Con la llegada de la vacuna contra el COVID-19 a Puerto Rico, no solo se presentó una nueva forma de disminuir los contagios y los decesos por el virus, sino que también surgieron nuevas interrogantes para aquellos interesados en la inoculación.
“¿Qué vacuna se van a poner”? y “¿Cuál es la mejor vacuna?” resaltan entre las preguntas más comunes de cara a la vacunación.
Más allá de concluir que una mayor efectividad en reducir la incidencia de COVID-19 implica que la vacuna es mejor, ¿realmente se conoce qué son y cómo logran prevenir el contagio contra el virus?
Antes de llegar al centro de vacunación correspondiente, asegura conocer los principios básicos de la inoculación y las similitudes y diferencias entre cada una de las vacunas aprobadas para uso de emergencia en Puerto Rico.
¿Qué son las vacunas?
Una vacuna es una preparación biológica que le permite al sistema inmunológico reconocer y combatir una enfermedad contagiosa. Luego de recibir la vacuna, el organismo desarrolla inmunidad contra esa enfermedad para la cual fue diseñada.
La vacuna promueve la producción de anticuerpos, proteínas del sistema inmunológico que protegen al organismo de agentes infecciosos. Es decir, la función de la vacuna no es curar ni tratar determinadas enfermedades, sino prevenir la adquisición de las mismas.
En particular, las vacunas contra el COVID-19 estimulan al sistema inmunológico a desarrollar inmunidad contra el virus que provoca la enfermedad. ¿Cómo lo hacen? Es preciso, entonces, categorizar las distintas vacunas contra el COVID-19 y el mecanismo de acción particular de cada una.
1. Vacunas de ARN mensajero (ARNm): Pfizer y Moderna
El virus que provoca el COVID-19, SARS-CoV-2 (Síndrome respiratorio agudo severo, por sus siglas en inglés), contiene proteínas que posibilitan la entrada del mismo a las células humanas.
Por tal razón, las proteínas espículas, que se encuentran en la superficie del virus, son idóneas para el desarrollo de la vacuna ARNm contra el COVID-19. Específicamente, la vacuna contiene ARNm, una biomolécula que le instruye a las células que deben producir espículas de coronavirus.
Cuando el sistema inmunológico detecta la presencia de las proteínas espículas, este busca protegerse y comienza a producir los anticuerpos necesarios para combatir el virus.
Eventualmente, las células humanas destruyen el ARNm que entra. De esta manera, contrario a otros tipos de vacunas, la de ARNm no altera el código genético de la persona que fue inoculada.
Si, en efecto, una persona vacunada se infectara con el coronavirus, los anticuerpos producidos con la ayuda de la vacuna reconocerían el virus y prevendrían la infección, impidiendo que las proteínas espículas de este ataquen las células.
Actualmente, existen dos vacunas de ARNm contra el COVID-19: una que fue producida por las compañías Pfizer/BioNTech, y otra por Moderna. La Administración de Comidas y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso de emergencia de ambas vacunas en los Estados Unidos.
Tanto la Pfizer como la Moderna requieren dos dosis de la vacuna. Mientras que la segunda aplicación de Pfizer debe recibirse 21 días después de la inoculación con la primera dosis, la de Moderna solo requiere 28 días de diferencia.
Por otro lado, la vacuna de Pfizer está dirigida para personas con 16 años de edad o más, y la de Moderna para personas con 18 años o más.
Para ambas vacunas, se han reportado efectos secundarios más severos posterior a la inoculación con la segunda dosis. Algunos de los efectos secundarios más comunes incluyen: dolor en el sitio de inyección, fatiga, dolor de cabeza, fiebre, dolor muscular y de las coyunturas, entre otros.
La vacuna de Pfizer requiere un almacenamiento bajo temperaturas más frías que la de Moderna, considerando que la de Pfizer debe estar bajo -80°C, y la de Moderna, rondando los -20°C.
“Pfizer tiene una desventaja grande [porque la temperatura de la refrigeración] dificulta mucho la transportación y la distribución de esa vacuna porque […] no todas las farmacias tienen un refrigerador de -80°C”, planteó la epidemióloga Cruz Nazario Delgado en entrevista con Pulso Estudiantil.
Aunque la efectividad de la vacuna de Pfizer en prevenir una infección sintomática contra el COVID-19 es ligeramente mayor que la de Moderna, ambas se sitúan cerca del 95%.
Sin embargo, es imperativo contrastar la diferencia entre el significado de la efectividad, a nivel individual, y la eficiencia, a nivel colectivo, de las vacunas demostrado por las farmacéuticas.
“La efectividad se mide a nivel de la persona. La eficiencia no se demuestra en los ensayos clínicos, se demuestra cuando se empieza a vacunar a la población general. […] Por lo tanto, si la vacuna va a ser eficiente en disminuir la incidencia de la COVID-19, lo vamos a ver muchos meses después que se empiecen a inocular las poblaciones”, expresó la doctora.
2. Vacunas de Vectores Virales: Johnson and Johnson, AstraZeneca/Oxford y Gamaleya
Las vacunas de vectores virales, una gran familia de virus que generalmente causan infecciones respiratorias, utilizan un adenovirus.
Contrario a las vacunas de ARNm, las de vectores virales contra el COVID-19 contienen ADN de doble cadena (dsDNA, en inglés) que busca producir proteínas espículas de coronavirus en las células humanas. Como el adenovirus está genéticamente modificado, este no es capaz de replicarse ni de causar una infección viral como el COVID-19.
