Por: Adriana Díaz Tirado/ MNB
Don Goyo supo que había llegado el momento de decir adiós a la Tuna. Su cuerpo comenzaba a sufrir los estragos de 45 años dedicados a la música y el baile.
Gregorio Acevedo González, una de las figuras más importantes de la historia de la Tuna de la Universidad de Puerto Rico (UPR), ingresó en 1959 al recinto de Río Piedras.
El pueblo de Ponce lo vio nacer el 25 de agosto en 1942, y sus padres Gregorio Acevedo y Virginia González lo criaron junto a siete hermanos.
De no saber nada de música, se ha convertido en uno de los salvadores de la música e instrumentos típicos de la isla. Don Goyo agradece a la tuna porque le enseñó a amar aún más la cultura puertorriqueña.
“Mi infancia fue muy pobre, inclusive yo no cantaba nada, no tocaba nada. Vine a descubrir la música en la Universidad de Puerto Rico”, expresó Acevedo González.
Sus inicios en la Tuna
Curiosamente, la primera maniobra de Don Goyo fue entrar por una ventana de madera para así ingresar a la Tuna de la UPR.
Tres meses después de tanto practicar para poder llegar al nivel de la tuna, la piel de los dedos de Acevedo González ya se había desagarrado. Practicaba en todos lados, en los pasillos y salones de clases, “la gente pensaba que estaba loco”, dijo Goyo.
En su primera audición para Francisco “Paquito” López Cruz, no pudo tocar tan bien porque tenía muy lastimados sus dedos de tanto ensayar.
“Me vio los dedos y me dijo: ‘No hay problema, quédese ‘, y me dejó en la Tuna sin siquiera hacer una audición”, añadió Don Goyo.
Después, aprendió a usar la pandereta con gran habilidad; y, así comenzó a lucirse en cada escenario que la Tuna se presentaba.
La Tuna lo salvó de muchos problemas. Fue la que le ayudo a saciar el hambre y costear los gastos de estudiar tan lejos de su familia.
Más de 43 años siendo director
Al regresar en 1972 a la UPR después de participar en la Guerra de Vietnam, se convirtió en el director de la Tuna de la UPR.
Don Goyo considera que para dirigir la Tuna no solo basta conocer la música, sino que se tiene que comprender a la juventud y saber por los problemas que están pasando. Asimismo, entender que la Tuna es una familia y la unión es un pilar importante.
“Estar con la juventud hace que uno se sienta más joven. Y así comprendo lo que va a pasar con el futuro del país”, sostuvo Acevedo González.
Lo primero que hace con los nuevos miembros es darle un tour por la universidad. Los lleva frente a la Torre para que la aprecien y comprendan la grandeza de UPR. La tuna le enseñó el respeto por la música y por sus estudiantes.
Fue galardonado con una de las mayores distinciones de la UPR, el grado Doctor Honoris Causa, en diciembre del 2016.
“Con el trabajo que pasé para estar en la tuna y estar en todo. Me gradué de mi bachillerato de milagro porque era tan pobre. Lograr que me otorgaran el doctorado fue grandioso”, dijo Acevedo.
Sus estudiantes están muy conmovidos con su retiro y agradecidos por su gran aportación a la Tuna.
“Es algo histórico. Goyo ha estado prácticamente en toda la historia de la Tuna IUPI. Es difícil el tener ensayos donde no tenemos sus anécdotas, sin escuchar sus chistes; es diferente el ambiente, pero es parte de”, expresó el tuno mayor, Víctor-Iván Miranda Rodríguez.
Ha llegado el momento de retirarse
Don Goyo ha hecho todo lo que quería lograr con la Tuna, y ha llegado el momento de disfrutar con su familia.
A raíz de tantos años de constante actividad, su cuerpo comenzó a sufrir lesiones que hicieron más viable su decisión de retirarse de la Tuna.
“Este año comenzaron los achaques de problemas de dolor aquí, dolor por allá. Tuvieron que operarme el bíceps que se me desgarro completo. Están apareciendo lesiones que en el pasado no existían” explicó.
El tuno mayor se retira, pero no estará quieto. Don Goyo espera competir en otra de sus pasiones, la esgrima. “Soy de los más viejos, pero le gano a los de 45 años”, dijo jocosamente.
Aún se desconoce quién ocupará el lugar de la dirección de la Tuna.
Apasionado por la UPR
Don Goyo se ha ganado el cariño de la comunidad universitaria. Por esto se ha convertido en ejemplo de dedicación y perseverancia. El amor que siente por la UPR es evidente.
“Yo creo que no hay nadie en este país que pueda hacer que la universidad muera. Aquí está la juventud más inteligente del país. Los estudiantes hacen sus protestas, pero para protestar hay que ser inteligente”, aseguró Don Goyo.