“Yo no como austeridad”, es el lema del Comedor Social Universitario, quienes procuran aliviar el hambre de las personas con necesidad económica dentro del recinto riopedrense. Para este grupo, cada plato de comida repartido entre comunidad es un acto de resistencia y de afirmación política.
El Comedor Social Universitario (CSU) es un colectivo compuesto de estudiantes, exestudiantes y personas de la comunidad universitaria que se dedica a atender la necesidad de alimento accesible en la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Río Piedras.
El Comedor pone su mesa de lunes a jueves en la facultad de Ciencias Sociales, frente al edificio Ramón Emeterio Betances. Allí sirven alrededor de 120 platos de comida al día.
El proyecto comunitario se creó en el 2017 a partir de una fusión del colectivo Comedores Sociales, que operaba en la universidad desde el 2013, con lo que era el Comité Central de Comida (Comi Comi) durante la huelga del 2017.
El comité del Comi Comi surgió en base a que en la huelga del 2010 se hablaba mucho del hambre que pasaban los estudiantes dentro del recinto durante el proceso huelgario.
Además de atender el hambre del estudiantado riopedrense, el Comedor Social Universitario buscar politizar la precariedad alimentaria, con la misión de impulsar principios feministas, descolonizadores y de conciencia ambiental
“Buscamos atender esa precarización y también colectivizarla. No es un estudiante por su condición particular que no puede almorzar, sino que somos miles de estudiantes que se nos hace difícil pagar, trabajar, conseguir trasportación y comer balanceadamente”, expresó Karmen Rebecca Rosa Encarnación, estudiante del recinto que trabaja en el proyecto.
Jornada diaria del comedor
EL CSU funciona con tres tipos de intercambio: donativo monetario, trabajo o donativo de materiales o comida.
El donativo monetario se sugiere que sea de 5 dólares, pero regularmente se reciben de dos a tres dólares por plato. El intercambio de trabajo consta en ayudar a servir la comida, a montar o desmontar la mesa, a fregar, a trabajar en el almacén, entre otras tareas. Como tercer tipo de aportación, se aceptan donaciones de comida, como arroz o habichuelas, o materiales de limpieza.
El menú del CSU consiste regularmente en arroz con habichuelas, tres opciones de carnes y dos ensaladas. También tienen una opción vegana, en la que incluyen pastelones, viandas y lentejas. Además, tienen agua para que las personas llenen sus termos reusables.
La logística del CSU se establece desde comienzos de semestre, cuando se organizan los trabajos entre las personas que participan según su disponibilidad de matrículas y trabajos.
Las personas que asumen la coordinación de ese día son las encargadas de que la comida llegue a la mesa del comedor. Sin embargo, el trabajo del comedor se nutre en gran medida por el trabajo de voluntarios que intercambian su aportación por el plato de comida.
Aparte de la coordinación, a la labor inicial diaria de montar la mesa y los materiales se le suman voluntarios.
“A veces hay gente que nos ayuda, gente súper hambrienta que necesita que ‘setiemos’ rápido pa’ poder comer, a veces son voluntarias que están puestas pa’ ayudar”, indico Rebecca Rosa.
Los trabajos del CSU comienzan a las 5:00 a. m., desde Cocina Rebelde, establecimiento de comida localizado en la avenida Gándara, que también se proclama como un proyecto de comida con intención social.
“En Cocina Rebelde, trabaja gente que trabajó la mesa [del CSU]. Cocina Rebelde recluta de las voluntarias de la mesa, de las voluntarias del Centro de Apoyo Mutuo. Quienes cocinan pa’ Cocina Rebelde, que son personas que se graduaron de la universidad y que trabajaron en la mesa, cocinan también para el comedor”, explico Paola Ortiz Castro, quien también trabaja en el comedor universitario.
Luego de que la comida se prepara en Cocina Rebelde, la persona encargada de montar mesa ese día recoge la comida y el resto de los materiales que se utilizan en la jornada diaria y llega a la universidad.
A las 11:00 a. m., se comienza a preparar la mesa, y allí permanecen hasta que se acaba la comida. Ortiz Castro ha notado que este semestre ha aumentado la cantidad de personas que van a la mesa, por lo cual regularmente ya a las 12:30 p. m. se acaban los alimentos preparados.
