la cantidad de ropa que llega al vertedero y darle a cada pieza un tiempo de vida más largo.
“Es un proceso bonito. Se trata de redescubrir piezas que alguien llegó a utilizar en un momento importante de su vida”, destacó Maldonado.