Esta opinión representa solamente el punto de vista del autor.
Por: Mauryne Rivera Reyes, primera mujer síndico estudiantil en la Junta de Síndicos (ahora Junta de Gobierno) de la UPR, exmiembro de varios comités de dicha junta, primera presidenta de la Confederación Estudiantil Nacional (CEN) y exrepresentante estudiantil ante la Junta Universitaria UPR por el recinto de Bayamón, entre otros puestos.
Foto: GFR Media
Ante fugaces renuncias en todas las esferas de la Universidad de Puerto Rico, finalmente se hizo público el tan esperado Informe final de la Comisión Investigativa sobre las Becas Presidenciales 2015-2016. Todo anunciaba que los amigos del alma se habían agenciado las dichosas becas presidenciales.
Con esto de panorama, mi celular no paró de sonar ante las múltiples llamadas, textos y solicitudes de varios colegas universitarios, amigos y hasta periodistas sobre mi impresión sobre el escándalo. A todos les mencioné que no había tenido la oportunidad de haber leído el Informe, por lo tanto, no era correcto expresarme.
Luego de leído el informe, solo puedo decir que tengo sentimientos encontrados, pues en cierta medida siento dolor, pero a su vez alegría. Estos sentimientos de tristeza, indignación, vergüenza y coraje se mezclan con los de alegría, satisfacción y reivindicación.
Por lo tanto, procedo a expresarme sobre tres (3) asuntos que hay que recordar, reconocer y hacer mención:
La renovación de las Becas Presidenciales
Bajo mi incumbencia ante la Junta de Síndicos, en el año académico 2006-2007, si mal no recuerdo fue en la última reunión de la Junta de Síndicos, que se aprobó la renovación del Programa de Becas Presidenciales para poder alinearlos con las metas y objetivos del plan de desarrollo integral titulado Diez Para La Década: Agenda De Planificación De La Universidad De Puerto Rico.
Dicho plan fue pensado, estructurado, y presentado por el entonces presidente de la Universidad, Lcdo. Antonio García Padilla, quien contó con la participación amplia de la comunidad universitaria que a su vez alcanzó un consenso significativo para trabajarlo y ponerlo en marcha.
El propósito de la renovación de estas becas era propiciar un desarrollo estratégico para alinearlas al plan del Diez para la Década, con el objetivo primordial de estimular y apoyar a los profesores e investigadores en la obtención de grados terminales o postdoctorales en sus disciplinas. Además de estimular la generación de investigadores en disciplinas teóricas y aplicadas, y propiciar el escrutinio externo de agencias acreditadoras para evaluar cabal y sistemáticamente el desempeño institucional; fomentando, persiguiendo y propiciando así la excelencia académica de la Institución.
Otorgación de las Becas Presidenciales
El ser recipiente a la Beca Presidencial es, o era, un alto privilegio y un gran honor que muy pocos podían alcanzar, porque la beca denota que el becario seleccionado, el cual se supone compitiera entre sus pares, es un profesional de alto calibre, que tiene mucho que aportar a la Universidad y al País.
Es muy triste para mí, al nivel de sentir vergüenza profunda y coraje, el poder constatar, según el informe, las formas y maneras de cómo se otorgó la Beca Presidencial a tres (3) de los becarios.
Este alto privilegio ha sido ultrajado por los mismos renovadores, que en su momento velaron por la excelencia académica y profesional.
Este alto privilegio ha sido amañado con prácticas deplorables y vergonzosas por los llamados a velar por la excelencia, a los cuales el País respeta y tiene en alta estima por ser de reputaciones intachables, por ser altos perfiles académicos, por ser reconocidos a nivel internacional por su pericia y competencia en áreas de como gobernanza institucional y académica.
Lamento muchísimo que personas de alta reputación y reconocimiento nacional e internacional, como la Dra. Palmira N. Ríos González y el Dr. Carlos Severino Valdez, hayan manchados sus carreras y reputaciones por dejarse influenciar de la manera más burda posible.
Esto lo que provoca es una vergüenza ante el foro académico y público de manera insostenible.
