[Nota de la editora: esta es la segunda parte de un reportaje especial sobre la comunidad Sorda en Puerto Rico]
Joshuan Mercado Colón, estudiante que espera por un intérprete de señas para poder obtener un certificado en barbería y estilo en National University College (NUC), ha enfrentado el mismo problema desde hace cinco años en otras instituciones.
El joven de 24 años estuvo cinco meses sin intérprete en una escuela de educación superior porque, según la Administración de Rehabilitación Vocacional (ARV), no había nadie disponible.
“Yo soy sordo. Yo no entiendo nada. Yo me perdía. Eso me frustró. Luego fui a Rehabilitación Vocacional y ellos dijeron que me iban a enviar un intérprete. Pasaron cinco meses. Fue bien difícil estudiar. Yo me di de baja de la universidad”, expresó angustiado el joven.
El miembro de la comunidad Sorda confesó: “en la universidad, todas las personas se graduaban y yo no me graduaba. Así que eso era bien frustrante. Yo quería cumplir mi sueño, mi meta. Yo soy sordo y yo puedo. Yo quería seguir estudiando. Yo quería mi certificado, mi diploma”.
Pese a que en la escuela le enseñaban señas básicas, Mercado Colón considera que fue cuando comenzó a interactuar socialmente con la comunidad Sorda que aprendió el lenguaje. Por otro lado, cuestionó por qué en la escuela le pusieron intérprete, pero en la universidad no.
“¿Por qué en la escuela sí me proveyeron intérprete? Yo era sordo. Yo podía hacer preguntas y todos éramos iguales. Ahora, como adulto, la experiencia ha sido diferente”, sostuvo el joven.
El título III de la Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades (ADA, en inglés) establece que tanto las universidades públicas como privadas que reciben dinero federal, tal como NUC, deben proveer acomodos a estudiantes con discapacidades, incluyendo proveerle un intérprete de lenguaje de señas a quien lo necesite.
Sin embargo, las disposiciones de dicha ley no se cumplen a cabalidad.
César Gabriel Jiménez Colón, un intérprete boricua Sordo, concuerda en que la inaccesibilidad de intérpretes no es un caso aislado.
El egresado de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR) nunca necesitó del servicio de intérpretes a lo largo de su formación educativa escolar, puesto que prefería comunicarse mediante el lenguaje oral.
Al igual que Colón Mercado, el joven ponceño indicó que, en las escuelas, son pocos los maestros que saben señas. Durante su experiencia escolar, “leía los labios de los maestros y tenía acomodo razonable”.
El joven, quien previo a su adolescencia desconocía a otros Sordos en la Isla, mencionó que se consideraba Sordo oralista.
“Yo no aceptaba señas. Mi familia había tomado cursos básicos, intermedios y avanzados [de lenguaje de señas]. Yo le dije a mi familia: ¿para qué voy a usar lenguaje de señas si yo no he visto a nadie [sordo]?”, recordó Jiménez Colón.
En su adolescencia, el graduado de Relaciones Públicas Internacionales participó de un campamento y cursó estudios en la Escuela Americana para Sordos (ASD, en inglés), situada en West Hartford, Connecticut, en donde aprendió el lenguaje de señas americano (ASL, en inglés).
Sin embargo, a través de sus estudios universitarios en la Perla del Sur, Jiménez Colón necesitó del servicio de interpretación así como de un anotador.
El ponceño estuvo tres años cursando sus estudios universitarios en arquitectura batallando para conseguir la aprobación de un intérprete por la ARV. Debido a la dificultad de conseguir intérprete en el horario de sus clases nocturnas de arquitectura, optó por cambiarse a comunicaciones.
Según el estudiante de Maestría en Comunicación Integrada, en el proceso de solicitar un intérprete con fines educativos, el Sordo debe dirigirse a la ARV, agencia que se supone le brinde el servicio. El estudiante de la PUCPR indicó que el propósito de la ARV es brindarle el mejor servicio de calidad para los Sordos de la universidad.
Por la pandemia del COVID-19, Jiménez Colón comentó que la cita con la ARV se obtiene vía email o llamada con la ayuda de un familiar en el proceso. Sin embargo, denunció que los Sordos “nunca reciben al intérprete en la primera semana de clases” y, en ocasiones, luego de 2 o 3 meses de haber comenzado el semestre.
