Por: Gabriel Pacheco Santa / KMCV y ANLS
El aumento en el costo de matrícula en la Universidad de Puerto Rico (UPR) tuvo un impacto inmediato en el bolsillo de los más de 55 mil estudiantes en sus 11 recintos, incluyendo a los más de 13 mil que visten el verde y blanco del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
El alza repentina del costo del crédito subgraduado también obligó a muchos colegiales a hacer malabares financieros para poder pagar su matrícula, en ocasiones a cuesta de su salud mental.
Este fue el caso de la estudiante subgraduada de Recursos Humanos Gabriela González Chéverez, quien relató los obstáculos que casi le ocasionan perder su matrícula en agosto.
Gabriela, quien hasta el año pasado contó con la ayuda incondicional de la beca Pell, experimentó problemas con el sistema por una supuesta información incorrecta en sus documentos, aunque aseguró que ha sido la misma desde que inició su carrera universitaria en el 2012.
“Estuve dos semanas escribiéndole y me decían que estaban bregando con mi caso, pero nada… Llegó el día de pago de matrícula y yo caí en depresión porque no sabía de dónde iba a sacar el dinero”, lamentó González Chéverez.
El RUM esperaba que la estudiante pagara unos $250, con los que no contaba, antes de las 4:00 p.m. del pasado 9 de agosto para poder empezar a estudiar cuatro días después.
“Entré en una crisis porque eran casi las 3:00 p.m. y yo no conseguía ese dinero. Le pregunté a medio mundo si me podían prestar $10 o $20 para poder pagar la prórroga y empezar a estudiar, pero simplemente no aparecían”, añadió la moroveña.
Media hora antes de que el RUM cancelara su matrícula, Gabriela supo, a través de Twitter, que podía pedir que retuvieran sus créditos una semana más en lo que conseguía los $250.
Aunque entiende que los aumentos no son culpa de la administración del RUM, González Chéverez señaló que el Colegio no le informó al estudiantado sobre opciones como la retención de créditos, especialmente durante el semestre más caro en la historia de la UPR.
“Yo no me puedo imaginar todos los estudiantes que pudieron haberse salvado si les dejaban saber, antes de las 3 p.m. del día de cancelación de matrícula, que había un proceso de retención”, expresó González Chéverez. “Ellos fallaron bien brutal en eso”.
Datos obtenidos en la Oficina de Registraduría del RUM revelaron que, este año, 98 estudiantes solicitaron retención de matrícula más que el año pasado, incluso cuando se registró una reducción de 2% en la matrícula del Recinto. Aunque este número representa un incremento de casi un 33% en la solicitud de este último recurso, según indicó el asistente administrativo de Registraduría, Xavier Pluguez Rivera, sigue siendo menor al que esperaban recibir este semestre.
Sin embargo, Pluguez Rivera indicó que el Recinto canceló muy pocas matrículas por impago y se hizo después de que repetidas comunicaciones fueran ignoradas por los deudores.
Aunque no pudo precisar el número exacto, añadió que todavía hay estudiantes que no han podido completar algunos de sus pagos, pero aún así siguen siendo estudiantes regulares.
“Este semestre fuimos bien flexibles con los pagos. Algunos de estos casos se discutieron a fondo y luego se refirieron a Recaudaciones para lidiar con ellos”, acotó el asistente administrativo.
Con una semana más, gracias a la retención, González Chéverez logró conseguir suficientes fondos para cumplir con su primer pago. Semanas después, el pago de $1,200 de la beca Pell llegó a cubrir sus gastos de matrícula, por lo que se produjo un excedente que la Universidad debe reembolsarle a la estudiante.
“Ahora mismo [la universidad] me debe como $160 y me dijeron que los voy a tener que esperar por un buen tiempo. O sea, que te ajoran con el pago de matrícula cuando eres tú quien debe dinero, pero cuando ellos te deben a ti, no toman acción”, exclamó González Chéverez.
A su juicio, el proceso fue uno muy frustrante dado a que los estudiantes han sufrido un incremento atropellado en el costo de sus estudios al mismo tiempo que les cierran secciones de clases conducentes a sus grados académicos.
“El año pasado yo pagué como $900 por 16 créditos y ahora estoy pagando casi $1400 por 12 créditos, que casi tuve que rogar para que me los matricularan”, confesó la estudiante.
Por suerte, este año González Chéverez logró acogerse a un plan de estudio y trabajo por el cual podrá generar algunos ingresos que cubran los gastos para los que la beca Pell ya no le dan abasto.
Se agudiza el endeudamiento estudiantil
Hay estudiantes que nunca han conocido el alivio económico de becas federales y llevan años viviendo al filo prestatario del gobierno federal para poder estudiar en la UPR.
