A pesar de visibilizar y contribuir a la lucha de las mujeres negras contra el machismo y racismo, y demostrar apoyo a las lesbianas, las ancestras, y todo aquello que sea necesario educar, la escritora puertorriqueña, Yolanda Arroyo Pizarro no siempre supo a qué temas dedicaría sus escritos.
Tenía 5 años cuando publicó su primer libro en la biblioteca de su escuela. Cuatro décadas más tarde se ha dedicado a escribir sobre lo que muchos no quieren escuchar: las personas marginadas.
Cuentista, novelista, conferenciante y profesora, Arroyo Pizarro ha sido galardonada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), el Premio PEN Club 2006 y el Premio Nacional del Instituto de Literatura 2008. La escritora cuenta con aproximadamente 34 obras publicadas, promoviendo la literatura interracial y de sexo diverso.
Como mujer que representa lo que ella describe como “afrobabilla”, Arroyo Pizarro reconoció que en sus comienzos no escribía para resaltar la lucha antiracista.
“Yo escribía y usaba lo que el sistema me enseñó. El sistema te enseña, a todos nosotros, que lo que hay que resaltar es lo blanco. Así que todas mis historias y los personajes eran blancos”, describió la profesora al compartir la visión que el sistema promueve de lo que significa ser un escritor exitoso.
Fue inconscientemente que comenzó a visibilizar el problema de los cuerpos racializados en sus escritos. Luego de publicar su libro erótico Historias para morderte los labios en el 2009, “todo cambió”. La escritora decidió colocar a una mujer blanca en la portada del libro, haciendo referencia a su actual esposa.
Durante la sesión de preguntas en la presentación del libro, la doctora Marie Ramos Rosado, fundadora del curso que estudia a la mujer negra en la literatura puertorriqueña, ofrecida en la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras, cuestionó la decisión de la escritora de presentar una mujer blanca en la portada.
“Eso cambió toda mi literatura; porque entonces yo me hago la pregunta: ¿por qué yo sigo patrocinando el sistema racista? […] Poner a una mujer blanca en una portada, donde tantos han puesto mujeres blancas en sus portadas y tan poquísimos, mujeres negras”, señaló Arroyo Pizarro.
La autora del cuento Pelo Bueno admitió que Ramos Rosado hizo la pregunta que tenía que hacer, pues “después de eso no hubo vuelta atrás”.
Desde ese momento todas sus novelas y portadas están dedicadas al tema de la negritud al considerar que las personas negras han sido invisibilizadas adrede.
“Parte de esa invisibilización ha ocurrido gracias a gente negra como yo, que creímos el discurso que hablar del tema era ser acomplejados […] Que creímos el discurso del agradecimiento: gracias blanco porque por lo menos no me has matado; gracias blanco porque por lo menos tengo trabajo. Eso cambió ese día, yo no volví a ser la misma persona”, sostuvo la ganadora del Premio Pen Club 2006.
La escasez de literatura negra
Arroyo Pizarro comenzó a vivir las consecuencias de la invisibilización de la negritud y la escasez de referencias negras en la literatura durante la escuela elemental.
“La primera vez que yo encontré a una persona negra en la literatura fue en tercer grado y lo primero que vimos en el libro de estudios sociales que nos enseñaba la monja del colegio San Vicente Ferrer, era a un esclavo. En aquel tiempo se le llamaba así, hoy sabemos que fueron personas esclavizadas porque su condición fue impuesta, no era heredada al nacer”, reveló la novelista.
De la imagen del esclavizado que observó a sus 8 años, nació la urgencia por investigar sobre sus afrodescendientes para, así, rechazar la idea impuesta por la sociedad de que su color de piel la hacía inferior.
Ese suceso la llevó a sufrir discriminación por sus compañeros de escuela.
“A partir de ahí me llamaron África o africana. Entonces[…], para evitar eso, me metía en la hora del recreo al baño y ahí era que tomaba mis meriendas y hacía las tareas. En un cubículo escondida tratando de protegerme de lo que me decían”, confesó la conferenciante.
Agregó que recuerda ese momento de su vida en el que rezaba para despertar al otro día siendo blanca.
La influencia de su abuela
Arroyo Pizarro aseguró que la angustia que sintió por el discrimen de parte de sus compañeros en la escuela duró muy poco porque siempre tuvo el apoyo de su abuela.
La escritora resaltó el trabajo valioso que realizó su abuela con su autoestima y la describió como “una mujer increíble en todos los sentidos”.
Recordó un día del año 1986 donde llegó de la escuela “eufórica” a contarle a su abuela que el niño que le gustaba sentía lo mismo por ella.
“Yo recuerdo haberle dicho en el balcón de mi casa a mi abuela: ¡Yo le gusto! ¿Cómo alguien como yo, tan fea, le puede gustar a un muchacho? ¡Así que soy bendecida! Y ella me ha dado un discurso que a mi me da una vergüenza. Me dijo que fuera la última vez que yo me veía con esos ojos de pena, que yo no tenía que estar agradecida con nadie por fijarse en mí”, admitió la profesora.
Aunque la abuela de la autora falleció antes de publicar sus obras más importantes, varios de sus escritos fueron creados para honrarla.
“Las historias de Las Negras me las contó mi abuela, de sus abuelas, bisabuelas y tatarabuelas. Así que eso que se lee como ficción ahora mismo en las universidades, es una historia de la genealogía de las mujeres que vinieron antes que yo. Así que para mí eso es honrar a mi abuela”, destacó la profesora.
Esparciendo la literatura de la negritud
Como parte de sus iniciativas para enaltecer la historia de las abuelas a través de las letras, la cuentista gestiona, desde el 2015, la Cátedra de Mujeres Negras Ancestrales de Puerto Rico.
La organización logró que surgiera el movimiento Ennegrece tu prontuario para educar al estudiantado puertorriqueño desde una literatura negra.
“Nunca antes en la historia de Puerto Rico se habían publicado tantos textos sobre la negritud como en los pasados cinco años. Nunca, esto es histórico”, garantizó.
Añadió que luego de constantes reuniones sin resultados con el Departamento de Educación, decidieron primero llegar a los maestros, segundo a los padres y, por último, a los estudiantes.
La afrobabilla de Arroyo Pizarro la seguirá impulsando a resaltar la literatura de las personas marginadas en sus publicaciones y proyectos, porque no hacerlo, no está en sus planes.