Por: Crystal L. Negron Alicea
Durante este cuatrienio, la administración del Partido Nuevo Progresista (PNP), encabezado inicialmente por el doctor Ricardo «Ricky» Rosselló Nevares, enfatizó un “plan” de gobierno, que sería ejecutado cabalmente por su gran equipo de trabajo. Se mencionó en la campaña para la gobernación de Rosselló Nevares en cada debate político, conferencias de prensa y mensajes programados. No obstante, nunca han podido explicar con exactitud los puntos importantes para llevar a cabo este “plan”, aparte de prometer la estadidad. Nunca, nadie, ha podido entender a que se referían; por lo que solo las circunstancias han podido responder a esa interrogativa.
Ante el desconocimiento y, la propia interpretación, entiendo varios puntos importantes del dichoso plan de gobierno. El primer punto nos lleva a lo que ya conocíamos, la poca -o nula- preparación que tiene los funcionarios de dicho partido político. Rosselló Nevares, junto a sus secuaces, se treparon a la fortaleza sin tener en cuenta que gobernar no es tan solo posar para la foto, dar mensajes “inspiradores” por televisión, ni mentir mientras sus «panitas» se roban el dinero del pueblo. Es asumir la responsabilidad de proveerle bienestar, educación y progreso a una nación. Se trata de la organización y panificación sobre cualquier escenario. Es el bienestar de una comunidad antes que la propia. Fue evidente que, para eso, allá arriba nadie estaba preparado. Por otro lado, sufrimos las consecuencias de la negación y deseos de “quedar bien” ante escenarios catastróficos. Por estos anhelos de protagonismo nunca se canalizo con eficiencia las ayudas y hacia donde se dirigían. Tanto así que aun seguimos descubriendo suministros en distintos puntos de la isla. Fue obvio que no existía un plan de emergencia eficiente, prefirieron esperar a que los hechos ocurrieran para justificar sus ineficiencias. Por último, y considero lo más importante, el verdadero plan está en manos de la gente. La autogestión ha sido el mecanismo de supervivencia y superación entre las comunidades. El poder de la unión comunitaria ha provocado que las ayudas lleguen sin trabas, al momento y a donde deben llegar.
Quedó en evidencia la falta de preparación luego del huracán María. El país quedó devastado, sin electricidad, sin agua y telecomunicaciones. No estaba claro que sucedería después de aquel 20 de septiembre de 2017. No había manera de saber o fiscalizar que la administración de Rosselló Nevares estaba por hacer, solo se observaba, respiraba o consumía incertidumbre y caos. Muchos pudieron solos, otros necesitaban mejores condiciones de vida. Otra realidad, una por la que, a través del voto, exigían y merecían.
Aunque la recuperación era lenta, se estaba llevando a cabo. Los funcionarios de gobierno en el norte aseguraban que, dentro de las circunstancias, todo estaba bien. Solo había 64 muertes, Unidos Por Puerto Rico estaba repartiendo suministros luego de que Beatriz Rosselló se tomara la foto, cantantes organizar conciertos y recaudaron fondos, habían algunos sectores con luz, FEMA había llegado a la isla. Los políticos en turno se dieron puños en el pecho aludiendo a que habían manejado el desastre con prontitud y eficacia, ignorando los reclamos de los alcaldes por las necesidades de sus pueblos. Aunque la realidad es que cualquier progreso era responsabilidad de cada individuo y su experiencia de supervivencia.
El plan de «Ricky» también consistió en evitar que descubrieron que, en efecto, no existía ningún plan. Poco a poco lo desciframos. Todo comenzó con la cuestionable cifra oficial que publicó el Registro Demográfico de Puerto Rico sobre nuestros muertos. No obstante, un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard validó los hallazgos de la investigación que el Centro de Periodismo Investigativo realizó. No fueron 64 personas quienes fallecieron luego del huracán, fueron 4,645 vidas negadas y escondidas. Miles de muertes que sistemáticamente se pudieron evitar si el sistema eléctrico fuera eficiente, si los suministros hubiesen llegado a tiempo, si concientizaran sobre las enfermedades que podrían aparecer luego de un huracán y si existiera un compromiso real con los ciudadanos que tanto dicen respaldar.
A dos años de María y varios meses de expulsar al gobernador, la historia se repite. Otro desastre natural, esta vez en forma de terremoto, reafirma que no existe voluntad ni objetivo para atender las necesidades de las comunidades. Nuevamente, ¿qué ha hecho el gobierno “renovado” de Wanda Vázquez Garced? Desde el 28 de diciembre que comenzaron a sentirse los temblores en el área sur, las redes sociales de cada político se han llenado de fotografías en las áreas más afectadas, mientras las ayudas se quedan entre mensajes políticos. Se han encargado en hacer conferencias de prensa en donde se repite sin cansancio “hay que mantener la calma”. Sí, mantener la calma cuando el suelo no deja de temblar. Mantener la calma cuando miles de personas viven en refugios, mientras otros fuera de sus hogares con temor a que otro sismo mayor ocurra. Mantener la calma cuando no hay un plan a seguir. Mantener la calma cuando ignoran los reclamos de los alcaldes. Mantener la calma mientras descubren almacenes abastecidos con suministros mientras los sureños pasan necesidades. Mantener la calma mientras en la mente retumba este mismo gobierno dejó morir a 4,645 personas.
La realidad es que la ineficiencia gubernamental ha sido el mayor logro para el pueblo. Se encargaron de mentirnos, de dejarnos en la intemperie, nos condenaron a morir física y espiritualmente. Perdimos muchas vidas, los deseos de dar la batalla frente al poder que nos acorralaba. Sin embargo, desde aquel septiembre del 2017 aprendimos que es posible construirse desde la autogestión. Sí, son capaces de dejarnos morir nuevamente, pero eso no existe cuando la solidaridad es la mayor capta de protección. No existe gobierno corrupto que puedan con la fuerza de la unión comunitaria. Aquí las casas se construyen desde abajo, sin ayuda monetaria por parte de FEMA. El agua potable, los catres, los artículos de higiene y de primera necesidad llegan a manos de quienes lo necesitan. La gente se reúne, recolecta y entrega suministros, no los guarda en vagones ni almacenes. La gente saca de su bolsillo, de su salario mínimo, lo que puede para que muchos otros tengan. La entienden que la empatía puede más que el privilegio, porque “solo el pueblo salva al pueblo”.
Eso hay que agradecerle al «penepé», su “plan” logró que descifráramos de que están hechos y cuál es nuestro potencial. Lo vimos en María, lo vimos en el Verano de ’19 y lo volvimos a ver ahora. El plan está en manos de la gente, y solo eso hará que Fortaleza nunca deje de temblar.
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.
JLDN