El pasado jueves, la estudiante subgraduada de Microbiología Industrial, Vianca Martínez Serrano, sumó $5,500 a su deuda con el Departamento de Educación Federal (DEF) en préstamos estudiantiles.
Aunque esta es la cantidad máxima que otorga el gobierno federal en prestamos subsidiados a estudiantes subgraduados, Vianca teme que no será suficiente para subsanar todos los gastos personales que, antes del aumento en el costo de matrícula, podía costear sin sacrificar su estándar de vida.
“Todos los años tengo que renovar préstamos para poder pagar la matrícula, pero esta vez es diferente. Tuve que pedir lo máximo posible y quizás ni me dé para sobrevivir todo el año”, indicó Martínez.
De los $5,500 que tomó prestado este año, espera gastar casi $3,700 en su matrícula, lo que deja unos $1,800 para cubrir sus gastos personales, que suman a casi $500 mensuales entre renta, agua, luz, internet, alimentos y transportación.
Cuando el crédito en la UPR costaba solo $56, podía vivir cómodamente casi todo el año académico, indicó la estudiante, pero ahora estima que el excedente del préstamo solo le dará para vivir unos cuatro meses del año, antes de verse forzada a tomar prestado de sus familiares.
Ante su nueva realidad económica, Mártinez Serrano se ha movilizado a buscar trabajo y ayudas federales, pero sin mucha suerte.
“Yo he buscado trabajo y me dicen que no me pueden coger por el horario de mis clases. También fui a solicitar los cupones, pero me dijeron que no puedo solicitarlos sola porque aparezco como dependiente de mis papás. Y cuando mi mamá fue a solicitarlos por nosotros, le dijeron que no cualificamos”, explicó frustrada con el Programa de Asistencia Nutricional.
Aunque piensa graduarse el año que viene, admitió no tener otro plan alguno que seguir incurriendo en préstamos para lidiar con el incremento escalonado que precisa implementar la Junta de Gobierno de la UPR (JU), según indica su más reciente plan fiscal.
“Es bien probable que me atrase un semestre más porque el préstamo no me da para pagar una matrícula tan alta, especialmente cuando no consideraron todos los gastos adicionales que tenemos los estudiantes, al momento de aumentar la matrícula”, lamentó la estudiante oriunda de Bayamón, que precisa tendrá casi $26,000 en prestamos estudiantiles al obtener su primer grado académico.
Sin remedios institucionales a los altos costos de la matrícula
La UPR ha creado un fondo de becas que asciende los $9 millones para este año, según indica su plan fiscal, pero su administración aún está “trabajando con parámetros internos y certificaciones”, por lo que no se prevé que sea una opción viable para los universitarios este semestre académico.
Asimismo, la directora interina de la Oficina de Asistencia Económica del RUM, Hilda Tamariz Vargas, advirtió que la institución tiene algunas ayudas disponibles, pero son muy limitadas.
Tamariz Vargas señaló al Programa de Estudio y Trabajo, que este año recibió una subvención más alta del gobierno federal en respuesta al huracán María. A través de él, 764 estudiantes, como Gabriela González Chéverez, podrán trabajar un máximo de 180 horas, a razón de $7.25 cada una, hasta alcanzar un tope de $1,305 al año.
Sin embargo, también reconoció que los fondos adicionales solo han aumentado la cantidad de horas disponibles por 10, en comparación con el pasado año académico, lo que representa un beneficio marginal de solo $72.50 para el estudiante – menos del costo de un crédito.
De igual manera, indicó que la demanda por estas oportunidades ha ido en alza este semestre y teme que no tendrá espacios suficientes para todos los que ya lo han solicitado.
Además, advirtió que los aumentos podrían impactar más a los estudiantes de primer año por las limitaciones prestarías que les impone el gobierno federal, aún cuando sostienen cargas académicas y gastos similares al resto del estudiantado.
A modo de ejemplo, un estudiante de nuevo ingreso de Ingeniería Química en el RUM debe completar alrededor de 34 créditos por año para terminar su bachillerato en cinco años (172 créditos), como estipula su programa académico.
Sin contar laboratorios y cuotas que añadirían al total adeudado, el estudiante necesitará pagar $3,900 por su matricula este año, superando por $400 al préstamo subsidiado más grande que le puede otorgar el gobierno federal hasta que pase a su segundo año en la UPR.
Debido a esta merma prestataria, el estudiante deberá buscar ingresos alternos para pagar por su educación y gastos personales que, en muchos casos, puede igualar al costo de la matrícula.
Su mejor alternativa, según indica el DEF, es cerrar esta brecha económica con préstamos federales no subsidiados con una taza de interés de un 5.05%. Sin embargo, esto obligaría a los estudiantes de nuevo ingreso a pagar intereses durante su primer año en la Universidad solo para igualar su estándar de vida al resto de los estudiantes en la UPR.