Esto que ha pasado en la UPR es corrupción pública. Echando una mirada a María E. Echautegui, en el Proyecto Sobre el Mal Uso de los Recursos del Gobierno auspiciado por la Oficina del Contralor de Puerto Rico, escribe sobre Modalidades de la Corrupción Gubernamental: Perspectivas de los Empleados Públicos (2010) y cito:
“La corrupción pública en su forma más amplia se refiere a acciones de fraude, abuso, desperdicio o incumplimiento que resultan en el mal uso de los recursos del gobierno y que socavan la confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas. Bajo esta definición son muchas las situaciones en el día a día de la gestión pública en donde pueden darse actos de corrupción. Diariamente, los más de 260 mil empleados públicos 2 de Puerto Rico realizan miles de gestiones públicas que pueden englobarse en las siguientes categorías: (1) nombramiento y ascenso de personal, (2) otorgamiento de contratos a entidades privadas para proveer servicios y bienes al gobierno, (3) provisión de servicios al público, (4) manejo de fondos y propiedad pública y (5) desarrollo e implantación de política pública. En cada una de estas actividades pueden darse actos de corrupción.” (Énfasis nuestro)
“Para realizar una acción corrupta tiene que existir la justificación, la motivación y la oportunidad.” (Énfasis nuestro)
Como parte de la comunidad universitaria, es mi deber decir que todo aquel que haya incurrido en corrupción pública tiene que enfrentar todo el peso de la ley sobre estos asuntos.
Este asunto no puede quedar meramente ante las esferas de la Universidad de Puerto Rico, sino que debe ser investigado, y de ser necesario acusado y penalizado, por el Departamento de Justicia, Oficina del Contralor de Puerto Rico y la Oficina de Ética Gubernamental.
La comunidad universitaria no debe conformarse con los meros despidos y renuncias de los nombrados en este informe, sino que debe llevar un mensaje contundente de no tolerar la impunidad ante tal falta y debe velar que estos sucesos no continúen sucediendo bajo ningún motivo o circunstancia dentro de la prestigiosa institución.
Además, recomiendo que se amplíe la investigación de la otorgación de Becas Presidenciales desde su nueva implantación, para el año académico 2007-2008, bajo la presidencia de García Padilla.
Participación de los Representantes Estudiantiles
Los representantes estudiantiles de la UPR han sido categorizados por años y por todas las esferas del País, como unos revoltosos, indisciplinados, tira piedras, come fuegos, barbús, apestosos, longevos universitarios, que viven de la Beca Pell, entre otras cosas muy clichosas, hirientes y aberrantes.
Lo que tanto el País, como los administradores universitarios, no se han dado cuenta es que este tipo de estudiante es el que se interesa por el bienestar de la Universidad, cumple con sus obligaciones académicas, dividiendo su tiempo entre sus programa de clases; sus obligaciones como representantes estudiantiles, las cuales incluyen participar de un sinnúmero de reuniones; y en algunos casos teniendo trabajos fuera de la institución u obligaciones con sus familias.
Ese estudiante al que le ponen todo tipo de apodo y marginan por “x” o “y” razón, fue el que hizo las investigaciones y las denuncias necesarias de este esquema de fraude dentro de la institución. Se han puesto a la disposición de la institución y del País, de manera gratuita, sabiendo que sus denuncias pueden repercutir en represalias académicas y personales.
Hoy esos representantes estudiantiles han dado cátedra de ser genuinos investigadores en pro de la verdad, dejando a un lado los amiguismos, las relaciones académicas, personales y profesionales y anteponer el bienestar de la institución sobre todas las cosas, sabiendo que esto puede repercutir en su contra.
Una vez más, la verticalidad, transparencia y fiscalización de estos jóvenes ha dado frutos luego de décadas denunciando los malos manejos administrativos, que incluyen y no se limitan, a las presiones indebidas, mutis selectivos, favoritismos políticos o personales, extorción e intimidación que impera en la Universidad.
Yo espero que este sea el primer paso del País y los administradores universitarios a valorizar a los representantes estudiantiles, que son los profesionales que se están formando en tan prestigiosa institución.
Mi recomendación es que tanto la prensa del País, como los administradores universitarios, estén receptivos a las denuncias de los representantes estudiantiles y no le sigan pasando por alto.
Esto es una pequeña muestra de que los representantes estudiantiles de la Universidad de Puerto Rico han superado a sus profesores de manera magistral. Para ustedes, mis respetos.