Una luz roja cubrió la tarima del teatro Julia de Burgos. En el centro, dos cuerpos esperaban a los espectadores: uno, en un carrito infantil, y otro, reposando.
Un adelanto del final se percibe desde antes que comience la obra. Lo único que decora el espacio es un graffiti en el suelo que lee “Fando + Lis”.
Una música siniestra intercalada con notas de una caja musical ambienta al teatro pequeño, mientras que los ujieres dirigían a los espectadores a sus asientos. La muchacha permaneció en un coche enorme, con su mirada perdida, mientras tramó algo con sus manos. Las esposas plateadas y brillantes que guindaban del coche sugieren algo peor.
Al empezar, se escuchó un órgano, seguido por los gritos de los ujieres —ahora actores—. Los actores clamaban ‘’Fando’’, y ‘’Lis’’ en ritmos distintos, hasta que cantaron la melodía: “qué bonito es un entierro”. Lis sigue la melodía tras ellos irse de la tarima, y el diálogo entre ella y Fando, quien permaneció silente, inicia.
La incertidumbre se insertó en cada momento de la obra. Mientras que la joven permanecía agotada en su silla, el muchacho se movía ágilmente por la escena. Sus pasos retumban contra el piso de madera. El espacio fue dominado por sus voces, como ocurre en la mayoría de la pieza teatral.
La dinámica errática y poco saludable de la pareja mantenía el espacio relativamente callado, con una que otra risa que se escapaba del público en momentos oportunos.
Al intensificarse el ritmo de la obra, la actriz se arrastraba por todo el piso del Julia de Burgos, gritando por misericordia de parte de su pareja. El silencio se mantiene constante de parte del público.
Tras dicha discusión violenta, luego de abandonar el escenario y dejar a su novia latiendo del dolor en el piso, vuelve. Ahora, con su voz más suave y suplicante, promete llevar la joven a “Tar’’. La actriz le hace jurar que la llevará, y su amante accede, más dócil, olvidadizo de todo lo que transcurrió hace minutos.
Luego de quedar la tarima consumida por la oscuridad, se ve la pareja de nuevo, pero sin ningún cambio de escenografía.
La joven permaneció en silencio, provocando la ira de su par, quien titubea entre cantar una canción fuera de tono con su tambor sonando fuera de ritmo, y hacer muecas para provocar algún tipo de reacción.
Intenta la gimnasia por un corto momento, lanzando su cuerpo en una voltereta a través del escenario.
De nuevo, el estadio queda en penumbra, y la pareja queda ocultada por la marcha de tres hombres con paraguas. El espacio, relleno de tonos azules, ahora se siente frío.
Los hombres iniciaron una corta coreografía con sus sombrillas que terminaron con unas luces enfocadas sobre sus cuerpos. Los tres vestían similar: chaquetas y pantalones de los colores primarios cubiertas de parches, y gorras coloridas de distintos tamaños.
Sus voces dinámicas, variaron entre volumen durante todas sus escenas. Uno de los hombres, Tosco, resaltó por su tartamudez, al culminar cada una de sus oraciones con sílabas repetidas y un tono de voz que incrementaba sustancialmente.
La obra, carente de intermedio, se torna más oscura a medida que la trama se desarrolla. Sin embargo, los actores comienzan a interactuar con los espectadores. El tartamudo le pidió permiso a una joven de la audiencia para sentarse en su asiento. Una porción del público recibió esto con risas.
La audiencia fue testigo de cómo le quitaron la camisa que tenía puesta el personaje de Lis para exponerla, lo que causó que ella se tapara los senos. Rápidamente, la actriz se convirtió ausente, disgustada, o una mezcla de las dos. Fando incitó a los hombres a tocar su cuerpo y a besarla. Los hombres acceden, y se escuchan murmullos desde el público.
Al regresar las luces, Lis, ahora vestida y más pálida, dirigió sus quejas y expresó que haber estado desvestida toda la noche le hizo daño.
Su novio respondía cada vez con mayor agresión, hasta que la levantó del coche, la reventó contra el piso, y la arrastró con una cadena. La voz de la actriz se quebraba entre sus súplicas, hasta lograr convencer a Fando a que se detuviera.
Con más escenas de violencia y una muerte, culminó la obra. Los aplausos de la audiencia conquistaron el teatro. “Fando y Lis” se presentará en Río Piedras hasta el martes, 24 de septiembre, en horarios distintos.