Un estudio de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), publicado en el pasado mes, reveló tasas incrementadas en el uso de sustancias controladas y alcohol entre la juventud puertorriqueña menor de 18 años.
La entidad ha catalogado el fenómeno de jóvenes usuarios de drogas como un ‘’serio problema de salud pública’’, que necesita ser estudiado por parte del gobierno de Puerto Rico.
“El uso de sustancias entre los jóvenes representa un serio problema de salud pública. Es importante que estudiemos los patrones de uso en los adolescentes para detectar las modalidades y desarrollar iniciativas a favor del desarrollo integral de este sector”, alarmó el doctor Carlos Rodríguez Mateo, administrador de la ASSMCA.
La oficina gubernamental realizó la encuesta “Consulta Juvenil”, durante los años escolares 2018-2019 y 2019-2020, tanto en el sistema público como en el privado, para investigar la prevalencia del uso de sustancias controladas en los adolescentes entre séptimo y duodécimo grado.
La consulta identificó al alcohol, con 33.0 por ciento de uso; la marihuana, con 9.4 por ciento; y el tabaco, con 6.1, como las sustancias más utilizadas por los estudiantes en el año previo a la encuesta.
Según Rodríguez Mateo, la encuesta, que comprendió una muestra de 8,603 estudiantes en 80 escuelas participantes, tuvo los siguientes objetivos: describir el patrón de uso de drogas y las conductas de riesgo a las que se exponen los estudiantes; analizar las tendencias en el uso de sustancias desde el 1990 al presente; e identificar los factores de protección relacionados al uso de sustancias en el individuo, su entorno familiar, sus pares, escuela y comunidad.
Por otro lado, se investigó el uso de vaporizadores o cigarrillos electrónicos. Se reveló que, aproximadamente, uno de cada cinco estudiantes, un 22.7 por ciento, utilizó vaporizadores alguna vez en su vida, mientras que el 15.8 por ciento los usó el año anterior a la consulta.
Entre los hallazgos relacionados a la percepción de riesgos, prevaleció el fácil acceso a las sustancias controladas entre los estudiantes de las áreas de servicio de ASSMCA en Moca, Caguas y Mayagüez, y el uso de tabaco en el entorno familiar en las áreas de servicio de Bayamón, Mayagüez y Caguas.
No obstante, entre los factores protectivos, se presentó que más del 82 por ciento de los estudiantes plantearon que sus familiares presentaban una actitud negativa ante el uso de todo tipo de sustancia controlada o ilícita.
Similarmente, en gran parte de las áreas de servicio de ASSMCA, la mayoría de los estudiantes expresaron que fumar cigarrillos, el consumo de bebidas alcohólicas y marihuana, así como el uso de medicamentos no recetados, representan conductas de alto riesgo.
Otros factores que contribuyen al fenómeno
De acuerdo con el senador independiente José Vargas Vidot, se estima que en Puerto Rico, entre 180,000 a 270,000 personas presentan problemas serios de adicción.
«Esto es una población inmensamente grande, sin haber considerado el aspecto del uso del cannabis por la profesión de dispensarios que no tienen interconexión con el tema. En el caso de los jóvenes, ese número es bien significativo, porque recoge a los jóvenes que han estado incursionando con las drogas de diseño, la metanfetamina y luego con las combinaciones o poli uso de drogas», abundó Vargas Vidot.
A pesar de las tasas elevadas de uso de drogas entre la juventud, el senador señaló que el entorno social puertorriqueño ha contribuido a que los jóvenes recurran a las sustancias controladas.
“No soy de las personas que culpa a un joven por el uso problemático de sustancias. Estamos viéndonos en una condición social única. La realidad es que el entorno social en Puerto Rico se ha visto estresante», manifestó el senador independiente en entrevista con Pulso Estudiantil.
Asimismo, agregó que hay muchos factores y situaciones atípicas, en Puerto Rico, que conducen a los jóvenes a un uso problemático de sustancia e, incluso, les limita su acceso a otros ambientes. Uno de estos factores es la tasa de empleo reducida durante la pasada década.
«Estamos en un tiempo en la que la tasa de participación laboral es solo del 40.10 por ciento, lo que repercute en el seno familiar. La pérdida de empleo de padres y madres ha llevado a que muchísimas familias se sostienen con sus empleos múltiples. Esto provoca un vacío en ese hogar. Las familias que están debajo del nivel de pobreza constituyen el 41.2 por ciento. En los últimos diez años, el 55.9 por ciento de estos hogares se han sostenido por los miembros más débiles”, explicó el también creyente en un tratamiento salubrista ante la adicción.
La migración de miles de puertorriqueños a los Estados Unidos, ante el paso del huracán María, la deserción escolar y la falta de atención a los problemas de salud mental en la Isla también han sido precursores del abuso de sustancias entre los jóvenes.
«El 51 por ciento de los estudiantes no concluyen sus grados. Estudios han señalado que los jóvenes de 18 a 24 años sin diploma de escuela superior constituyen más del 24 por ciento de ese sector poblacional. Por otra parte, se encuentra la salud mental. Se entiende que pueden haber más de 650,000 personas con algún trastorno mental sin ser atendido’’, puntualizó el senador.
Dado que el uso problemático de las drogas no ha sido prioridad del gobierno puertorriqueño, según Vargas Vidot, quien agregó que solo existen seis espacios de tratamiento contra la adicción en la Isla.
También destacó la falta de acceso a un plan concreto y basado en evidencia que sea cónsono con la promoción de salud y la prevención primaria, lo que considera “fundamental en cualquier lugar que acoja la salud pública como modelo operacional del sistema de salud”, añadió.
Otro factor que contribuye es la falta de acceso a las oportunidades para los jóvenes en ambientes y escenarios saludables que respondan a su realidad cultural. Según el senador, existe una cultura de promover el alcohol como un aliviador de estrés, lo cual puede propiciar el consumo entre la juventud.
Con relación a los proyectos de ley que se gestionan para atender este fenómeno, el senador reconoció que, a pesar de la gran cantidad de esfuerzos que se realizan desde los diversos sectores sociales, el gobierno necesita asumir responsabilidades y establecer objetivos definidos.
«Los proyectos exitosos con los que se trabaja la problemática desde el área académica, en el sector religioso, y en las organizaciones no gubernamentales están todos fragmentados. Puerto Rico tiene que tener un plan de país en todas las dimensiones de sus desarrollo y el abordaje a las adicciones y el uso problemático de drogas no es la excepción», concluyó.