Si en la región en la cual reside o estudia el Sordo no hay intérprete, “RV puede buscar intérprete de otra región. […] En mi caso, yo tuve intérpretes que venían de Aguadilla, de Guayama, de Fajardo”.
Por su parte, la intérprete puertorriqueña de lenguaje de señas Aida Luz Matos Matos explicó que “el [Sordo] va como cliente y pasa por un proceso. Cuando el Sordo decide su meta de la universidad, la ARV contacta a un consejero. Ese consejero va coordinando con las clases y el programa de clase”.
La utuadeña afirmó que la responsabilidad de proveer un intérprete se comparte entre las instituciones académicas y la agencia pública ARV.
“Las universidades también reciben fondos federales; por lo tanto, ellos también tienen que compartir ese gasto. Debe de ser mitad y mitad. Si la ARV no tiene un intérprete disponible, entonces, la universidad tiene que proveer el intérprete y el servicio”, puntualizó la también la egresada de una Maestría en Consejería en Rehabilitación de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras.
Tanto Matos Matos como Jiménez Colón enfatizaron que existen retos en la educación de la comunidad Sorda por la pandemia y los obstáculos que supone el uso de la mascarilla que, a pesar de ser necesaria, dificulta la labiolectura.
Asimismo, están de acuerdo con que la falta de requisitos o regulaciones claramente estipuladas para ser intérprete en Puerto Rico suponen un obstáculo significativo para la comunidad Sorda.
Precisamente, esa falta de regulaciones ha provocado que algunos intérpretes estén usando señas americanas que algunos Sordos no entienden.
“Tienen que usar las señas de Puerto Rico por respeto a los Sordos de aquí. ¿Para qué interpretar si ellos no me entienden?”, cuestionó la también egresada de una segunda Maestría en Administración, Supervisión y Educación en el área de Sordos de la Universidad de California en Northridge.
Matos Matos, quien también escribió el primer libro de lenguaje de señas en Puerto Rico, sostuvo que la ARV ha cambiado mucho desde que esta se retiró como consejera. La intérprete ha laborado con la comunidad Sorda por más de 30 años y ha sido una de las pioneras en el campo de la sordera en la Isla.
En el caso de Mercado Colón, no le fue notificado si hubo un cambio de reglamentación, pero la institución no le proveyó un intérprete para sus estudios técnicos debido a que, actualmente, tiene un empleo. Sin embargo, el joven expresó, en entrevista con Pulso Estudiantil, que conoce a una Sorda, de ese mismo pueblo, que estudia y trabaja a tiempo parcial a quien sí le otorgaron un intérprete.
Los tres entrevistados concuerdan en que el apoyo hacia la comunidad Sorda es indispensable para poder alcanzar sus metas.
Según la autora de Aprende Señas Conmigo, en la vida de un Sordo, “la familia hace la diferencia”. Sin embargo, la también profesora expresó ciertos retos familiares a los cuales se exponen algunos Sordos. A través de los años, ha visto “padres que no quieren aprender señas” y también mencionó que “la familia no siempre apoya al Sordo”.
Por su parte, el comunicador agradeció que sus padres trataron de buscar diferentes maneras de cómo educar a un hijo Sordo. Con el apoyo de su familia, estuvo once años en terapia del habla. “La meta de mi mamá era que yo tuviera ambos: integración oral y lenguaje de señas a la misma vez. (…) Mi mamá me enseñó: tú tienes que ser firme (…) Mi abuela se retiró temprano para cuidarme”, expresó el intérprete Sordo.
Colón Mercado añadió que el apoyo de su novia también ha sido esencial. Reveló que su pareja le recuerda constantemente “¡Sí, tú eres Sordo! Tú puedes”. Ante los retos educativos que ha enfrentado, sostuvo: “mi novia siempre me ha apoyado. Eso me ha entusiasmado”.
A pesar de los obstáculos que supone conseguir un intérprete en el país, el joven afirmó con un tono perseverante que “conseguir un intérprete con Rehabilitación Vocacional no es imposible”.
“Ellos pretenden que yo renuncie, pero yo no voy a renunciar. Yo tengo que seguir luchando. Yo tengo el apoyo de la comunidad Sorda. Yo trabajo. Yo lucho por lo mío”, puntualizó Colón Mercado.