Durante siglos, el cabello afrorizado ha sido rechazado por incumplir con el prototipo de cabello ideal impuesto por la sociedad, aseguró Teresa Meléndez Padilla, creadora del proyecto de educación antirracista Mía Libertad, ayer, en el Día Internacional de la Mujer Negra y Afrodescendiente.
A causa de la discriminación y desinformación, las mujeres negras han liberado una batalla en la reafirmación de su negritud a través del pelo afro y el turbante, un accesorio cultural africano.
“Cuando te presentas con tu cabello afrorizado, es resistencia”, afirmó Meléndez Padilla al explicar que pasó gran parte de su vida tratando de no identificarse como lo que es, una mujer visiblemente negra.
En un intento por recordar su niñez, la fundadora de Mía Libertad, una iniciativa en la que confecciona muñecas de piel negra y afrodescendientes, expresó la “total tortura” que era tener que alisar su cabello, desde los 6 años, con una peinilla caliente.
Nunca había visto su cabello rizado, pero sí a su mamá pasarle la peinilla de hierro calentada con el fuego de la estufa que muchas veces causaba quemaduras en el cráneo y orejas, relató la artesana.
Al pasar los años, Meléndez Padilla tuvo la oportunidad de ayudar a una compañera en la creación de un taller de turbantes. Mientras estudiaba la historia del accesorio africano, poco a poco fue desarrollando una conexión con la prenda y sus raíces, narró la artista.
“Yo fui buscando esa identidad y me vi en la necesidad de dejar que mi cabello siguiera su rizo natural. Era una lucha por la aceptación de los demás y mi aceptación, pero triunfó la mía”, expresó Meléndez Padilla al decir que se “afroreconoció”.
Por su parte, Lenis Ramos Rodríguez, creadora del proyecto sociocultural Turbanteo Consciente, tuvo una infancia diferente. “He tenido ese privilegio de nunca haber sido químicamente procesada”, explicó la gestora cultural al mencionar que ambos padres eran estilistas que cuidaban de su cabello afrorizado.
Durante los talleres de turbantes que ofrecía en su iniciativa, Ramos Rodríguez narró el momento en que mujeres contaban sus experiencias de ser alisadas desde los 2 y 3 años, por lo que nunca habían visto su cabello natural. “Ahí fue cuando dije: ‘wow, esto es bien fuerte’. Es algo que nos imponen, el estereotipo de belleza, desde antes de que tengamos uso de razón”, señaló la tallerista.
“Es bien importante aprender sobre esto porque son cosas que nunca nos enseñaron”, expresó Ramos Rodríguez sobre concientizar de las experiencias de mujeres negras.
Historia y ancestralidad
San Basilio de Palenque, en Cartagena, Colombia, fue uno de los primeros pueblos fundados por esclavos fugitivos en el siglo XVII. Las trenzadoras fueron un punto clave en la libertad de los esclavos pues tejían en los cabellos de otras personas el camino del cimarronaje, explicó Ramos Rodríguez. Incluso, las mujeres, también, escondían semillas, arroz, monedas y hasta billetes entre el cabello trenzado.
“En Puerto Rico no se ha investigado lo suficiente como para decir que esa historia es nuestra”, insistió la tallerista al explicar que, realmente, no se conoce si los esclavos fugitivos en Puerto Rico practicaban la misma técnica de sobrevivencia.
Sin embargo, Ramos Rodríguez destacó que “el trenzado sigue siendo un peinado de reivindicación de lo afro y conexión con esa ancestría”.
Espacios de afirmación y celebración
A pesar de que todavía existen muchas interrogantes sobre la historia del cimarronaje en Puerto Rico, es cierto que existen espacios de conexión y resistencia.
“El cabello es algo que nos conecta”, enfatizó Ramos Rodríguez que llevó a cabo actividades y talleres de turbantes en Turbanteo Consiente. “A través del cabello se pueden llegar a temas profundos. Esa es la razón por la que usamos el cabello y el turbante para hablar de racismo, de feminismo y todos estos temas”, añadió.
La gestora cultural, que lleva 4 años en Nueva York, destacó la importancia de personas que han abierto el espacio para que se den las conversaciones fuera del ámbito académico.
“Crecemos con tantos complejos que son infundados por el mismo racismo, el discrimen y violencia que vivimos”, ponderó Ramos Rodríguez sobre la importancia de los espacios de liberación, como los talleres de turbantes, en los que las personas afrodescendientes expresan sus emociones.
“Cuando se llegan a estos espacios de sanación, nos damos cuenta que nuestra voz resuena en otras voces. Te dan ganas de aprender, para aprender a contestar a esa violencia”, añadió la activista. “Se adquieren herramientas en comunidad para resistir, celebrarnos, afirmarnos, en un espacio seguro”.
Por otro lado, Meléndez Padilla, con la muñeca Mía Libertad, lleva otro tipo de activismo. El proyecto surge como respuesta a la aceptación de su “afrodescendencia y afrosanación”.
“Quería que Mía Libertad fuese la libertad de todas las niñas y mujeres que fuesen aceptando su afrodescendencia a través de esta muñeca”, resaltó la artesana.
Cada muñeca de Mía Libertad y el muñeco, llamado Udo, representa a una persona afrodescendiente ilustre de Puerto Rico. “Vi la necesidad que había que decir algo. Había que visibilizar a mujeres y hombres afrodescendientes”, relató la artista.
“Toda Mía Libertad tiene que tener un turbante como acto de resistencia, de persistencia y anuncio”, aseguró Meléndez Padilla que, en parte, se inspiró en la situación de Alma Yariela Cruz Cruz, una niña negra que fue acusada por defenderse del supuesto acoso de otras niñas por ser afrodescendiente.
El uso del turbante, así como los rituales del lavado y trenzado del pelo afro que realizan los sábados y domingos, forman parte de la comunidad, sostuvo Ramos Rodríguez. La activista añadió que dedicar un tiempo al peinado es una actividad que retoma prácticas africanas.
Por otro lado, Meléndez Padilla encontró a través del turbante, los significados de sus nudos, colores y hasta estampado de la tela, una afirmación como mujer negra. “Lo importante del proceso es que yo me reconozca como negra y afrodescendiente. Como afrodescendiente visiblemente negra, ese es el triunfo para mí”.
“Yo cuando utilizo el turbante, lo hago con un orgullo ancestral. Somos reinas y con la cabeza bien alta”, habló con convicción la artesana.
Como expresó la escritora afrocostarricense Shirley Campbell Barr en su poema Rotundamente Negra, “porque me acepto, rotundamente libre, rotundamente negra, rotundamente hermosa”.