Para efectos de confidencialidad, la estudiante tomó el seudónimo de Carla.
La pandemia retó a todo sector de una manera u otra, pero Carla, una jerezana que optó por ser estudiante parcial, nos traza su vida estos pasado meses.
“Desde marzo, con el cambio de las clases online, me desesperé; concentración y calidad de estudios, se me hizo difícil aprender. Terminé priorizando mis notas en vez de aprender”, relató Carla.
El semestre pasado, ella tuvo problemas en dos de sus clases; en una, la profesora original tuvo complicaciones de salud a mitad del semestre, por lo que, hacía falta un sustituto. Sin embargo, el reemplazo fueron dos educadores: uno en marzo y otra en abril.
Mientras tanto, en otro curso, Carla asistió a clase por medio de Whatsapp. La profesora de esta clase, sin dispositivos algunos, se vió obligada a crear un grupo y las discusiones se dieron por mensajes de texto. Inclusive, la docente: “tomaba asistencia por cada persona que decía buenos días”, confesó Carla.
Cuando llegó mayo, se matriculó a una clase de verano, de la cual no duró tres días porque, a través de las sesiones sincrónicas, se percató de una anormalidad en su nivel de atención. Consultó con profesionales y, en plena pandemia, se enteró que padece el trastorno de Hiperactividad con Déficit de Atención (ADHD, en inglés).
“Al tercer día, estaba a punto de llorar. Iba una hora de clase y no entendía nada”, dijo la estudiante.
Dentro de la misma cuarentena, comenzó a probar distintos tratamientos para ayudarle a concentrarse.
“Siento que desde marzo para acá, no aprendí nada; no aprendí nada en el curso, la cantidad de excepciones fue demasiado”, dijo la universitaria.
Mientras tomaba sus medicamentos, pensó que la decisión sensata era coger este próximo semestre libre; sin embargo, para evitar tener que solicitar readmisión en la Escuela de Comunicación, optó por estudiar a tiempo parcial.
Tres clases sincrónicas el semestre pasado, y se le dañó la computadora. Reflexiones semanales de las lecturas, y al siguiente día un material nuevo. En la clase le requerían escribir su pensar de las lecturas, pero sin aclarar en qué plataforma, “todo es un revolú”, describió la universitaria. Este semestre, optó por tomar solo seis créditos.
“¿Tienes computadora?”, le pregunté a Carla.
“Tenía una computadora que no era muy buena, pero gracias a los fondos de la Ley Cares, pude conseguir una computadora nueva para el semestre”, dijo la jerezana, enhorabuena.
Además de estar equipada con un dispositivo, cuenta con señal estable desde el 17 de agosto, el mismo día que comenzaron las clases en el Recinto riopedrense. Pero, como es de esperar para muchos estudiantes de la institución académica, surgió una nueva complicación inesperada.
Le tocó la verificación de la beca este semestre, y le escribió un correo electrónico a su asesor de asistencia económica porque está confundida del proceso remoto. Aparte de esto, tiene otro asunto pendiente con relación al reembolso de uno de los cursos de verano.
“El día que se cayó el sistema de puttytel era el último día de darse de baja con reembolso completo. Sigo esperando el 50 por ciento de reembolso porque el empleado de la facultad que me atendió no me dió de baja en el sistema, y aparezco como si cogí la clase.”, narró Carla.
Ahora, en busca de un empleo para sufragar sus gastos, se percató de la ineficiencia de entrevistas por Zoom. A Carla, una chica inteligente y carismática, le va bien en entrevistas de trabajo en persona, pero por plataformas cibernéticas, las condiciones imposibilitan la comunicación directa de su personalidad, y la señal no ayuda.
La universitaria admitió que marzo y abril fueron sus momentos más difíciles, por lo que espera que su salud mental no vuelva a verse afectada.
“Quiero tener esperanza de que el segundo semestre será presencial. Muchas personas no tienen idea de lo que va a pasar, dentro de todo, las cosas están bien inciertas, y si nos ponemos a pensar en eso, nuestra salud mental se afectará más de lo que debe», expresó.
Enfrentada a las deficiencias de la educación en línea, particularmente integrando a personas con ADHD y a grupos vulnerables, Carla es solo una de los estudiantes que mantienen esperanzas de que el próximo semestre sea presencial.