“Los semestres pasados se tardaba un poquito más. Este semestre obviamente las cosas han ido empeorando en otras cuestiones y se siente un montón”, añadió la estudiante.
A pesar de que les alegra que más personas conozcan, participen y trabajen del proyecto, a la vez les preocupa que esto represente un aumento en el número de personas que pasan necesidad alimentaria.
“Si más gente está haciendo esa fila, más gente está pasando esa necesidad. Si tú estás debajo del sol haciendo esa fila y estás trabajando y fregando por ese plato, significa seguramente que no puedes pagar comida en otro lugar, como en los Merenderos que están al lado”, recalcó Rosa Encarnación.
Consignando desde la comida
El CSU como colectivo defiende la accesibilidad de la educación y aspiran a que sea una popular y decolonial, en contraste a lo que consideran que es la educación actual.
“Tenemos una educación que entendemos es super eurocentrista y que no se acoge a nuestras necesidades como colonia y como Caribe”, señaló la estudiante Rosa Encarnación.
El colectivo también defiende varias líneas políticas, entre las que se encuentra la independencia de Puerto Rico, el anticapitalismo, la conciencia de clase y ambiental, la defensa a la vivienda digna y a la diversidad de identidades y de sexualidades.
La labor del comedor social se destaca por su consistencia y por el compromiso de las personas que allí trabajan, tanto con el proyecto como entre ellas mismas.
El éxito del proyecto proviene también de que quienes lo trabajan pueden identificarse con el problema y entienden la importancia de atenderlo.
“Entendemos bien por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo. Y creo que también todes hemos estado en la posición que atiende el comedor. De una manera u otra, no ha tenido que ser estable, pero siento que todes hemos pasado por un momento en que no hemos podido pagarnos un planto de comida, y sabemos que esta problemática no es nuestra, sabemos que no es individual y sabemos que hay una gente que tiene pa’ dar pero que no quiere dar”, comentó Rosa Encarnación.
De acuerdo a los planteamientos políticos que defienden, ambas estudiantes distinguieron que el trabajo que hacen no busca hacer caridad.
“No se trata de solucionar el hambre que tú tienes hoy y ya, es también revolucionar ese pensamiento y todo el trabajo que hacemos, y también que entendamos que nosotras podemos solucionar todo si estamos juntas, si estamos unidas y nos apoyamos”, afirmó Rosa Encarnación.
Desde la comunidad
El CSU pertenece a la organización de Comedores Sociales, cuya misión, más allá de buscar aliviar la necesidad de alimento para el estudiantado y la comunidad, es atender el bienestar general de la comunidad, en miras a, como dicen muchas de sus consignas, “tener una vida digna”.
En base a esos objetivos han logrado crear, junto al Centro de Apoyo Mutuo, diversas iniciativas para la comunidad, como de acupuntura, foros y presentación de documentales. De igual forma, desde Cocina Rebelde se coordinan actividades comunitarias, además de que cuentan con un salón que prestan a la comunidad para reuniones y talleres.
Karmen Rebbecca enfatizó en la importancia de impulsar las líneas políticas que defiende el comedor, no solo desde el sector estudiantil, sino también desde el sector comunitario.
“Esto es comunitario, esto es colectivo. (…) porque nosotres no estamos trabajando pa’ quienes le damos la comida, nosotres somos quienes damos la comida y quienes recibimos la comida. Unos días a mí me toca estar por el otro lao de la mesa. Estamos en estas condiciones y necesitamos trabajar en un círculo que sea saludable y consciente, para que esa mesa pueda volverse a montar al otro día”, relató la estudiante.
Uno de sus planes a largo plazo es replicar el modelo del comedor en otros lugares del recinto y también en otras universidades.
“Nos reafirmamos en que hay que seguir montando esa mesa y que sí es necesaria en ese espacio y que imaginaríamos más mesas alrededor de nuestro recinto. Intencionamos y quisiéramos que más voluntarias se unieran pa’ poder montar mesa en otras facultades, y que más recintos lo hagan y que más universidades lo hagan”, consignó Karmen Rebecca.
También aspiran a que la comida que ofrecen sea más saludable y a reducir la cantidad de basura que generan. Sobre todo, mantienen como objetivo politizar más el espacio y mantenerlo como uno colectivo.
Tanto Rebecca como Paola reafirmaron que las personas del comedor están dispuestas a ayudar a quien quiera comenzar más proyectos como este.
KMCV