Calles completamente desiertas, negocios cerrados, y un silencio fúnebre: estos son los nuevos escenarios que enfrentan tres estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Río Piedras que se encuentran de intercambio en Milán, Italia. Dianelle Flores Maldonado, Stephany Vega Sánchez y Natalia Maysonet Romany han tenido que adaptarse al aislamiento decretado por el gobierno italiano como intento de controlar la rápida propagación del coronavirus. Hasta el momento, el COVID-19 ha causado más de mil muertes y en Italia se han infectado más de 17, 000 personas.
La emoción de esta nueva experiencia académica en tierras internacionales se vio remplazada por una incertidumbre desconsoladora, al ver sus planes cancelados por la llegada de una pandemia imprevista. Durante el mes de febrero, las jóvenes, residentes de la zona de Naviglio en Milán, planificaban un viaje para el Carnaval de Venecia, evento importantísimo dentro de la cultura italiana. Sin embargo, este año la celebración tenía un tono diferente, pues rondaba la preocupación de la nueva enfermedad que seguía propagándose por toda Europa.
“Estábamos pendientes porque habían salido los primeros casos en Veneto, que es cerca de Venecia. Cuando ya íbamos a arrancar para allá, resulta que tuvimos que cancelar porque se dio la primera muerte en Veneto, donde nos íbamos a quedar”, narró Flores Maldonado, quien lleva en Italia desde el 16 de febrero.
El 22 de febrero se confirmó la primera muerte en esa zona, y al siguiente día, continuaron apareciendo casos en toda la provincia de Lombardía. El Carnaval de Venecia tuvo que ser cancelado, y se sospecha que fue a causa de este evento que se dio la rápida propagación de la enfermedad.
Desde esa fecha, las tres estudiantes de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, han permanecido encerradas en el pequeño apartamento que comparten. El 23 de febrero recibieron por correo electrónico una notificación de la institución italiana con el protocolo a seguir bajo esta situación de emergencia. El comunicado anunciaba además la cancelación del inicio de semestre que estaba pautado para el día 24. La fecha de comienzo se aplazó entonces hasta el 2 de marzo en lo que controlaban la situación. No obstante, ese periodo inicial fue extendiéndose hasta el 6 de marzo, y actualmente, hasta el 3 de abril.
A pesar de la compleja situación, aún tenían la ilusión de terminar el semestre en Italia, pues esa era la misión del viaje que lograron hacer con meses de esfuerzo y planificación. Desde la primera cancelación el 23 de febrero, se comunicaron con la administración de la UPR ede Río Piedras en busca de instrucciones sobre qué hacer. Ellos nunca contestaron.
“Nunca hubo comunicación de parte de ellos. Lo que hicieron fue reenviar el protocolo de la Universidad Católica, pero no nos especificaron que querían que nosotras regresáramos. Así que nosotras no sabíamos qué hacer y comenzamos a tratar de seguir el proceso de tomar las clases y hacer la matrícula”, expresó Vega Sánchez.
De esta forma, las jóvenes se vieron envueltas en una contradictoria comunicación entre ambas instituciones, donde la Universidad Católica les decía que siguieran las instrucciones del recinto riopedrense, mientras que el Decanato de Relaciones Internacionales de Río Piedras (DARI) les pedía que acataran los mandatos de la institución italiana. En vista de que ninguna de las universidades tomaba una decisión concreta, las estudiantes no sabían cómo proceder.
A partir de esa noticia, Flores Maldonado, Vega Sánchez y Maysonet Romany comenzaron a implementar las precauciones recomendadas y abastecieron su alacena en preparación de estar un largo periodo de tiempo en aislamiento. Sin embargo, la población italiana parecía seguir el curso de la vida de manera habitual, llegando incluso a reírse de las estudiantes cuando las vieron comprando mascarillas.
“Los italianos por un poco de irresponsabilidad, no tomaron en serio las prevenciones, al punto de como estamos actualmente. Las personas siguieron saliendo a los clubs a las fiestas, al supermercado, al cine, y se siguió propagando de manera rapidísima”, agregó la estudiante de Lingüística y Lenguas Extranjeras.
Durante esa semana, la vida en Milán continuaba su acostumbrado paso. Las personas caminaban sin mascarillas y todavía funcionaba el servicio de transporte público. Sin embargo, esa tranquilidad duró poco, pues el 8 de marzo se decretó “zona roja” en Lombardía y en otras 14 provincias italianas.
Bajo este nuevo panorama, el encierro era imperativo. No se podía salir a menos de tener un propósito justificado como: hacer compra, salir a trabajar, salir a pasear mascotas o ir a la farmacia. Se debía salir con mascarilla y guantes, y en la calle, se tenía que mantener un metro de distancia de otras personas, incluso entre aquellas que conviven juntas.
Para el 8 de marzo, las puertorriqueñas entendían que al estar fuera sin ningún documento que explicara la razón de su salida, podían ser multadas o arrestadas. Dos días después, Vega Sánchez se enteró de que de salir con síntomas del coronavirus, podían incluso ser acusadas de homicidio.
El 11 de marzo el gobernador de Lombardía solicitó el cierre de todos los negocios excepto aquellos que ofrecían servicios esenciales, y aun así, debían operar con máximas precauciones.
