OPINIÓN por: Marién Villanueva Vega
Foto: Angelie García
Carta a madres, padres y familiares de estudiantes de la UPR:
Hola a todxs. Deseo que estén bien y esperanzadxs de poder trabajar para ayudar a levantar el futuro de este país. Yo me siento alerta y ocupada para trabajar en comunión y en nombre del amor que le tengo a mis hijxs y a la Universidad a la que le debo la educación de mis padres, hermanxs, primxs, la mía, y recientemente la de mi hija mayor. Esta misiva, que es más bien un llamado a la acción, requiere de ese estado de ánimo para poder denunciar injusticias y defender el derecho a la educación.
En los pasados días me encontré con los titulares de las noticias de los principales rotativos del país que comunican lo siguiente: La Junta tiene en su mira a la AEE, Una nueva estructura para el Instituto de Cultura Puertorriqueña, Difícil detener la fuga de educadores de las escuelas puertorriqueñas, Un hombre mata a su esposa y dos hijos en Cayey, Boston detiene casos de bonistas y gobierno pide proceso de mediación, Tiroteo entre las avenidas Piñeiro y San Patricio termina en asesinato, Rosselló señala los peligros de cerrar la UPR, Rosselló advierte efecto adverso del paro en la UPR, Gobernador advierte de consecuencias de Cierre en UPR. Todos esos titulares rezan más o menos de la misma manera en todos los periódicos y presentan el mismo contenido macabro de la realidad de Puerto Rico.
Para mí como madre y educadora se me hace difícil ignorar o no darme cuenta de la relación que estos eventos tienen en común. Es así de simple. Los peligros de cerrar la UPR tendrán consecuencias que crearán un gran efecto adverso para el futuro del país. Este juego de palabras, que creo uniendo los últimos tres titulares que comunican la misma noticia, no es un juego literal. Representa una realidad con enormes y horribles consecuencias que solo se puede describir reconociendo el peso que tiene el uso del lenguaje, la conexión del mismo con nuestra mera existencia y el contexto en el que se comunican ciertas expresiones.
Puerto Rico atraviesa una de las peores crisis de su historia y eso se ve reflejado en el diario vivir de sus ciudadanxs. Los servicios primarios de las personas, el patrimonio cultural y económico, la salud física y mental de la población y la seguridad pública están en crisis y en amenaza de seguir empeorando. Todas esas situaciones, en un país en el que no haya acceso a la educación y en el que se cierren los espacios de investigación y comunicación estudiantes y académicos, seguirán enfermando y acabando con todo lo bueno que aún nos queda como sociedad.
Es por eso que con esta carta les pido que reconozcan que es momento de actuar como familia acompañando a nuestrxs hijxs, nietxs, hermanxs, primxs y amigos universitarixs en cada una de las luchas que tengan que dar desde cualquier lugar que haya que darlas. Es momento de buscar la cordura colectiva denunciando la injusticia que puede causar el desmantelamiento de la UPR que representaría la muerte de esta sociedad. Menciono la palabra muerte porque es lo único que no es reversible. Sin educación somos solo seres vivos condenados a ser privados de aquellas experiencias que nos permiten vivir con humanismo.
La Junta de Control Fiscal , el gobierno central o la administración de la Universidad no son los que tienen a cargo la «responsabilidad» de mantener abierta y operante la Universidad.
Lxs estudiantes universitarios, lxs educadores y empleadxs no docentes son quienes tienen la responsabilidad ética y moral de defenderla para mantenerla abierta y operante. Nosotrxs lxs madres, padres, familiares y egresadxs tenemos que ser ese respaldo incondicional que se haga presente de manera verbal, escrita y física. Es este el momento de demostrarles a nuestrxs estudiantes y a los agentes de opresión que esta lucha no es de un sector minoritario al que se le menosprecia como si fueran caprichosos o ignorantes. Es momento de comunicar a través del diálogo convertido en acción que esta lucha no es de un grupo aislado de personas. Esta es la lucha de los estudiantes y sus familias enteras.
En solidaridad,
Una madre