Por : Sofía I. Durán Pérez
El cafecito de las tres se cambió por la lucha en la calle, pañuelos verdes y morados y un sol que arropó al centenar de manifestantes.
La Coalición 8 de marzo Puerto Rico, un junte de organizaciones y personas en su carácter individual que se reúnen todos los años para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, convocó un piquete y manifestación frente a las oficinas centrales del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).
Las niñas, jóvenes, adultas y ancianas llegaron paulatinamente a los predios de las oficinas administrativas, bajo el tema “Justicia de las Mujeres es Justicia Verde”.
El sol acompañaba a las Barrileras del Ocho de Marzo. El colectivo tocó, cantó y bailó Bomba. (Sofía Durán)
Asimismo, era preciso ver a la uniformada de mujeres policías que vestían bandas moradas en sus brazos.
El ruido de los autos, pasando por la interestatal número 1 frente al DRNA, acompañaba las campanas y triángulos que sonaban. Entre saludos, reencuentros, instrucciones y repartición de consignas y pancartas, las personas comenzaron a organizarse en el primer carril de la avenida.
La Coalición 8M decidió manifestarse frente al DRNA para reclamar la ineficiencia de la agencia en el manejo de los recursos naturales y la vida animal del país.
A las 3:57 p.m., comenzó el piquete: un círculo compuesto por niños, hombres, jóvenes, políticos, personas mayores, pero sobre todo mujeres. Dentro del círculo, se encontraban las Barrileras Del Ocho de Marzo organizando una media luna de barriles decorados con pañuelos verdes.
El colectivo empezó la manifestación en compañía de Rosa Seguí portavoz de la Coalición 8 de marzo y la ginecóloga y activista Yarí Vale Moreno.
Las personas cantaban consignas como “el pueblo luchando también está enseñando” y “nosotras parimos, nosotras decidimos”. La manifestación reflejaba la lucha multisectorial que convoca el feminismo desde su interseccionalidad.
Bajo los 82 ℉ , las ecofeministas, senadores, sindicalistas, artistas, trabajadoras sociales, mujeres negras y estudiantes se bañaron en el sudor de la lucha.
Cuando las barrileras comenzaron a tocar, el sentimiento de pertenencia brotó de cada cuerpo presente y se convirtió en una nube que cubría a la manifestación.
Los reclamos, cantados y bailados a través de la bomba, desarrollaron en las manifestantes una imposibilidad a la quietud. Una de las escenas más memorables fue una madre que consignaba y bailaba mientras amamantaba a su hija.
La lectura de manifiestos por las educadoras de la Federación de Maestros de Puerto Rico Rosa Ferrer Camacho y Coralys Rivera Lozano propuso la educación ambiental, decolonial y antirracista como una herramienta transformadora para lograr la justicia social.
Una de las pancartas en el suelo expone la soberanía alimentaria. La Coalición reclamó el derecho de definir las políticas propias sobre las estrategias de producción, distribución y consumo de los alimentos. (Sofía Durán)
Entre los reclamos de la Federación, estaban los fondos para los programas de agricultura y agronomía en las escuelas públicas, la soberanía alimentaria, la educación con perspectiva de género y el rechazo a la privatización de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
En el suelo de la avenida, se encontraban desde cruzacalles que promovían la justicia ambiental hasta un trabajo de composta. La justicia verde que exigían las manifestantes se refería a la opresión de las mujeres en relación con la explotación de los recursos naturales y ambientales.
También, había pancartas con mensajes de la lucha feminista por los derechos reproductivos, justicia laboral, salud accesible y vivienda digna.
Casualmente, las burbujas que sopló una niña sirvieron para transicionar a la dedicatoria en memoria de Faustina “Tinti” Deyá Díaz, activista ambiental y cofundadora de Casa Pueblo en Adjuntas.
Asimismo, la educadora y artista Teresa Sepúlveda Alancastro interpretó, acompañada de su guitarra, los poemas “Yo misma fui mi propia ruta” y “A Julia de Burgos de Julia” de Burgos.
Entre aplausos y pelos de punta, la multitud se preparaba para la celebración y apropiación de la sexualidad que se compartió en un “slutwalk” sobre una alfombra roja. Se escuchaba la canción “Un Amarre” de RaiNao y Villano Antillano cuando la niñez, la negritud y las personas de la comunidad LGBTQIA+ abrazaron la diversidad de cuerpos durante el desfile.
Una madre y una niña caminaron por el “slutwalk”. El “slutwalk” se celebró por 5to año consecutivo en la convocatoria del 8 de marzo.(Sofía Durán)
Luego, las barrileras se prepararon para el cierre de una manifestación que atendió los reclamos de lucha ambiental, justicia climática y otros manifiestos feministas.
La furia, el coraje y la opresión se reflejaron en el bailar intenso de las faldas que se movían al ritmo de las vibraciones de los barriles.
La conexión entre las bailarinas de bomba y las barrileras representó el sentimiento de comunidad y unidad que había convocado la manifestación en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Como sacado de un cuadro, un atardecer con tonalidades tenues de anaranjado y rosa acompañaba el ambiente combativo que concluía la manifestación.
Niña bailando bomba en el batey de las Barrileras del Ocho de Marzo. La bailarina fue una de las personas que se integró al batey. (Sofía Durán)
“Yo no callaré, yo no callaré, ante la injusticia yo no callaré”, coreaban los manifestantes que se unieron al batey. Ayer, 8 de marzo de 2023, se conmemoró la interseccionalidad de la mujer desde una lucha multisectorial que no descansará hasta lograr la justicia social.