Por: Ana Teresa Solá Riviere y Luis D. Alfaro Pérez
Discursos antirracistas abarcaron las redes sociales durante las pasadas dos semanas para reclamar justicia ante el asesinato del afroamericano George Floyd (1973-2020) cuya muerte se suma a la tasa de mortalidad producto de la brutalidad policial en Estados Unidos.
A tono con la nación estadounidense, manifestantes de todo el mundo luchan por la erradicación del racismo, ya sea mediante protestas o a través de las redes sociales.
Sin embargo, pensar que el racismo es un problema sociocultural exclusivo de la nación estadounidense es una idea errónea; es una realidad que también trastoca al mundo occidental, especialmente en los países poscoloniales como República Dominicana, Argentina, y Chile.
Personas negras en países de América Latina y del Caribe aún sufren del prejuicio sistémico, al igual que los afrocaribeños de Puerto Rico, según se ha denunciado en las redes, la academia, y las protestas recientes bajo el lema ‘’Las vidas negras importan’’.
El sistema educativo de la isla le enseña a los estudiantes desde temprana edad que los puertorriqueños son una mezcla de las tres razas: europeos, taínos y africanos. Indoctrinar a generaciones con la afirmación de que todos vienen del mismo trasfondo genético fue clave para promulgar el postulado falso del que, “en Puerto Rico no hay racismo porque todos somos iguales; yo soy igual de negro/a que tú”.
Ante este trasfondo, a continuación un listado de eventos claves en la historia puertorriqueña que resaltan algunos eventos sobre la “mezcla de las tres razas”:
Colonización española
Según se documenta en las cartas de Cristóbal Colón, la tripulación española inicialmente ancló su buque en las costas de Borikén, nombre taíno de la isla, el 19 de noviembre de 1493.
Sin embargo, no fue hasta el 1508 que inició la colonización española, cuyas metas eran tomar las tierras a nombre de la corona española, adoctrinar a las personas taínas, deshacerse de toda cultura previa y regresar a España con todas las riquezas adquiridas.
Efectivamente, ejecutó sus objetivos mediante la fuerza. Con ayuda de plagas virales, el mestizaje forzado y las rebeliones detenidas que convirtieron las luchas colectivas de las personas negras e indígenas en luchas por la libertad individual, la cultura de los nativos quedó extinguida y sin voz que contara su lado de la historia.
“ […] son todos desnudos y de ningún ingenio en las armas y muy cobardes […] así son buenos para le mandar y les hacer trabajar […]”, escribió el colonizador en su diario al describir a los taínos.
Sistema de Castas
Los colonizadores llevaban registros de sus poblaciones colonizadas por todas las Américas a través de los primeros censos, y los llevó a crear un sistema de división racial: las Castas.
El sistema dividía el acceso a la propiedad privada, participación política, y derecho de libertad de circulación, entre muchos otros derechos, a las personas a base de su mezclas étnicas y parentescos. La estrategia se utilizó en todas las colonias portuguesas y españolas, creando un sinnúmero de castas para privilegiar unos grupos raciales sobre otros: una práctica inherentemente racista.
Esclavitud
Debido a la tasa de mortalidad alta de los taínos, los terratenientes recurrieron a las poblaciones esclavizadas del oeste de África entre los siglos XVI-XVIII, con la llegada de los primeros africanos esclavizados a Puerto Rico en el año 1513.
Los esclavos forzosamente trabajaron los terrenos para el cultivo y exportación de azúcar, café y otros frutos menores, a pesar de que los historiadores concuerdan en que Puerto Rico tuvo la menor cantidad de esclavos en el Caribe.
Sin embargo, en el 1664, la corona española le concedió la libertad a todo esclavo prófugo de las islas vecinas, y les ofreció refugio si profesaban su fidelidad a la corona y a la fe católica.
La llegada exuberante de negros y mulatos llevó a que la presencia negra en la isla superara la blanca con un 54.70 por ciento a un 42.30 por ciento, respectivamente, en el año 1820 según el investigador Juan Rodríguez Cruz.
La Real Cédula de Gracias (1815)
El rey Fernando VII de España firmó la Real Cédula de Gracias en agosto de 1815, una orden que regala terreno a todo inmigrante colono para el desarrollo económico de la isla. Debido a la inestabilidad en Europa como las revoluciones, la cólera y la hambruna, los colonos bajaron en manada al Caribe para tomar la oferta.
La cédula también permitía personas negras o mulatas comprar su dispensación de Casta para adquirir derechos de persona blanca en la isla. El decreto borraba la ascendencia negra o taína de individuos con parientes blancos de los registros a cambio de otorgarles derechos equitativos, lo que provocó un blanqueamiento cultural en la sociedad puertorriqueña; una mayor cantidad de personas identificándose con la cultura europea pese a sus raíces negras. Esto se vería reflejado en los censos subsiguientes.
Este decreto no solo incrementó el desarrollo económico en la isla, sino también la cifra de personas que se identificaban como blancas en los censos, y por consiguiente, el mestizaje forzoso.