“Pubs, restaurantes, café, todo estaba cerrado. Lo único que quedaba era un par de supermercados y farmacias. Y los servicios tenías que solicitarlos y andar con documentos que especificaran por qué tú estabas afuera”, explicó Flores Maldonado, estudiante de quinto año de Psicología y Lenguas Extranjeras.
Ante este drástico escenario, las estudiantes han tenido que adaptarse a un nuevo estilo de vida en aislamiento, donde cualquier tipo de compra se hace por internet y se recibe en directamente en la casa.
Los medios electrónicos han surgido también como la alternativa de estudio implementada por la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán. Esta nueva modalidad educativa ha dirigido sus irregulares rutinas diarias. Algunas clases son por video llamadas, lo cual brinda una sensación más presencial. Otras se imparten mediante videos pregrabados que comparten los profesores.
Además de tomar clases, las estudiantes se esfuerzan por descifrar la logística más adecuada ante la dificultad de adquirir alimentos. En búsqueda de evitar acabar la comida de manera rápida, preparan una comida conjunta como almuerzo y cena, e intentan que la distancia entre el desayuno y la próxima comida sea bastante para que la comida dure más.
La inesperada situación en la que se encuentran ha representado un gran reto para sus ánimos y su salud mental. Maysonet Romany ha mantenido su optimismo y energía ante lo que vive, motivando constantemente a sus otras dos compañeras.
“Yo siento que puedo manejar esta situación. Obviamente no es la que quisiera vivir. (…) Para que no me afecte tanto tengo que poner de mi parte. Y también estoy viviendo con dos personas, así que lo que me pase a mi va a afectarlas a ellas”, expresó Maysonet Romany, estudiante Psicología y Educación Musical.
Por su parte, Vega Sánchez considera reconfortante poder mirar el jardín que queda frente a su apartamento y recordar lo afortunada que es de poder tener la oportunidad de amanecer en Italia. “No todos los días uno está en Italia, en Milán, así que a pesar de todo tengo la esperanza de que todo mejore para poder seguir viendo esta hermosa ciudad que no todos los días voy a poder ver”.
Flores Maldonado ha sido quien más ha batallado con la desesperación que ha producido el estar atravesando esta situación. “La salud mental está bastante afectada porque estar encerrada 24 horas es horrible. Hay días que estoy en una crisis que lo que quiero es llorar todo el día. Está fuerte, estas cuatro paredes cansan. Cansa la misma rutina”, confesó la joven de 22 años.
Dentro de esta monotonía, batallan incluso con la noción del tiempo, pues el cambio de horario y el panorama de encierro han provocado una desorientación acerca de los horarios. Sin embargo, las tres estudiantes, quienes han desarrollado una conmovedora amistad, se apoyan entre sí con la esperanza de hacer de su experiencia una amena, dentro de las circunstancias.
“Tratamos de mantener los ánimos bien arriba lo más posible y nos ayudamos mutuamente, que es lo más bonito de todo, que es una relación recíproca en donde cada una ayuda a la otra a aguantar un poco todo esto del encierro”, recalcó Vega Sánchez de 21 años de edad.
Algunos elementos indispensables en su rutina han sido el café, la limpieza, la música y la compañía. Además, no pueden faltar las vitaminas C que toman todos los días sin falta. Por otra parte, la comunicación que han mantenido con sus familiares en Puerto Rico ha sido esencial para mantener una estabilidad emocional ante su panorama. Sin ese factor, Maysonet Romany considera que su experiencia sería una mucho más depresiva. A pesar de que extrañan Puerto Rico, consideran que esta experiencia las ha ayudado a conocerse mejor a ellas mismas.
Desde el 23 de febrero llevan encerradas en su apartamento, pero no fue hasta el 13 de marzo que recibieron un correo electrónico de la UPR en Río Piedras sobre el plan a seguir. El comunicado es confuso pues aún no saben con certeza si su convenio quedará cancelado o si les convalidarán los cursos que están tomando. De no convalidarse, deben devolver el dinero de la beca y pagar las clases que están tomando actualmente en Italia.
“Como ya han comenzado las clases, yo pienso que lo mejor es terminarlas. Yo tengo fe de que esto pronto se controle, para que por lo menos comiencen presencialmente. Pero obviamente, como esto no está en nuestras manos, siempre va a estar la incertidumbre de qué hacer. Ahora mismo estamos literalmente ‘stuck’”, opinó Maysonet Romany, quien lleva en Italia desde el 26 de enero.
Más allá de las dificultades que viven en Italia, las estudiantes están molestas por la forma en que la administración de la UPR ha manejado la situación. Lo más que les indigna son las mentiras que han dicho acerca de la supuesta comunicación que han establecido con las estudiantes de intercambio y con sus familiares.
“Dijeron que todas las que estábamos acá habíamos enviado comunicación de que queríamos quedarnos y que estábamos muy felices”, mencionó Vega Sánchez como una de las mentiras más irrespetuosas por parte de la institución. En general, las estudiantes denuncian la falta de respeto que supone el hecho de que ignoren al estudiante.
A pesar de que no hay certeza sobre lo que les espera a estas estudiantes en los próximos meses, mantienen el optimismo de que podrán terminar su semestre y acumular buenas experiencias de Europa que contrarresten el caos que les ha tocado vivir en una Italia de encierro.
ARAB