Luego de la inoculación, las células comienzan a presentar las proteínas espículas, desconocidas por el sistema inmunológico, en su superficie. Esto estimula la producción de anticuerpos para combatir el COVID-19 si en algún momento el patógeno infectara a la persona.
Hasta el momento, existen tres vacunas principales contra el COVID-19 basadas en el adenovirus: la vacuna de Johnson and Johnson (J&J), la de AstraZeneca/Oxford y la de Gamaleya. Sin embargo, solo la vacuna de J&J ha sido aprobada por la FDA para uso de emergencia.
Esta vacuna solo requiere una dosis, aumentando así la facilidad de vacunar a más personas con mayor rapidez y una menor cantidad de vacunas. No obstante, esta no es la única ventaja.
La vacuna de J&J solo requiere un almacenamiento a temperaturas estándares, que, en comparación a las vacunas de ARNm, son más altas. Por lo tanto, con esta vacuna, la administración, distribución y almacenamiento son menos complicados, dado a que se pueden guardar en lugares que carezcan de neveras con capacidad ultra-fría.
Nazario Delgado sostuvo que “la mayor parte de la gente prefiere una sola inoculación”.
La también catedrática del Recinto de Ciencias Médicas considera que, debido a esto, hay un gran entusiasmo por la aprobación de la vacuna “a pesar de que la efectividad no parece ser tan alta como la de Pfizer y Moderna”.
Pese a sus beneficios, la efectividad para prevenir una infección sintomática contra el COVID-19 es más baja que la de Pfizer y Moderna, puesto que se sitúa en el 72%.
Para comparar la efectividad de las distintas vacunas, se debe considerar que las diferencias en términos de cuándo fueron probadas, a qué poblaciones fueron administradas y en dónde se realizaron las inoculaciones son drásticas.
“En referencia, puede saber que la vacuna de la influenza lo que tiene es un 52% de efectividad y todo el mundo se la pone sin preocuparse por la efectividad tan bajita que tiene”, puntualizó la egresada de la Universidad de John Hopkins.
3. Vacunas del Virus Inactivado: Sinopharm, Sinovac y Bharat Biotech
Las vacunas del virus inactivado han existido por más de un siglo. Los virus inactivados han sido utilizados para diseñar distintas vacunas como la del polio, la influenza, la hepatitis A y la rabia, entre otras.
Para producir una vacuna como esta, los científicos matan o modifican un patógeno, de modo que no pueda replicarse ni causar la enfermedad asociada al mismo. Se logra mediante la inactivación, un proceso que conlleva la aplicación de químicos, radiación o calor. Cualquiera de estos métodos destruye el material genético del patógeno y, a su vez, impide la replicación del virus.
Pese a que el virus es incapaz de replicarse debido a su inactivación, las proteínas espículas permanecen inalteradas. Es decir, estas vacunas no pueden infectar a las células humanas, pero sí pueden estimular una respuesta inmunológica que sea capaz de enfrentarse al virus en cuestión.
Sinopharm, Sinovac y Bharat Biotech han desarrollado vacunas contra el COVID-19 que utilizan el mecanismo del virus inactivado.
Mientras que el uso de la vacuna de Sinopharm, cuya efectividad es de 79%, ha sido autorizado en China, Bahrein, los Emiratos Árabes y Egipto, la vacuna de Sinovac solo está autorizada en China, con un 50% de efectividad. Por otro lado, India autorizó el uso de la vacuna de Bharat Biotech. No obstante, estas vacunas no han sido autorizadas por la FDA.
En general, las vacunas del virus inactivado son idóneas para personas cuyo sistema inmunológico está comprometido y, contrario a otras vacunas, pueden permanecer almacenadas en refrigeradores por tres años.
4. Vacunas Basadas en Proteína: Novavax
Algunas de las vacunas contra el COVID-19 suscitan la producción de proteínas espículas para estimular una respuesta del sistema inmunológico. Sin embargo, este no es el caso de las vacunas basadas en proteína.
La vacuna desarrollada por Novavax, que está basada en proteína, utiliza un gen modificado de espículas. A su vez, este gen se introduce dentro de otro virus llamado baculovirus, un virus que infecta a los insectos.
Para esta vacuna, el baculovirus se usa para infectar células de polilla, que producen proteínas espículas. Luego de que se cosechan las proteínas espículas, dichas proteínas se ensamblan en nanopartículas para eventualmente inocular a las personas. Esto significa que el cuerpo no tiene que producir las proteínas espículas, debido a que este tipo de vacuna introduce las proteínas directamente al organismo.
Al igual que las vacunas de Pfizer y Moderna, la vacuna de Novavax requiere la administración de dos dosis. Los efectos secundarios provocados por la inoculación son generalmente moderados y se asemejan a los reportados con Pfizer y Moderna.
Según los estudios clínicos realizados, la efectividad de la vacuna de Novavax es de 89%. Curiosamente, Puerto Rico se unió, el pasado mes de enero, a la tercera fase de los ensayos clínicos de esta vacuna.
“Ninguna de las vacunas ha dicho que ellos garantizan que tú no te vayas a contagiar. Lo que garantizan es que si te contagias vas a tener un nivel de anticuerpos que te van a proteger y la enfermedad que te va a dar es leve”, concluyó Nazario Delgado.