Por: Allison N. Martínez Martínez / MNNB
Al entrar por el portón principal de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, la comunidad riopiedrense es recibida con los «buenos días» y la sonrisa del guardia de seguridad que todos conocen, pero pocos saben su nombre.
Orlando Álvarez de Jesús lleva seis años regalando saludos y risas a los estudiantes y a la facultad, pero decidió «enganchar los guantes» y disfrutarse a sus nietos. Tras irradiar la entrada del recinto con una mezcla de alegría y cariño, Don Orlando se despide de la IUPI, de los abrazos cálidos y los apretones de manos que recibía.
Con un bigote canoso que adorna su sonrisa, contó que le gusta trabajar en la mañana para saludar a los muchachos y las muchachas, ya que “siempre me levanto con mucha energía”.
El natural de Río Piedras lleva la mayor parte de sus 62 años demostrando su vivacidad y disposición al servicio. Álvarez de Jesús abrió sus ojos por primera vez el 10 de octubre de 1955 y fue criado en el residencial Manuel A. Pérez junto a sus cinco hermanos.
“Yo vengo de una familia humilde, pero aprendí a ser una persona trabajadora”, relató el señor mientras se arreglaba su gorra azul marina
A temprana edad dejó los estudios para sustentar a su familia y se mantuvo alejado de “los malos pasos para poder salir hacia adelante”.
A lo largo de su vida, el guardián sirvió por más de 40 años como chófer de camiones del gobierno municipal. Sus años en el servicio público lo familiarizaron con el contacto humano y así desarrolló su dulzura y empatía por el prójimo.
“Llegué a ver personas afectadas por las drogas durante ese tiempo. Por eso siempre le digo a los muchachos que se alejen de eso y estudien” puntualizó en un tono un poco más serio, pero sin perder su calidez.
Don Álvarez aseguró que, como los boxeadores, es momento de enganchar los guantes. “Mi familia quiere que disfrute y yo también quiero ver a mis nietos. Me gustó mucho este tiempo en la universidad y ahora me toca descansar” concluyó el señor.