Después de la abolición de la esclavitud en el 1873, el gobierno español dictó la igualdad de razas en todo ámbito al gestionar una integración racial en la isla. “En adelante, las personas de color tienen derecho a reclamar se les sirva al igual que a las de raza blanca”, exclamó el diputado don Rafael María de Labra en las cortes de España, según documentado en el artículo «Las relaciones raciales en Puerto Rico» por Juan Rodríguez Cruz.
Los censos más recientes
Actualmente, el censo en Puerto Rico es un formulario del Departamento de Comercio de Estados Unidos que sirve para recoger información demográfica de sus ciudadanos para crear registros y estructurar programas de ayudas federales. Una de las premisas pide la raza del individuo, es decir, si es de tez blanca, negra u origen asiático.
Para el censo de 1950 en Puerto Rico, registraron un 77 por ciento de personas blancas que vivían en la isla; pese a la cifra, el mestizaje que se desarrolló a mediados de los siglos demuestra todo lo contrario.
Para finales de los años cuarenta, el primer gobernador electo de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, favoreció el Estado Libre Asociado porque, a sus ojos, le otorgaba a la isla la libertad de tener una identidad cultural dentro del estatus político vinculado a Estados Unidos, según Gene Demby y Shereen Marisol Meraji, reporteras del podcast Code Switch.
El gobernador fomentó a Puerto Rico como una isla donde, a diferencia de la nación americana, el racismo no existía, o por lo menos no era equiparable. Muñoz Marín aprovechó el mestizaje para atraer inversionistas a la isla al presentarlo como una “armonía de razas”, y para preservar la ideología creó el Censo Criollo en la cual elimina la pregunta de raza.
Al igual que la Real Cédula de Gracias en el Siglo XIX, la ‘’armonización de razas’’ contribuyó a borrar la identidad cultural de las personas negras y establecer cánones estéticos racializados que privilegiaban a las personas blancas, afirmaron los reporteros de Code Switch.
Durante 50 años, no se recogió información demográfica sobre las razas en la isla, hasta que el Partido Nuevo Progresista, en los años noventa, reintegró el censo federal, por lo que regresa la pregunta sobre la raza de cada individuo. El censo del año 2000 registró un 81 por ciento de los puertorriqueños como blancos; esa cifra disminuyó a 76 por ciento en el censo de 2010.
El Día de las Tres Razas
La celebración del Día del Descubrimiento de Puerto Rico celebra identidades raciales que borran la realidad histórica de estos grupos étnicos y raciales al representar a las personas negras en atuendos que aluden a la esclavitud doméstica; se borra todo rastro de su cultura y reemplaza con un imagen producto de un sistema racista, según Isar Godreau, antropóloga puertorriqueña.
Godreau afirma que, en el caso de los taínos, se representan con vestuarios que remiten a las poblaciones cherokee de Estados Unidos y no a las tribus taínas de Borikén. Se utilizan imágenes prejuiciadas que se reducen a disfraces paródicos en lugar del homenajes sinceros.
En ambos casos, se borraba la historia del racismo violento e histórico en Puerto Rico para reemplazarlo con un mito racial que ignora las complicaciones del mestizaje forzado, la esclavitud, las luchas por acabar con ella, las rebeliones, y las violaciones a poblaciones indígenas y africanas.
Continúan las expresiones abiertamente racistas
Recientemente, un caso de racismo explícito en Canóvanas cogió auge en los medios de comunicación. Chanely Cortés denunció que su vecina colocó figuras y expresiones racistas frente a su hogar para intimidar a su familia.
Cortés aseguró en las redes sociales que el discrimen se dirige hacía su esposo e hija, quienes son personas negras. En las pocas veces que han interactuado con la vecina, solo han recibido insultos racistas y ningún tipo de diálogo sobre las palabras y dibujos discriminatorios.
Las autoridades les han respondido que no pueden radicar querella a la señora por las figuras racistas, pero que sí pueden radicar una querella por el alto volumen de las radios que la señora sostiene las 24 horas del día para intimidar a la familia, según relatan.
Esta es solo una de las expresiones racistas que se hace más evidente entre las microagresiones que las personas negras enfrentan en el diario como consecuencia del racismo aún rampante.
El hashtag en Twitter #ElPeloRizoEsProfesional también evidencia que las personas negras sufren discrimen en el ámbito laboral. Al categorizar el pelo rizo como “poco profesional’’, se asegura excluir a toda persona que es evidentemente negra del mercado laboral a menos que se vean “más profesionales’’, lo cual equivale a un imagen blanqueado de la persona negra.
Este tipo de expresión también se ha normalizado desde los hogares de las abuelas cuando se utiliza la expresión “dañar la raza’’, o decir que los hijos con características de personas blancas son preferibles o más bonitos que los que tienen características evidentemente negras.
Asimismo, el sistema de justicia ha legitimado que el trato hacia las personas negras ante la ley es desigual cuando la menor de 11 años, Alma Yadira Cruz Cruz, fue sometida a un proceso legal por defenderse ante ataques racistas en su escuela. La joven se enfrentó a casi ser sometida a una institución de detención juvenil por seis meses.
Las expresiones, actos y prácticas racistas en Puerto Rico exceden lo que puede discutirse, pero hay pruebas suficientes para que se ejerza un esfuerzo por erradicar la noción de que no existe el racismo en Puerto Rico, y, en su lugar, dirigir esa energía a erradicar el racismo propiamente.