Por: Kamilha Soto Villanueva
Antes de la guerra, el veterano Ramón Carlos Díaz Díaz no se había imaginado un futuro con una educación universitaria. Venía de una familia de bajos recursos de Morovis, y no tenía manera de ejercer ese tipo de formación. “La pobreza te obliga a tú tener pautas”, estableció Díaz.
Como muchos hombres jóvenes de su generación, Díaz se dirigió, en 1966, a inscribirse en el servicio selectivo a poco tiempo de cumplir sus 18 años. El veterano sirvió en Vietnam desde enero de 1967 hasta agosto de 1969. Durante una de las misiones, la tropa de Díaz pisó un campo de minas y, como resultado, el soldado perdió ambas piernas.
Por ser veterano incapacitado, el moroveño se acogió al programa de estudios “Programa de Rehabilitiación”, en el que le pagaban los estudios, libros y recibía un ingreso mensual. Entonces, solicitó a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (UPR-RP) en 1971.
A pesar de las memorias consoladoras de su alma mater, el veterano no descarta las dificultades que pasó como incapacitado. La infraestructura del recinto todavía no era completamente accesible, y no habían rampas ni elevadores en todos los edificios.
Después de culminar su bachillerato, el recién graduado entró al programa de maestría en Rehabilitación Vocacional. Originalmente, quiso cursar en la Escuela de Trabajo Social de la UPR-RP, pero la escuela estaba localizada en un segundo piso sin acceso para personas en silla de ruedas.
El exalumno agradeció haber tenido profesores brillantes, y poder experimentar los teatros, el museo y el jardín de la UPR-RP. Recordaba las experiencias en que vio, en concierto, a John Manuel Serrat y a Alicia Alonso bailar ballet. El gallito describió “la alegría que me da pensar en la IUPI es inmensa, pasé trabajos no lo puedo negar, pero fue maravilloso”.
Luego de graduarse, el ex estudiante trabajó en la Oficina de Contactos del Departamento de Veteranos desde 1978 hasta su retiro en el 2007.
El ex estudiante exhortó a los veteranos que utilicen sus beneficios para una educación de calidad. Igualmente dijo que, aunque reconoce las dificultades de ser universitario actualmente, los estudiantes deben de aprovechar la experiencia de la IUPI y el conocimiento e historia a su alrededor.
Además, cree en la importancia de la colaboración entre los alumnos para ayudar la preservación y fiscalización de la institución para que no se desmerezca. Díaz mencionó que el recinto debería de mejorar para “que las aceras no estén rotas, que los baños funciones, que los elevadores funcionen”. Igual desea que “la IUPI nunca deje de enseñar”.