Las navidades, época de ilusiones, vacaciones y alegrías. Asimismo, es ese momento en el año el cual es casi imposible evadir las fiestas familiares. Aunque la construcción social del vínculo familiar es indispensable para estas festividades, está no es la idea perfecta para celebrar.
Es este el momento en donde nuestra identidad, pensamientos y conocimiento choca con la brecha generacional. Donde los chistes, comentarios y conversaciones son problemáticos. Solo queda refutar, defender posturas y protegerse a sí mismo. Sobrevivirlo, recuperase y continuar es posible.
- No eres tú
Quizás, tan pronto pases por la puerta, comiencen las preguntas y los comentarios innecesarios como: “¿Y tu pareja?”; “¿Cómo están las notas?”; “¿Cuando te gradúas?”; ”Aféitate que se ve feo”.
Es preciso reconocer que las expectativas, deseos o cuestionamientos por parte de varios individuos no te definen. Establecer respuestas finales y que no permitan que la conversación, en torno a ese tema, continúen.
- Establece un plan
- Compartir con la familia escogida
En las amistades, compañeros y parejas se encuentra la contención que se ha negado en otros espacios. Tener vínculos y participar de actividades saludables hará que emociones desgastantes, adquiridas durante encuentros familiares, se transformen.
- Reconocer(se)
Las dinámicas que se llevan a cabo son tan predecibles como los sándwichitos de mezclas en la mesa. Reconocer que hay conversaciones que se deben dar, cuestionamientos que se deben discutir y, por nada, permitir que la identidad, razón o ser, sean pisoteados.
De igual manera, por el bienestar propio es necesario alejarse sin permitir que esas discusiones perturben o provoquen más complicaciones en la salud mental. Escoger qué momentos te hacen sentir mejor es necesario para sobrellevar el resto de día o noche.