En un intento fallido de promover inclusividad, Pride Month se ha convertido en cuatro semanas de provecho económico enmascarado por un apoyo vacío de parte de corporaciones y compañías.
Ya sea mediante caramelos con empaques coloridos o camisas con un arcoiris, grandes empresas capitalizan la vivencia queer como una estética sin reconocer lo superficial que es su respaldo hacia la comunidad LGBTQIA+. Especialmente durante los últimos 10 años, el mes orgulloso ha sido la oportunidad perfecta para sacar a pasear sus mensajes hipócritas.
Desde la legalización del matrimonio homosexual, la imagen del arcoiris ha sido plasmada en cuanto artículo de compra hay, y propagan esta con un solo propósito: exprimir la fachada gay lo más posible para generar ganancias.
Incluso, utilizan el arcoiris como táctica comercial de maneras poco éticas ya que son mínimas las veces que se consultan o se toman en consideración las voces de les pertenecientes a esta comunidad. Cuando las compañías demuestran su aliado a través de intereses económicos exclusivamente, reflejan cómo cosifican a la comunidad LGBTQIA+ en lugar de humanizar y visibilizarla auténticamente.
Para contextualizar, McDonald’s, Walmart y Amazon donaron más de un millón de dólares a legisladores que se opusieron al Equality Act, es decir, la ley que prohibe la discriminacion por cuestiones de género y orientación sexual. Similarmente, entidades tales como AT&T, UPS Y FedEx donaron millones a legisladores homofóbicos— contraponiendo sus campañas de las cuatro semanas orgullosas.
Reiterando el denominador común entre todas estas compañías es la manera en que, vía las redes sociales, fomentan una imagen aliada, pero a puerta cerrada trabajan activamente para despojar a la comunidad LGBTQIA+ de sus derechos básicos.
Contribuyen al activismo de sillón, o mejor conocido como slacktivism— fenómeno que se caracteriza por la exhibición de activismo en la Internet con poco esfuerzo y se limita a este parámetro cibernético. Su aportación a esta vaga concientización, violenta a la comunidad, puesto que forman parte de la opresión diaria y reducen su humanidad a una estrategia consumerista.
Por otro lado, el orgullo comercial perpetúa una imagen blanca y cisgénero de la comunidad, por lo que falla en reconocer la diversidad que existe. Más aún, tampoco valida los logros actuales de la comunidad gracias al movimiento antiabuso policiaco y proliberación sexual liderado por dos mujeres trans: Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, puertorriqueñas en la diáspora. Mujeres trans negras estuvieron en los márgenes de la lucha por sus derechos; no obstante, más de 50 años después, su labor es invisibilizada, debido al afán corporativo.
El lucro del Pride Month excede de ser una falta de respeto hacia las personas LGBTQIA+. La igualdad no se alcanza cambiando el logo de una compañía con un fondo de arcoíris por un mes al año; se alcanza desfinanciando los grupos que buscan acabar con la existencia de estos sectores marginados y, a su vez, apoyando a quienes realmente componen la comunidad.
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.